Se ha escrito también desde ese silencio que sigue a las preguntas enunciadas en terapia, muchas veces sin respuestas: “¿Cómo te sientes? ¿Pasó algo que quieras trabajar?”. Se ha escrito desde donde no hay palabras, donde no está la sintaxis disponible para articular al sujeto con su predicado. A veces, incluso, no hay sujeto, solo dolor en la psiquis, un dolor que se expresa en el cuerpo y borra la posibilidad de constituir un sí mismo.
También surgen estas páginas desde la sorpresa con la que llegan los padres cuando su niña, la amada y sin problemas, la que “sabe hacer las cosas”, naufraga en su desarrollo. Sin dar noticia previa, ella decide dejar de comer, selecciona qué y cuánto, restringe en un afán de sobrecontrol. Protesta por lo que ha sido, protesta por el dolor que ha significado ser eso que ha sido. Junto con esto, sostiene eso que ha sido para ellos y así, silenciosa, baja de peso y se opone a vivir en plenitud.
Este libro, como se verá, está escrito desde la experiencia clínica sistematizada. Para organizar la experiencia se han utilizado conceptos venidos desde el psicoanálisis clásico y lacaniano, de neurociencias, de teoría de sistemas, de teoría de la comunicación y significación. Es difícil entender la psicopatología hoy si no es desde un lugar donde se cruzan los diálogos de diferentes ciencias y ese es el desafío de los especialistas, deconstruir Babel abriendo su entendimiento a los discursemas varios, pues cada cual aporta una parte en el complejo nudo que la psicopatología encarna en esa persona particular. En el texto se explicarán las raíces epistemológicas a las que nos referiremos, usando pie de página de modo de facilitar y enriquecer la lectura.
Se ha separado el libro en dos secciones: una intenta explicar los modelos a través de los cuales se entiende la patología, y la otra los modos de intervención en la misma. Las hemos llamado, justamente, A modo de comprensión y A modo de intervención. En la primera hay un capítulo que explica el modelo desde el cual entendemos la construcción de la psicopatología, a la que hemos llamado la solución anoréxica. Precisamente, la denominamos de ese modo porque aparenta ser una solución a cierta falla y/o falta del desarrollo, cuando, sin embargo, se trata de una falacia que termina por atrapar al incauto que la utiliza, tal como les ocurre a los consumidores de drogas que se sienten atraídos por los estados que esta les logra suministrar. A continuación, en el capítulo dos de esta sección, abordaremos el tema de la restricción y cómo podemos entender el uso de mecanismos obsesivos para producir un control eficiente en la restricción alimentaria. Veremos que sólo ciertas estructuras de personalidad pueden seguir con este control por un tiempo prolongado, mientras en la mayoría deja de operar y facilita el descontrol que hace ingresar a la paciente en la complicación bulímica. De esto trata el capítulo siguiente (el tres) de los vómitos y su significado en los trastornos de alimentación. En el capítulo cuatro presentamos una manera de comprender la obesidad y además incorporamos elementos de la neurociencia. Podremos conocer el cruce molecular de hormonas reguladoras del hambre con neurotransmisores del ánimo y reconocer zonas cerebrales envueltas en la regulación de la ingesta, así como categorizar diferentes modos de ingesta entre los que describimos los binge-eating o atracones. Para terminar la comprensión, en el capítulo cinco de esta sección se presenta un modelo de imagen corporal, que entenderemos como un lugar donde se cruzan cuerpos diversos: el fisiológico, el del espejo, el mental y el intersubjetivo. Son todos estos cuerpos sonando al unísono los que hacen saber quiénes somos en su sentido más amplio y nos dan noticias del self.
En la segunda parte, destinada a la intervención, se presenta un primer capítulo más práctico que puede servir como manual de intervención para los diferentes profesionales que participan desde el área de la nutrición, psiquiatría y psicoterapia. En el capítulo siguiente, en cambio, se describe con detalle cómo se interviene en terapia familiar organizando las sesiones con técnicas particulares para los trastornos de alimentación. En el tercer capítulo de esta sección podremos ver un modelo que ayuda a entender cómo funciona una unidad de trastornos de alimentación con los diferentes equipos que se conforman para cada paciente y las dificultades que deben enfrentar con sugerencias técnicas. Continuando con el tema de profundización, el capítulo cuatro proporcionará una línea narrativa de análisis; allí nos ocuparemos de la construcción del significado en terapia, poniendo como ejemplo una familia con trastornos de alimentación.
Y, para terminar, pareció interesante mostrar el delgado trazo que separa la normalidad de la psicopatología cuando la enfermedad se presenta por primera vez. Lo hemos hecho a través de un cuento, ya que me parece la mejor forma de capturar esa sutileza con la que gira la realidad de una familia, justo cuando todo parecía transcurrir tan bien.
Muchas personas han estado presentes entre estas líneas: niñas que he visto crecer y salir de la patología; otras que penosamente lo logran con recaídas y otras que ayudamos en su cronicidad; colegas que han hecho preguntas-ventana que abren la comprensión más allá de la habitación donde estábamos; becados, internos y alumnos que se interesan y quieren investigar y saber; periodistas que hacen la nota y nos relatan sus propias experiencias; compañeros de ruta terapéutica con los que nos quejamos de no-poder, no-lograr, no-atinar a tiempo; amigos que nos sostienen cuando la carga se siente pesada y sobre todo las innumerables sonrisas que llenan el aire cuando comienza la recuperación de un ser humano y su bienvenida de vuelta a la vida.
CAPÍTULO 1
Cómo me hice esclava de este tormento
“Como tú no comes nunca
de esto no comprendes nada
te hago caso algunas veces
cuando hablas como hablabas
cuando eras de carne y hueso
y vivías en las casas.
Ahora las gentes dicen
que eres cosa trascordada”.
Fragmento poema Tórtola, de Gabriela Mistral
1. La configuración de la solución anoréxica
Llamaremos solución anoréxica al intento de autonomía que realiza un individuo a través del control de la ingesta alimentaria. Ser autónomo fisiológicamente significa constituirse como un ser vivo capaz de ser una unidad autopoiética1 y autorregulada que pueda, sin embargo, acceder a la regulación relacional y sostener la autonomía en un campo vincular complejo. Esos son los objetivos de la maduración.
La solución anoréxica que está disponible en la noósfera2 se acopla con los ideales de contemporáneos donde la imagen ha tomado supremacía. Así, la primera lectura disponible en la superficie de este sistema de significados parece sugerir que la felicidad estaría más bien en “lucir”, es decir, en “parecer” alguien que desgastarse en “ser”. La iconografía propone identificarse con fotos o imágenes de video que pertenecen al dominio de lo muerto, de lo helado, de lo trucado, que para un ser vivo son imposibles de lograr. La solución es, por tanto, una pseudosolución.
Parte del proceso de autonomía es salir del ambiente familiar a buscar otras formas de entender y por lo tanto de interactuar con el ambiente; cada tiempo y cultura tienen sus problemáticas y sus soluciones. Problemas y soluciones suelen compartir el modelo de articulación que les otorga significado. Circula en nuestros días la idea de que ser exitoso (admirada y rebelde como un rock star, delgada y hermosa como una modelo de pasarela, adinerada y desenfadada como una celebrity) sería “ideal”. Por otra parte, el ideal propuesto por los padres durante mucho tiempo ha sido el de “hijo tranquilo, obediente, estudioso, abnegado y sonriente”. Estos dos polos “ideales” y antitéticos se presentan como un desafío a la integración durante la adolescencia, que es el momento más sensible para simular, probar, copiar y finalmente identificarse con modelos y “modos” deseables.
Читать дальше