Su manera de leer y acercarse a las personas y de hacer teología no se resume solo en pensar con lucidez y competencia teórica, sino que toca el corazón, la fuente de nuestro conocimiento religioso, la fuente del re-ligare, la fuente de la interdependencia amorosa de todos nosotros con todo lo que existe. Así nos abre la puerta a una nueva comprensión de la teología, ya no como el conocimiento sistematizado de la voluntad del ser perfectísimo y todopoderoso, personal y patriarcal, sino como la percepción sutil del misterio mayor que envuelve y encanta todo lo que existe. Un misterio que toca tanto nuestra grandeza como nuestra pequeñez, que nos invita a ‘mirar los lirios del campo’ y a compartir nuestro pan de cada día. Un misterio que moviliza nuestra esperanza de volver a nacer cada día de nuevo, así como sale el sol diariamente para todo el planeta. Un misterio que nos invita a mirar la belleza del cielo estrellado, creyendo que hay tanta sabiduría escondida que nuestra actitud solo puede ser de admiración y agradecimiento hacia la vida en este momento temporal y espacial en el que participamos de Ella. Aquí encuentro el germen de una espiritualidad profundamente marcada por la gratuidad de la vida y, por eso, marcada por la exigencia ética de luchar por la ‘vida en abundancia’ para todos y para todo.
Arianne también nos abre de forma aguda al tema ecológico de nuestros tiempos y nos invita a comprender las exigencias de una teología inclusiva de los diversos biomas, incluyendo las diversas expresiones de la vida animal y vegetal para que todos puedan vivir con cuidado y responsabilidad el exuberante don del planeta. Ella se da cuenta que las teologías tienen una enorme responsabilidad frente a la destrucción actual, frente a los problemas climáticos y de muchos tipos que resultan de las codiciosas interferencias de los humanos. La teología cristiana centrada en el antropocentrismo y el androcentrismo exagerados nos hizo olvidar nuestro cuerpo más grande, la Tierra. ¡Y ahora tenemos que rescatarnos como terrestres, o como terrícolas!
En vista de la prioridad que damos a la riqueza indivisa y la pobreza creciente de poblaciones enteras, se requiere un pensamiento teológico interdependiente e inclusivo. Por eso el libro de Arianne es también una interpelación para renovar nuestra responsabilidad común y “reformar” o “recrear” continuamente nuestras teologías según los signos de los tiempos.
Es frente a esta desafiante situación planetaria de nuestro tiempo que las iglesias cristianas deben también reformarse y entenderse continuamente entre sí. Tienen que reubicar al ser humano y el planeta en su conjunto y desde allí reafirmar sus significados. Hoy en día, ante una nueva comprensión del ser humano, es absolutamente necesaria una reinvención de las teologías que incluya la dimensión ecológica y feminista para intentar de superar las dicotomías entre natural y humano, entre global y local, entre privado y público, como Arianne los desarrolló tan claramente en su último capítulo La crisis de las dicotomías.
Cierro este breve prólogo haciendo hincapié en el tema de la libertad religiosa frente a la acción ecológica, tema del penúltimo capítulo de este libro. La autora no solo expande el concepto de libertad religiosa, sino que también expande el concepto mismo de libertad al ubicarlos en los procesos transformadores de la vida y en la dimensión ética que los atraviesa. Es también frente a la exclusión e incluso la agresión contra grupos religiosos minoritarios en América Latina que se desarrollan los prejuicios y delitos de falta de respeto a las creencias de estos diversos grupos. Es como si la verdad fuera una experiencia monolítica y exigiera que todas las personas la afirmen de la misma manera. Es como si Dios, el Misterio Mayor, tuviera un solo rostro al que todos deben adherirse y si no lo hacen se generan conflictos y agresiones. Arianne muestra que la libertad, incluso como creatividad religiosa, requiere pluralismo, requiere incluso diversidad religiosa. Es fundamental en la creación y transformación continua de todo lo que existe que respetemos la diversidad del universo y cuidemos que la vida se mantenga siempre bella y diversa en nuestro pequeño planeta.
El libro de Arianne es un aporte importante para dar respuesta a algunos de los retos que nos ha lanzado la Historia en este siglo XXI. Lo presento a los lectores y lectoras con inmensa alegría y respeto por su labor como intelectual seria y activista comprometida con salvar vidas en sus diferentes expresiones.
Ivone Gebara
Noviembre de 2020
INTRODUCCIÓN
Una teología en movimiento, una teología conmovedora y una teología que moviliza: esa es la que busco en las páginas de este libro. Los artículos acá publicados son un reflejo de más de diez años de mi reflexión y experiencia como teóloga reformada holandesa que ha hecho su camino en Latino-América. Un camino lleno de encuentros entre culturas, corrientes de fe y movimientos distintos. El libro está inspirado por las teologías de la liberación, ecológicas y feministas del continente, y busca el diálogo con movimientos sociales, ambientales y feministas no religiosos.
Teología para mucha gente huele a polvo, a doctrinas inamovibles, y a creencias del pasado. En estos artículos trato de mostrar una teología viva, un pensamiento en movimiento, aun cuando se nutre de narrativas y tradiciones antiguas. Hago la apuesta, inspirado por la teología de la liberación, que sólo se puede hacer teología desde la praxis, y desde las experiencias de las personas que entran en diálogo con las preguntas de personas de todos los tiempos. Sólo a partir de nuestras experiencias e inquietudes se abren las narrativas bíblicas y las reflexiones de otros/as, como un espejo, una voz opuesta, algo o alguien con quien profundizar y clarificar nuestras propias opciones, vivencias y valores. Cuando se hace teología desde las reflexiones que surgen en un grupo diverso, brota teología en movimiento. Sin embargo, esta teología tiene que partir de otro concepto que el usual de “verdad”. Aunque el libro se deja apelar transversalmente por las narrativas bíblicas, estas no son en ninguna parte dogma o última verdad. Las historias se hacen nuevamente verdad en el camino y en la vida (Jn 4,1-42), como se sostiene en el segundo artículo. “La verdad” en forma esencialista no existe, pero tiene que ser encontrado en el encuentro y diálogo con otros y otras. Ahí se llega a una experiencia verdaderamente ecuménica, donde se rompen prejuicios y se facilitan cambios en las personas.
El libro trata de dar unos pasos más allá en la antropología de la teología de la liberación “clásica”, que muchas veces sigue dentro de un marco racionalista. Propone una teología conmovedora. En el artículo “Entre lucha política y relacionalidad cosmológica” hago un balance entre la metodología de esta teología y los aportes de la teología ecológica feminista de Ivone Gebara. Gebara, quien escribió el prólogo a esta colección, aboga por unos cambios más profundos en nuestra epistemología y cosmología, superando los dualismos jerárquicos entre cultura y naturaleza, espíritu y cuerpo, sagrado y profano y razón y emociones, tan propias de la teología occidental. Desde esta preocupación, hice un pequeño estudio sobre la rabia e indignación como emociones fuertes en los movimientos de resistencia frente a las injusticias de este mundo. En reacción al libro La resistencia es el secreto de la alegría de mi maestra teóloga feminista Lieve Troch, escribo un artículo en que analizo el rol de las emociones, y particularmente de la rabia, en estos movimientos, y elaboro algunas pistas para una hermenéutica de la rabia.
En el artículo “movilizando la esperanza” muestro mis propias fuentes de motivación en la lucha en contra del cambio climático, usando narrativas de sabiduría ancestral y un poema de mi tierra para recalcar el tremendo valor de cada acción pequeña, de cada pregunta frente a un sistema socioeconómico depredador que niega la esperanza.
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