El siglo XXI encuentra a la psicología política integrando los programas académicos formales de numerosas universidades y produciendo una vasta cantidad de trabajos de investigación. Asimismo, el campo de la psicología política sigue expandiéndose en diversas direcciones, estudiando el comportamiento electoral, los fenómenos grupales y de masas, los liderazgos, la influencia de los medios de comunicación, la violencia política, la psicología del votante, la psicología del político, la comunicación política y otros temas vinculados. La psicología política es una disciplina científica, claro está. Estudia la vida política, colocando el foco sobre los procesos mentales del elector. Ilumina las zonas del cerebro activadas por los mensajes políticos y las campañas electorales. Estudia, experimenta, analiza, investiga, formula hipótesis, vuelve a experimentar, observa, saca conclusiones, vuelve a observar… La psicología política produce. Y produce mucho: artículos, libros, conferencias, cursos, seminarios… Y lleva ya unas cuantas décadas en esa tarea. Sin embargo, la inmensa mayoría de los dirigentes políticos desconoce completamente que en la psicología política pueden estar las respuestas para las preguntas que surgen en cada campaña electoral. Por otra parte, las campañas electorales se suceden en todo el mundo sin solución de continuidad. Siempre hay campañas en marcha. De hecho, la campaña política misma se hace permanente. Y los políticos, los publicistas, los consultores, los periodistas y los estrategas también producen y aportan mucho, pero la inmensa mayoría de quienes saben de psicología política se quedan en sus ámbitos académicos y no salen a la arena política. Y mientras todo ello ocurre, los partidos políticos se quedan sin comprender a sus votantes. Lo cual es lo mismo que decir que se quedan sin votos.
Seis pasos para ponerte en los zapatos de tus votantes
Los políticos suelen creer que comprenden a sus votantes, que saben ponerse en sus zapatos por su propia experiencia, porque conocen a la gente o porque siempre están en contacto con las personas. Pues no es así. Y los políticos más inteligentes perciben que no es así. Porque, en realidad, es muy soberbio creer que se conoce a los votantes sin realizar una investigación profesional sobre ellos. Ya sabes: no se trata de olfato, sino de ciencia.
Spoiler. Quienes creen comprender a sus votantes sin mayor esfuerzo generalmente son los que pierden. Los que ganan son los que estudian al electorado. Porque cuando no comprendes a tus votantes suelen suceder dos cosas:
1 Tu comunicación fracasa.
2 Pierdes la elección.
Comprender a tus votantes, entonces, es asunto de vida o muerte política. Comprenderlos es ponerte en sus zapatos, saber cómo piensan, cómo actúan y cómo sienten. Claro que no puedes leer sus mentes, pero sí puedes saber mucho más de lo que sabes. Y mucho más de lo que ellos mismos saben.
Comienza por estos seis pasos:
1. Investiga el perfil psicológico del electorado. Agrega a tu encuesta unas pocas preguntas para identificar el rasgo de personalidad dominante de cada encuestado. El cuestionario abreviado Mini-IPIP es para ello una herramienta de acceso libre y que cuenta con una fiabilidad respaldada científicamente.
2. Segmenta a los votantes en base al modelo Big Five. Clasifica a la población según el modelo de personalidad más consensuado: el Big Five (también conocido como OCEAN). Tendrás así cinco grupos de acuerdo con el rasgo predominante: extroversión, minuciosidad, apertura mental, amabilidad y neuroticismo.
3. Agrega la dimensión psicológica a tu target. Cruza los datos para definir con claridad al público objetivo de tu campaña. Tu target tiene características demográficas y políticas que habitualmente se investigan, pero además tiene características de personalidad. Y son decisivas.
4. Monitorea las emociones del público. Las emociones son el motor que mueve el voto. Y las emociones básicas son pocas: tristeza, alegría, ira, desprecio, sorpresa, asco y miedo. ¿Qué está sintiendo el votante ante cada coyuntura política importante? Si no lo sabes, estás a ciegas.
5. Analiza lo inconsciente. El 98 por ciento de la vida mental es inconsciente. Si te limitas a estudiar lo consciente, te quedas solo con la parte visible del iceberg. Quedas atrapado en lo aparente, en la superficie. Mientras tanto, hundido en las profundidades psicológicas, lo inconsciente manda, determina, domina.
6. Comunica con psicología. Sintoniza tu comunicación con la psicología de los votantes. Conecta tu mensaje con la personalidad de tu público, con sus motivaciones inconscientes, con sus emociones, su lenguaje, sus fantasías y sus mitos.
En resumen: los votantes están siempre en sus zapatos. Tu campaña política también tiene que estar allí. La psicología te proporciona herramientas técnicas para lograrlo. Tu caja de herramientas necesita de la presencia y la acción de la psicología política. De lo contrario, estarás dejando que gran parte de tus votos potenciales se desvanezcan.
DANIEL ESKIBEL
maquiaveloyfreud.com
«Los buenos modales tienen mucho que ver con las emociones.
Para hacerlos sonar como verdad hay que sentirlos, no solo exhibirlos».
AMY VANDERBILT
Durante mis años de profesión me he visto inmerso en una infinidad de actos y eventos relacionados con la vida política de dirigentes y gobernantes. En la gran mayoría de estos momentos existe siempre un grado de incertidumbre asociado al «quién se encarga de esto». Lo cierto es que el protocolo en la actualidad está demasiado ceñido al gobierno, a lo institucional, al evento supuestamente importante, pero ¿cuántos eventos se celebran en una provincia o municipio a diario? ¿Tenemos claro cómo, cuándo y qué hacer a la hora de organizar y asistir a invitados y colaboradores en un acto donde van a confluir sensaciones, expectativas, diálogos y gente?
No lo tengo tan claro, al menos yo.
Cuando empezaba a escribir este libro tenía claros muchos pasajes de él y quiénes me acompañarían en las frases de este trabajo. Algunos fueron apareciendo a posteriori, pero tenía a una persona en mi cabeza desde el primer momento. Mi historia con ella es simplemente diferente.
Lucía Suárez trabaja desde hace muchos años en el departamento de protocolo del Gobierno de Canarias. Es graduada en Protocolo y Organización de Eventos y máster internacional en Gestión y Organización de Eventos, Protocolo, Ceremonial y Relaciones Institucionales. Cuando estás con ella te das cuenta de que a tu alrededor los detalles, esos pequeños detalles, toman protagonismo: el ruido ambiente cambia, su tono de voz te va envolviendo y quieres disfrutar cada minuto de su compañía. Debo decir que en esta parte no puedo ser nada objetivo. Si tuviera que describir la relación que me une a Lucía, tendría que tirar de almanaque hacia atrás, eso sí. Me ha acompañado durante muchos años en mi formación académica y personal. Ha sido mucho más que una amiga.
Esta mujer sabe bien lo que es la evolución constante en su profesión, en su vida, en la importancia de seguir formándose y adaptando su profesión a los cambios de la sociedad. Lucía es protocolo en su inmensa esencia.
PROTOCOLO INSTITUCIONAL
Para hablar de protocolo, como de cualquier otra disciplina, debemos empezar por su definición. Y, como casi siempre, las definiciones son múltiples y variadas y, en muchos casos, subjetivas.
Cuando el ser humano comenzó a relacionarse le surgió la necesidad de organizarse, de establecer una serie de normas o reglas básicas para que esa organización funcionase. Con el paso del tiempo las normas se fueron sofisticando, adaptándose a las circunstancias del individuo en sociedad y siguiendo determinados modelos sociales y formas de comportamiento. El escenario en el que se suceden las relaciones políticas, interpersonales, interprofesionales es el de los eventos, los actos organizados por los profesionales del protocolo. Que una negociación tenga un final positivo va a depender en gran medida del profesional del protocolo, puesto que su papel no se limita a colocar adecuadamente las banderas en su lugar o a recibir con una sonrisa a los invitados. Ambas cosas son igual de importantes, pues la mala colocación de una bandera o un saludo irrespetuoso pueden provocar serios conflictos, pero su labor va mucho más allá, por lo que su formación debe ir acorde con esa responsabilidad. El respeto a las personas, a su cultura, ideas, costumbres, a la libertad de los demás hasta los límites necesarios para la convivencia armónica, las buenas maneras, los modales, la manera de hablar, de comer, de vestirnos son condiciones básicas que necesariamente deben estar presentes en nuestro día a día, mucho más cuando nos referimos al ámbito del protocolo.
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