
Pasillo que conduce a la dirección.
Es de forma rectangular. Sus corredores orientados de sur a norte tienen una longitud de 21 metros y de ellos se desplazan ocho columnas en cada planta, todas ellas decoradas octagonalmente. Estas columnas soportan curiosos arcos de tipo conopial o flamígero, pues su forma apunta hacia arriba como si fuera una flama. El otro par de corredores, orientados de oriente a poniente, son más cortos, de sólo 10.60 metros, y dos arcos tienen las mismas características que los anteriores. Las columnas sostienen las bóvedas planas del claustro de la parte sureste del edificio.
Las transformaciones más recientes se hicieron en 2008. Al querer cambiar el piso y poner en su lugar un jardín, por ignorancia respecto a las edificaciones antiguas, se calculó mal su peso y se hundió; para aligerarlo sólo se le construyeron seis jardineras de formas caprichosas y una fuente decorada con azulejos, muy a tono con los colores del claustro, lo que les da una vista muy peculiar que evoca a la España musulmana.
En la parte nororiente se encuentra el llamado “patio romántico” por su estilo arquitectónico, pero al que desde hace algunos años se le identifica como el “segundo patio”. Es de forma casi cuadrada —mide 11.20 por 10.50 metros cuadrados— y tiene un par de hileras de cinco columnas en dirección oriente-poniente y otras dos de norte a sur. Están sostenidas en el piso por un elemento cuadrado que se denomina plinto, sobre el cual se encuentran una base octagonal y un cuerpo cilíndrico o fuste rematado en un capitel también de ocho lados. Estas columnas sostienen a su vez tres arcos de medio punto en un lado y cuatro en el otro.

Su belleza radica en la sencillez de sus columnas y arcos.
Como en el caso anterior, se pretendió convertirlo en jardín, con los mismos resultados. Por ello se decidió tapar las jardineras con material no muy ecológico, pero se le dejó la fuente.
El patito feo de los patios es este último espacio abierto, al que recientemente se le dio el nombre de patio de usos múltiples. Esto, que parece sarcasmo, tiene como fundamento su humilde pasado: originalmente fue la huerta que abastecía a los filipenses, quienes vivieron entre sus paredes.
Sus funciones aumentaron de acuerdo con las necesidades de sus moradores e instalaciones: baños en todo el sentido de la palabra, bodegas, caballerizas, zona de juegos… Esto y más hasta la segunda mitad del siglo pasado, cuando se hizo la integración de criterios compositivos conforme al funcionalismo arquitectónico. A raíz de esto resaltó lo que ya se conocía bien: la discordancia del patio con respecto al conjunto del edificio.

A pesar de los recientes agregados, el edificio no está demeritado.
Y cómo no iba a ser de esta manera si, por ejemplo, siempre ha carecido de pasillos perimetrales y sólo se podía acceder por el baño de alumnos del lado poniente, acceso recientemente clausurado, y por dos pasillos. Pero el único que aún funciona como tal es el del extremo sur, ya que el del norte fue clausurado en 2012 para instalar un elevador de servicios.
A últimas fechas se ha utilizado este patio como espacio recreativo y para actividades deportivas.

Lo que no ha tenido de estético, lo ha tenido de útil.
La descripción de cada uno de los tres claustros del edificio no puede ser muy detallada. Lo mejor es referir algunos aspectos específicos de ellos.

Los arcos esbeltos y siempre en pares.
Además de la vistosa y característica arquería ya descrita, existen arcos pareados —llamados así porque se encuentran en pares— en el segundo piso del “patio romántico”. A diferencia de los demás, éstos son de poca luz, es decir, de no mucha anchura. Las esbeltas columnas que los sostienen terminan en curiosos capiteles en forma de tulipán.
También hay arcos peraltados —semicirculares pero más achatados que los de medio punto— inspirados en la arquitectura románica. Se encuentran en la planta baja, en el ingreso al edificio por su costado oriente y en el corredor localizado al fondo, que da a la calle San Felipe.
De la arquitectura gótica se tomó la idea de los arcos ojivales que enmarcan los vanos de algunas puertas y ventanas. Los de este tipo se combinan con arcos de medio punto en el piso superior del claustro del “patio mudéjar”; en los extremos norte y sur son tres, y uno más en cada uno de los extremos oriente y poniente. Ahí están los arcos de medio punto divididos en su mitad por un parteluz que no llega al punto más alto del arco, sino que se abre para formar dos vanos ojivales.

Ejemplo de su arquitectura gótica.
El edificio cuenta con tres escaleras, que conectan sus tres niveles. Una está en el extremo norte del corredor oriental, correspondiente a la esquina de González Ortega y Reforma, y otra en el fondo del corredor central o ingreso principal, así como en el lado norte. Esta última es la más antigua, ya que se construyó en la primera época del edificio y conducía de la huerta a la azotea.

Descanso de la escalera imperial.
La escalera principal se localiza en el corredor del antiguo acceso al inmueble. Sirve para comunicar el primero con el segundo piso del claustro principal. Inicia con una amplia rampa, y cuando llega al punto medio entre los pisos —el descanso— esta plataforma se divide en dos rampas que desembocan en el corredor de la planta alta. Por esta característica suele llamársele escalera imperial. Son acompañadas por pasamanos de rico trabajo de ebanistería y de herrería.

El toque de elegancia lo da el trabajo sobre madera y herrería.
En las paredes que forman el cubo de esta escalera se encuentra la pintura mural Universidad y educación popular , protegida de la intemperie por una cúpula de acrílico transparente.
Se dice que los muros fueron hechos con materiales de la región —adobe, piedras y arena— y su anchura es de 80 y 100 centímetros. En sus paredes se utilizó el ladrillo, y su espesor varía entre 50 y 70 centímetros. Los muros corresponden al primer nivel, las paredes al segundo.
Existió una capilla entre los claustros del lado oriente, cuya entrada era un corredor que desembocaba en la calle Reforma y fue tapiado en 1960. Sólo quedaron de ella, luego de su destrucción en 1914, los óculos de la parte superior de sus altos muros.
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