El intelectual plebeyo
Vocación y resistencia del pensar alegre
© Javier López Alós, 2021
Diseño de cubierta: Gabriel Nunes
Edición digital: José Toribio Barba
ISBN digital: 978-84-17786-21-2
1.ª edición digital, 2021
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra ( www.conlicencia.com).
www.taugenit.com
«La del crítico contemporáneo es, pues, una función tradicional. El presente ensayo trata de devolver a la crítica a su función tradicional, no de inventarle una función novedosa.» Terry Eagleton, La función de la crítica
Un intelectual plebeyo nunca está solo. Presentación a cargo de José Luis Moreno Pestaña
Introducción
Cuestiones materiales, pero también formales
Intelectuales y plebeyos
Viejas y nuevas preguntas
Buscar la claridad
PRIMERA PARTE Capítulo 1. Intelectuales
Pérdida de influencia
Actividades intelectuales
Otros cambios
Metáforas industriales para tiempos postindustriales
Capítulo 2. Expertos Rebeliones, masas y expertises
Expertismo, especialización y división del trabajo
Crítica y cambio
Capítulo 3. Compromiso, responsabilidad y guerras intelectuales
Compromiso
Responsabilidad intelectual: la potencia del decir
Responsabilidad intelectual: callar
Guerras intelectuales
Capítulo 4. Lo plebeyo como estilo
Interrogantes
La pregunta del plebeyo
SEGUNDA PARTE Capítulo 5. La vocación como problema
Vocación y profesión
Vocación como problema (de cada cual)
Desprofesionalización de la vocación
Vocación, ciencia y vida intelectual
Respuestas
El sentido
Capítulo 6. Tiempos sin tiempo
Exceso de temporalidad y actualización
Ausencia de tiempo
Los intelectuales y el tiempo
Memoria
Capítulo 7. La escritura y los otros
Intervención y expectativa
Disciplina
El estilo inmunitario
Capítulo 8. Hacia una ecología de la escritura
Del principio de igualdad al de responsabilidad
Ecología de la escritura
Imperativo ecológico de la escritura
Capítulo 9. Espacios y lugares para la crítica
Espacios y lugares
Espacio público y el discurso de lo común
Críticos y escépticos
Conclusiones
Las consecuencias políticas del intelectual plebeyo
Referencias bibliográficas
Un intelectual plebeyo nunca está solo
En la importante obra que presento, su autor continúa un programa ya desarrollado en Crítica de la razón precaria. La vida intelectual ante la obligación de lo extraordinario (2019). La continuidad denota el valor que otorga Javier López Alós al problema sobre el que trabaja. Ahora lo conocemos desde otro punto de vista, conocemos al intelectual no sólo por su carencia —precario donde otros disfrutaban de la estabilidad—, sino desde una afiliación en parte elegida: el precario intelectual se ha transformado en El intelectual plebeyo. Ya no se define en negativo, ahora presume de su adjetivo. Quiere ser intelectual y quiere ser plebeyo. Ambas cosas unidas, indefectiblemente, sin que la potencia intelectual sufra por la subordinación de clase o ésta se abata en la desazón por formar parte de los de abajo practicando una actividad tradicionalmente atribuida a los de arriba.
Ser intelectual puede leerse de tres maneras. La primera consiste en que las instituciones te consagren como intelectual y te otorguen su reconocimiento. Las instituciones no bastan y todos conocemos catedráticos o artistas laureados a quienes consideramos incompetentes, aunque quizá no lo digamos por miedo a su poder (institucional) sobre recursos e influencias. La segunda, que puede acompañar o no a la anterior, se cultiva con la aquiescencia de los iguales, de aquellos que forman la república de las letras en la provincia específica que cada uno cultive. Mas puede ser también que los iguales sucumban a la presión de las modas culturales o de la Aurea mediocritas. Conocemos bien ese mundo de la pelea absurda por la prioridad, del saqueo de las ideas ajenas y del intento de acaparar abusivamente toda la luz, de la simple y llana explotación de los mejor situados institucionalmente sobre los outsiders. Poco fiable es el reconocimiento en tales ecosistemas. Éste se produce con el revólver en la sien de la precariedad y adquiere sus energías del conformismo carrerista —aunque aún no me ha tocado, ya lo hará, por tanto, mejor celebrar lo que todos y callar prudentemente sobre lo que no entra en el canon—. De hecho, el autor tiene su público en los desafectos a ese estado de cosas y conoce bien su aspecto deletéreo para la actividad intelectual. Debido a ello resulta tan vivificante el profesionalismo de López Alós. Frente a una realidad degradada, aquella en la que se obliga a leer lo infumable, a aprobar a estudiantes perezosos, a pelear con brókeres de la especulación ideológica, las virtudes académicas deben protegerse y resguardarse en otro lugar que tal vez no sea la academia. No se excluye que estén en ella, cierto: lo que está claro es que la academia no las garantiza.
Es preciso subrayar la enorme originalidad de este planteamiento. Impugnaciones de lo establecido han existido muchas y las hay de dos tipos. Unas pretenden que la institución significa la esclerosis de la actividad creativa. Otras, completamente ajenas al negocio anterior, señalan que la institución desmiente en la práctica los valores que sostiene profesar. Opta, por tanto, por una refundación de la institución. López Alós simpatiza con este planteamiento, mas el suyo es otro, más profundo y antiguo. La resistencia no es posible sin asumir gozosamente que sobre ciertos bienes no hay posibilidad alguna de competir, ni siquiera se debe competir. Debe dejarse por tanto al disfrute de otros.
La apuesta estremece. No es querer ser intelectual sin reconocimiento institucional. Eso también porque no se desea dar simulacros de clases, ni aprobar exámenes pésimamente contestados para mantener índices contables de éxito en la gestión neoliberal. Eso también, porque no se rondan los cenáculos ni se intenta colocar la mercancía ideológica para atrapar el espacio de atención. Pero no es sólo eso: se trata de ser intelectual sin contar con más que el deseo y el esfuerzo, sabiendo además que es plausible que éste encuentre poca compañía y que lo que hace apartar del mundo no sólo mejore, sino que también empeore.
Cuidado: no se trata de que López Alós abogue por la misantropía. Lo anterior es un ejercicio intelectual ascético que ayuda, como en los antiguos estoicos, a pensar en los males para poder hacerles frente sin indignidad. López Alós no reivindica salir de la condición de plebeyo y que lo hagan patricio —porque él lo merece y no otros—. Tampoco reclama el fin de la división entre patricios y plebeyos a partir de la creación de una república de las letras esculpida exclusivamente desde el mérito.
Читать дальше