—¿Y? —le instó Laura a seguir ante el prolongado silencio de su hermano. Se barruntaban problemas. No podía saber la chica que su hermano buscaba las palabras adecuadas para pintar un negro escenario sin mentir, pues ella podía hablar también con los dos empleados.
—Bueno, que la cosa está complicada ya lo sabíais —repitió.
Los dos hermanos asintieron.
—Estoy buscando socios europeos y americanos para dinamizar el negocio —en sus palabras se leía un reproche velado a que ellos no estaban ocupándose de los problemas comunes y él asumía por completo la gestión de los negocios de todos.
—De momento, están las personas capacitadas que en su día nombró nuestro tío. Nadie mejor que ellos para saber lo que se necesita, y tú asumiste el papel de tratar con ellos directamente y reunirnos cuantas veces fueran necesarias. También creo recordar que te pusiste un sueldo por esa gestión en concepto de gastos.
—Sí, pero la cosa tenemos que solucionarla.
—¿Qué pasa? —preguntó por primera vez Adán.
—Lo sé. Pero el tema sigue igual. La regularización de la herencia conlleva unos gastos enormes —manifestó Laura—. Por mi parte, podría pedir un crédito y lo solucionamos. Soy la más interesada.
—Dejamos claro que, en el reparto de la herencia, tú querías la casa y las caballerizas. Ambas propiedades están inscritas en la misma escritura y sería poner esa propiedad a tu nombre.
Lo lamentaba profundamente, pero no podía evitar desconfiar de su hermano. El pequeño era un pelele, Ignacio lo manipulaba a su antojo, contra eso ella no podía luchar, era una batalla perdida. Escuchaba con atención las palabras de su hermano. El dinero en metálico que dejó su tío prácticamente había desaparecido, la fábrica de momento no necesitaba inyección de liquidez, pero tampoco daba excesivos beneficios. La funeraria era otro cantar. Esa era la baza de ella, que la ambición por sus beneficios les eclipsara su verdadero interés. Ante todo, no quería deshacerse de la casa y las caballerizas, algo que amaba profundamente, y tampoco deseaba compartir la escritura con el desalmado de Ignacio. Era necesario separar los bienes y afrontar el futuro únicamente con su esfuerzo. Intuía que ahora le propondría algo.
—La propiedad incluye los terrenos que la rodean —especificó la chica.
—Efectivamente. Todo lo que conlleva esa escritura pasaría a ser propiedad tuya —aclaró, muy a su pesar, pues durante un tiempo estuvo dándole vueltas a cómo plantear quedarse con la propiedad, o parte de ella. Intentó dividir la casa, las caballerizas y los terrenos, sabedor de que su hermana lucharía primero por las caballerizas y después por el resto. Pero le fue imposible. Tampoco quería perder los otros dos negocios, en el mercado su valor era indiscutible, sobre todo el negocio funerario, el más rentable. La oferta de los rusos despejó toda incertidumbre y optó por ofrecer a su hermana la propiedad al completo con la intención de que aceptara rápidamente y poder resolver el asunto con mayor celeridad—. Por otra parte, el resto de la herencia se escrituraría a nombre de Adán y el mío. Como propietarios al cincuenta por ciento.
—Que si no me equivoco —apuntó Laura—, es la propiedad de la fábrica, los tres locales donde están instaladas las funerarias y sus respectivos negocios.
—Efectivamente —repitió—. También consta un terreno no edificable en Castellón que, por cierto, no sé ni dónde se encuentra —comentó de pasada, intentando que no se le notara el brillo de la codicia al nombrarlo.
—Sí, alguna vez Cristóbal lo mencionó. Y tú, ¿no dices nada? —le inquirió a su hermano pequeño, que guardaba silencio y aprobaba las palabras de Ignacio asintiendo con la cabeza.
—A mí me parece bien. Es algo que Ignacio y yo ya hemos hablado.
— Estupendo. —«A ti, lo único que te preocupa es un sobrecito mensual y punto. Pronto lo lamentarás», pensó, sin decir ni una palabra. Cuánto convenía a Ignacio la indolencia de Adán.
—Pues si os parece bien, si ese tema lo tenemos claro, voy a mirar cómo solucionamos escriturar convenientemente el reparto de la herencia, los gastos por transmisión hereditaria… En fin, todos los costes a los que tengamos que hacer frente. ¿De acuerdo?
—Me parece bien. Supongo que, exponiendo lo que se requiere, cualquier notaría te informará adecuadamente de los gastos previsibles.
—Entonces, ¿tengo vuestro permiso para iniciar el papeleo en una notaría?
—Por mi parte, no hay problema —afirmó Adán.
—Es algo que debemos solucionar, estoy de acuerdo contigo. —Laura no terminaba de fiarse. Había algo en la actitud de su hermano, esa falta de soberbia tan común en él, ahora inexistente, planteando el compromiso tan inocentemente—. Pero lo primero que solicitarán, además de toda la documentación pertinente, es una provisión de fondos. Y calculando los gastos que tendremos, será una provisión importante.
—Lo sé, pero si tenemos que solucionarlo, cuanto antes mejor. Es el momento de buscar un grupo inversor extranjero que potencie y aumente la producción de la fábrica. Y no puedo iniciar contactos si no tenemos resuelto el tema de la herencia —contestó con vehemencia—. O se aumenta la producción o se tiene que empezar a despedir personal.
—Vale —afirmó la chica. Era la primera vez que su hermano se preocupaba por alguien que no fuese él mismo y eso la desconcertó. Todo el planteamiento hasta el momento era lógico, no parecía tener un as en la manga ni querer otra cosa que lo evidente.
Era el punto flaco de su hermana, él lo sabía. Su preocupación por el personal.
—Pues mañana mismo me pongo a ello.
* * *
Nunca ningún negocio le había salido tan rentable. Tal vez por ello recelaba de la sencillez con la que se embolsaría, de momento, un millón de euros por un compromiso de venta de unos terrenos que, en estos momentos, no valían nada y por cuya venta ganaría todavía más. Le hubiese gustado tramitar las gestiones a través de la notaría de su amigo Agustín Rocafull. De esa manera, contaría con información previa si los rusos tramaban alguna jugada sucia; pero ellos insistieron en trabajar con la otra. No obstante, se reunió con Rocafull y le preguntó por la solvencia de la notaría elegida por Yuri y Dmitry. Le aseguró que no existía ningún motivo para sospechar que esa notaría pudiese ir en contra de sus intereses. Tenían excelente relación como notarios desde hacía muchos años y le certificó que era de una seriedad absoluta. A pesar de ello, estuvo tentado de hacerse acompañar por un abogado por si incluían alguna cláusula que posteriormente pudiese perjudicarle. Al final, optó por ir solo, no quería que intuyeran desconfianza por su parte.
Llegó puntual, a las diez menos un minuto. Yuri le esperaba sentado leyendo una revista. Se disculpó por la ausencia de Dmitry, no podía estar presente por un problema de agenda y se encontraba fuera de España. Inmediatamente salió el notario y pasaron los tres a una sala privada. Les pidió la documentación, luego leyó el documento previo para que afirmasen si estaban de acuerdo y poderlo pasar a limpio. Ignacio, en representación de los propietarios de la parcela —y pasó a su descripción catastral— se comprometía a la reserva de su venta por un valor de dos millones de euros, y por un periodo de seis meses, a Vladic Bogdánov. El compromiso especificaba que los vendedores, en caso de aparecer otro comprador, debían obligatoriamente dar prioridad a la oferta del Sr. Vladic si este ofrecía, al menos, la misma cantidad que otro comprador.
Los dos afirmaron estar de acuerdo con lo establecido y el notario salió a redactar el documento, dejándolos solos. Ignacio, como quedaron, sacó su portátil y accedió a su cuenta secreta. Hacía menos de una hora que le transfirieron un millón de euros. No pudo reprimir una amplia sonrisa mientras contaba los ceros con ojos ávidos.
Читать дальше