Isabel F. Peñuelas - Ni en un millón de años

Здесь есть возможность читать онлайн «Isabel F. Peñuelas - Ni en un millón de años» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ni en un millón de años: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ni en un millón de años»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¿Qué es lo que ocurre cuando mezclamos a físicos, ingenieros, filósofos y escritores? Que nace Ni en un millón de años, compuesto por dieciséis cuentos en los que se proyectan las diferentes inquietudes de sus autores sobre el presente, el futuro, de dónde venimos, hacia dónde vamos…
Los ocho autores que han escrito Ni en un millón de años solo tienen un objetivo:
"No pretendemos arreglar nada, solo pretendemos que pases un buen rato y, si se te ocurre alguna brillante idea leyendo este libro, es toda tuya. ¡Te la regalamos!"

Ni en un millón de años — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ni en un millón de años», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La presión del gel expandiéndose al haber ganado temperatura es lo primero que tengo que abordar. Mis costillas se marcan tras el pellejo en el que me he convertido y las noto cediendo, doblándose hacia dentro porque todavía mis pulmones están vacíos. El primer paso del procedimiento de emergencia que me aparece en el eyecom es activar la burbuja de oxígeno, mi límite de la apnea inicial se acerca veloz.

Sin apenas nutrientes, en este estado, mover las extremidades supondría un esfuerzo hercúleo. El gel me mantiene suspendido y vencer su resistencia exigiría una energía que no tengo. El eyecom está en modo emergencia y activar la burbuja es una de las opciones más al alcance con el control ocular. Al menos eso sigue funcionando. La miro, invierto mi último impulso en abrir el ojo aún más y al hacerlo consigo activar esa opción. Noto activarse el implante de emergencia alojado en mi tórax. Tras un silbido, mis pulmones se hinchan como un airbag. La tercera ley de Newton no perdona y el llenado explosivo me empuja al fondo de la cápsula. Mi piel, hipersensible por el gel, parece resquebrajarse en mil fragmentos con el golpe contra la fibra de carbono. El eyecom me informa de que la operación ha sido un éxito, aunque no es necesario. Puedo notar el aire rozando mis bronquios, regalándome un par de minutos para evaluar mi estado y continuar el procedimiento.

Sigo vivo. Mi corazón funciona, mis pulmones funcionan —aunque el aire que los llena se agotará en breve—, mis ojos funcionan. Hasta ahí las buenas noticias. Las cápsulas no tienen un sistema de respiración adicional —la gente congelada no respira— ni un sistema de comunicación con el exterior —la gente congelada no habla—. La probabilidad de hallarse en el estado en el que me encuentro ahora era tan remota que añadir esos sistemas solo incrementaba los fallos posibles y los riesgos de contaminación de la cápsula. No se puede tener todo, supongo.

El eyecom funciona y parece estar comunicado correctamente con la nave. En el centro de control un piloto estará parpadeando rojo. Si pudiese hacerlo, cruzaría los dedos para que ya haya algún despertado responsable de nuestra monitorización y ahora mismo esté corriendo hacia aquí o pulsando botones para mantenerme en el lado correcto del 40% de las posibilidades de sobrevivir.

El gel me presiona convirtiendo cada movimiento en un proyecto imposible. En el eyecom palpita urgente la opción de apertura de emergencia. Sopeso mis opciones, que básicamente se reducen a tres. La primera es tirar de la cadena y ser expulsado al suelo de la nave, donde quizá pueda recurrir, ahí sí, a sistemas de asistencia a la tripulación despertada. La segunda es intentar reanudar la criogenización, disparando la congelación del gel y reactivando los sistemas de alimentación y medicación. La tercera es recordar aquellas noches de campamento con el césped rozándome en las orejas, rendirme al espectáculo que brinda Canis Maior en el firmamento y morir.

El eyecom muestra un cronómetro desde que activé la burbuja. Llevo veinte segundos. Mi récord de apnea en los entrenamientos de la agencia fueron ciento cuarenta, pero era doscientos años más joven, no me habían despertado electrocutándome y no había tenido que inyectarme oxígeno de un compartimento torácico. Con suerte me quedan cien. Noventa y nueve.

Aunque la teoría dice que el sistema de criogenización puede retomarse en segundos, mi madre siempre insistía en que nada de descongelar y volver a congelar la comida, así que opto por tirar de la cadena. Activo la opción de apertura de emergencia en el eyecom y escucho bajo mi espalda cómo un motor arranca para rotar la cubierta de vidrio y liberarme. Me habría gustado poder tocarla, verme en el reflejo mientras se mueve y completar la cinematográfica pose con una sonrisa a medida que el gel se vierte en el suelo y yo emerjo de forma épica. Pero estoy ridículamente aplastado en el fondo del huevo y casi no me puedo mover. Y algo no va bien. Apenas veo el cristal desplazarse. Las pegatinas que indican las medidas de seguridad externas me sirven de referencia, avanzan y retroceden un milímetro. Noto el motor sufrir. Avanzan y retroceden. El motor se para. La compuerta está atascada. Quizá el golpe contra el suelo causado por el impulso de la inyección de oxígeno haya estropeado algo. Quién sabe. Tengo veinte segundos menos y mi primera opción se ha ido por el desagüe.

Me toca comprobar si la recomendación de mi madre sobre volver a congelar se puede extrapolar de los filetes de ternera a un pellejo de humano. El proceso tiene tres patas —si fuese una mesa no podría cojear, es curioso cómo, a pesar de la situación, mi cerebro sigue siendo adicto al humor absurdo—: nutrientes, medicación y gel criogénico. Como lo más lento es el gel, ya que las inercias térmicas no son fáciles de vencer, es lo primero que activo. En unos segundos comenzará a cambiar su estado, pasando de la actual transparencia absoluta a una apariencia brumosa, turbia, y su temperatura comenzará a bajar de forma acelerada. También se dilatará, imperceptible para el ojo, pero infinitamente doloroso en cada poro por donde se cuela. El eyecom reporta que el estado de la conexión de alimentos es correcto, pero está pausada. La retomo en modo hibernación, sin mirar el menú para las próximas décadas, lo que recomiende el chef. La transmisión de medicamentos arroja un estado menos halagüeño. El cóctel químico para dejarme dormido, anestesiado y a un consumo mínimo de energía solo funciona a medio gas. Algunos de los componentes parecen haberse degradado y va a doler más de lo que debería. Es algo que ya estoy notando. Mi piel empieza a arder a medida que el gel se turba. Debería parar la criogenización unos segundos, apurando un poco más la apnea, para activarlo en el último instante, cuando la droga ya haya hecho efecto. Comienzo a notarme más nervioso y sé que eso va a hacer que los segundos pasen más rápido. Noto el volcán acelerando su erupción. Necesito mantener los ojos abiertos para controlar el eyecom, pero hacerlo cuando el gel está enfriándose es tener miles de alfileres que pasan de rozarte la córnea a clavarse en tu pupila camino del cristalino. No me puedo permitir el lujo de gritar, pero lo hago y mi cuenta mental de los segundos que me quedan baja aún más.

Entre nubes de gel contemplo por última vez el espectáculo de la estrella más brillante y pienso que, si nos lanzamos a esta aventura para robarle su luz, quizá lo mejor que puede pasar es que estemos fallando como yo, tan cerca de caer en el agujero. Quizá nos debimos conformar con construir pirámides en su honor en los nuevos desiertos que generamos.

La droga no llega y estoy despierto cuando el frío anula mi volcán, y sé que eso no es bueno. Me agito instintivamente intentando paliar el dolor de mi corazón parándose a medida que sus paredes se endurecen por el gel. El sistema nervioso es lo último en congelarse, así que voy a sentir todo el dolor que un humano puede sentir.

El procedimiento de emergencia me indica que, si he seguido los pasos correctamente, entraré en un sueño plácido. Una cara sonriente en el eyecom me desea buenas noches.

Ya no estoy encerrado en la nave, que dejé de ver cuando el gel se enturbió. Ya no estoy encerrado en la cápsula, que dejé de ver cuando la congelación destrozó mis ojos.

Durante un instante estoy solo encerrado en el cerebro. Aislado de la realidad por un sistema nervioso inutilizado, la ciencia me regala dos últimos segundos de existencia pura, en forma de conciencia, y me siento libre en mi encierro, aunque estrictamente hablando no puedo sentir nada. Imagino mi cuerpo suspendido como un pedazo de fruta en la gelatina que hacía mi madre, que me diría que tenía razón, que no fue buena idea volver a congelar el filete, y si pudiese mover mis músculos sonreiría por lo curioso de dedicar mi último pensamiento a mi humor absurdo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ni en un millón de años»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ni en un millón de años» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Ni en un millón de años»

Обсуждение, отзывы о книге «Ni en un millón de años» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x