Desde la perspectiva teórica planteada por Bauman, la globalización es un proceso moderno que permite al ser humano la construcción de un nuevo orden social homogéneo y planetario, que incluye entre sus características “el carácter indeterminado, ingobernable y autopropulsado de los asuntos mundiales; la ausencia de un centro, una oficina de control, un directorio, una gerencia general (Bauman, 2006, p. 80). Según Bauman, la nueva realidad construida por la globalización da origen a un “nuevo desorden mundial”. En la producción del nuevo orden social global, si bien la economía tiene una centralidad, la cultura es la dimensión que tiene la función de orientar los cambios; por esta razón, define las características del contexto en el cual se deben desarrollar los procesos económicos, crea las necesidades culturales de consumo, determina la producción de bienes y servicios, y establece las pautas para el consumo de éstos. Así, pues, y en consonancia con lo señalado por Weber (1979), es la cultura la que construye el sistema de valores, las creencias y el patrón de identidad de la sociedad, y aun lo que emerge como alternativo o subordinado.
Desde luego, los cambios producidos por la globalización en el entorno en el cual se ejecuta el proceso educativo, impactan en el desarrollo de la educación. Las interpretaciones de estos cambios, de acuerdo con el análisis hecho por Brunner, se concretan, principalmente, en dos tendencias teóricas. La primera plantea que el proceso globalizador produce grandes efectos a dicho entorno. Estos efectos tienen origen en los siguientes tipos de impacto:
[...] los impactos decisionales: tienen que ver con el grado en que los procesos de globalización alteran los costos y beneficios relativos de diversas opciones de políticas que deben adoptar los gobiernos, corporaciones, colectividades u hogares. A su turno, los impactos institucionales tienen que ver con la manera como las fuerzas y condiciones de la globalización configuran la agenda de opciones disponibles para los decidores de políticas. Los impactos distribucionales, por su lado, dicen en relación con la forma como la globalización incide en la configuración de las fuerzas sociales (grupos, clases y colectividades) dentro de las sociedades y entre países. Finalmente, los impactos estructurales de la globalización son aquellos que condicionan a corto, mediano o largo plazo los patrones de organización y comportamiento políticos, económicos y sociales de una sociedad como producto de los conflictos que se generan en torno a la adaptación o resistencia a las fuerzas de la globalización. (Brunner, 2000,pp. 7-8)
La segunda tendencia, en términos de Brunner, se refiere a la modificación de los contextos cercanos como resultado del uso de la tecnología en las comunicaciones y en el desarrollo de las relaciones sociales. Esta tendencia alude a la afectación de dimensiones del contexto en el cual opera la educación y al que debe responder y adaptarse. Para esta perspectiva la globalización comprende los procesos resultantes de la difusión de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (NTIC) —particularmente las tecnologías de redes— y se ocupa de establecer en qué medida y con qué profundidad cambian los contextos próximos en los cuales debe desarrollarse la educación. Al respecto, señala Brunner (2000) que los indicadores de dichos cambios emergen de las siguientes dimensiones: acceso a la información, acervo de conocimientos, mercado laboral, disponibilidad de NTIC para la educación y mundos de vida. El estudio de estas dimensiones en el nivel territorial contribuye a la identificación de los cambios presentados en los contextos cercanos y a la construcción de la agenda educativa del siglo XXI.
Salta a la vista que la globalización afecta a la sociedad en general y, por supuesto, a la educación; y si seguimos de cerca las ideas de Brunner produce un nuevo contexto. Tal escenario es irreconocible si lo seguimos con los ojos del siglo XX.
4. EL IDEAL DE PERSONA EN LA SOCIEDAD GLOBAL
De igual manera la globalización ha ido perfilando un tipo ideal de persona. Detengámonos en sus características. Primero, es un ciudadano, formado con base en los principios de la democracia, el ejercicio amplio de la libertad y los valores; segundo, es un usuario de la tecnología, que se identifica con las necesidades culturales y el consumo progresivo de bienes y servicios producidos para la satisfacción de éstas. Además, se trata de una persona que busca realizar el menor esfuerzo en todas las actividades humanas y que vive del momento, es decir de lo instantáneo. Este tipo de persona responde al ideal de sociedad en proceso de construcción y adopción en el mundo por parte del capitalismo contemporáneo, el cual convierte el consumo en elemento característico de la época y en la principal alternativa de satisfacción de las necesidades humanas.
En fin, señala Bauman (2006), que en la sociedad global todos tenemos el deber de consumir, ojalá en buen grado, de acuerdo con las demandas de cada persona en materia de necesidades de consumo y de acumulación de sensaciones. En este sentido, la sociedad actual ha creado un ser humano cuya vida gira en torno a la satisfacción de necesidades relacionadas con el consumo y ha fijado pautas de comportamiento para hacer de este consumo una práctica social continua, progresiva, ejecutada de manera instantánea y con el menor esfuerzo.
Es indiscutible que los cambios introducidos por la sociedad actual a los cuales he hecho referencia, modificaron pautas de comportamiento institucionalizadas antes de la época de la globalización. Este hecho, en términos de formación de la persona, condujo a su individualización, proceso que, según Beck (2006, p. 255), “destradicionaliza las formas de vida originadas por la sociedad industrial” y genera una compulsión a
[.] crear y modelar no sólo la propia biografía, sino también los lazos y redes que la rodean, y a hacerlo entre preferencias cambiantes y en las sucesivas fases de la vida mientras nos vamos adaptando de manera interminable a las condiciones del mercado laboral, al sistema educativo, al Estado del bienestar, etcétera. (Beck, 2006, p. 42)
De esta forma, la individualización de las personas modifica las pautas seguidas en los procesos de adaptación e integración social y de socialización, llevados a cabo por la familia, la escuela y la sociedad {2}
. Es necesario destacar que la individualización cambia
prácticas culturales y relaciones sociales que demandan esfuerzo, tiempo, y cuya ejecución, además, desempeñaba funciones sociales relacionadas con la integración, el afianzamiento de vínculos y en su lugar impuso lo fácil, sencillo e instantáneo como pauta de comportamiento en la elección de alternativas para la satisfacción de las necesidades humanas.
De otra parte, los cambios en las concepciones de sociedad y de hombre introducidos por la globalización modificaron los imaginarios de las personas sobre elementos constitutivos de la realidad del capitalismo moderno. A manera de ejemplo examinemos lo ocurrido con las nociones de riqueza y de comodidad. En el contexto actual la riqueza dejó de estar asociada con la cantidad de bienes materiales acumulados por las personas y pasó a relacionarse con la capacidad de cada persona de acumular sensaciones que permiten la satisfacción de sus necesidades de consumo, lo cual, como sugiere Bauman (2008), nos ha conducido a establecer la riqueza personal o familiar con base en la cantidad de bienes desechados todos los días. Igualmente, el imaginario sobre la comodidad también se ha modificado sustancialmente, debido a que dejó de estar vinculada con la cantidad de mercancías almacenadas en un armario o dispuestas en el interior de una residencia. En la actualidad, el nivel de comodidad alcanzado por una persona, familia o grupo social lo establece el tipo de desechos producidos diariamente, es decir, los principales indicadores de comodidad se reflejan en la basura generada cada día. Lo que resalta desde luego en esta reflexión es que el consumo constituye un elemento característico de la sociedad y del tipo de persona de la actualidad, con capacidad no sólo de cambiar imaginarios sociales sino de generar dinámicas y procesos sociales nuevos, y de fijar nuevas pautas de comportamiento. Dentro de esta nueva lógica social, la educación se ha convertido en otro bien destinado al consumo.
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