Tumbas en movimiento
Tumbas en movimiento
Andrés Restrepo Gil
Restrepo Gil, AndrésTumbas en movimiento / Andrés Restrepo Gil – Envigado: Institución Universitaria de Envigado, 2021.132 páginasISBN Impreso 978-958-53318-9-1ISBN E-pub 978-958-53727-0-2ISBN PDF 978-958-53727-1-9Cuentos colombianos – 2. Literatura colombianaC863.5 (SCDD 22 ed.) |
Tumbas en movimiento
© Andrés Restrepo Gil
© Institución Universitaria de Envigado, (IUE)
Edición: noviembre 2021
Publicación electrónica: noviembre 2021
Impresión: noviembre 2021
Hecho los depósitos legales
Rectora
Blanca Libia Echeverri Londoño
Director de Publicaciones
Jorge Hernando Restrepo Quirós
Coordinadora de Publicaciones
Lina Marcela Patiño Olarte
Diseño y Diagramación
Leonardo Sánchez Perea
Diseño carátula
Isabel Orozco Álvarez
Corrección de texto
Erika Tatiana Agudelo Olarte
Edición
Sello Editorial Institución Universitaria de Envigado
Fondo Editorial IUE
publicaciones@iue.edu.co
Institución Universitaria de Envigado
Carrera 27 B # 39 A Sur 57 - Envigado Colombia
www.iue.edu.co
Tel: (+4) 604 339 10 10 ext. 1524
Impreso en Colombia – Printed in Colombia
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Contenido
Carátula
Portadilla Tumbas en movimiento
Portada Tumbas en movimiento Andrés Restrepo Gil
Dedicatoria Dedicatoria A Alejandro, mi hermano, por su cálida bondad, sin doctrina que la aliente. A mi padre, por la obstinación de su alma y la fuerza de su cuerpo. A mi madre, por la sabia paciencia que la sostiene y nos sostiene.
Agradecimientos Agradecimientos En honor a la justicia y al amor, debo reconocer, en primer lugar, el esfuerzo de Diana. Gracias por su lectura atenta, las recomendaciones precisas y las horas que le otorgó a este libro. A Sebastián Serna, quien cruzó el océano en una cuerda, por los comentarios a los cuentos y por la amistad durante estos años, a pesar del tiempo, a pesar de la distancia. A mi maestra, Hilda Mar Rodríguez, quien enseña con cada palabra y de quien se aprende con cada gesto, por la revisión de los relatos y por la cordial presentación que hace de ellos.
Presentación
La recreación fabulada de la muerte
Tumbas en movimiento
La mirada impotente de Dios
La putrefacción interior
Noventa mil desaparecidos
Una tregua por la tierra
Un páramo helado de recuerdos
Un cementerio de desaparecidos
Un éxodo sobre las nubes
Una peste de grillos
Reseña del autor
Colofón
Contracarátula
Dedicatoria
A Alejandro, mi hermano,
por su cálida bondad,
sin doctrina que la aliente.
A mi padre,
por la obstinación de su alma
y la fuerza de su cuerpo.
A mi madre,
por la sabia paciencia
que la sostiene y nos sostiene.
Agradecimientos
En honor a la justicia y al amor, debo reconocer, en primer lugar, el esfuerzo de Diana. Gracias por su lectura atenta, las recomendaciones precisas y las horas que le otorgó a este libro. A Sebastián Serna, quien cruzó el océano en una cuerda, por los comentarios a los cuentos y por la amistad durante estos años, a pesar del tiempo, a pesar de la distancia. A mi maestra, Hilda Mar Rodríguez, quien enseña con cada palabra y de quien se aprende con cada gesto, por la revisión de los relatos y por la cordial presentación que hace de ellos.
Presentación
La recreación fabulada de la muerte
Te voy a contar un cuento, dice el poeta nicaragüense Rubén Darío en su célebre poema A Margarita de Bayle, y empieza a imaginar un mundo. Scherezade cuenta cada noche un cuento al Sultán para salvar su vida. Había una vez es la vieja fórmula que abre el mundo a los cuentos infantiles, narraciones orales que servían para aleccionar y prepararse para dormir.
Andrés bien podría decir: ¡Colombia, te voy a contar un cuento! y empezar, una tras otra, las nueve historias que ocurren en este país y que no sirven para salvar la vida sino para preservar la memoria, para conocer otra faceta de la historia. En este libro hay muchos había una vez, no como fórmula de narración, tampoco para ayudar a conciliar el sueño; el había una vez que está entre las páginas de estos cuentos es hilo de la memoria, ventana de acceso a cotidianidades, a veces anodinas, que destacan por la simpleza del arraigo a la vida y la persistencia de la muerte.
Estos cuentos no son el pasado de un país, son episodios de diferentes dramas que constituyen una tragedia personal, en primera persona, porque el dolor que se siente con la pérdida, la muerte, la desaparición no es el de las estadísticas que producen escalofríos sino el de los momentos que no se repetirán, de los cuidados que ya no prodigan bienestar, de algunas preguntas que no alcanzan el umbral de la comprensión, de miradas que, en el vacío de la desesperanza, buscan una señal para el recuerdo. Estos cuentos presentan, como en una anatomía del instante, la complejidad de la violencia, el silencio o la certeza de la muerte. Señalan, con precisión y sutileza, que la vida, tal como es vivida, está compuesta de momentos breves que contienen toda la grandeza de la alegría, la tristeza, el amor, la muerte, la esperanza.
A través de algunos de estos cuentos podemos actualizar un sentimiento de dolor, orfandad, duda, tristeza por la muerte, la amenaza, la certeza del ejercicio macabro del poder. Cuentos para dar cuenta de la fragilidad humana en medio de la barbarie y la violencia, de la belleza del encuentro materno, paterno o filial para hacer frente a las vicisitudes de la existencia. Estos relatos son una superficie para ver la violencia tras la cual permanece oculta la capacidad de exponerse que tiene la vida, de arraigarse en el canto de un pájaro, en el ritual de un desayuno o en un sancocho de gallina.
Otros de los cuentos hablan de la grisura de la vida atada a los designios de la fuerza brutal y asesina, de las marcas indelebles que deja la muerte (como acción cotidiana), de las orillas habitadas, impuestas o elegidas para vivir la muerte, para hacer la muerte, para producirla.
La propuesta de Andrés permite poner orden al dolor, palabras al horror, belleza a la fuerza de amor y vitalidad al esfuerzo denodado por mantener la presencia en este mundo en medio del poco valor que tiene la esperanza o la alegría. La realidad y la ficción se compenetran en estos cuentos para identificar otras señales, para atisbar, percibir, conocer, comprender la violencia, para peguntarnos, de nuevo y desde otra orilla, por su origen, por las razones de su persistencia, por aquello que pasa inadvertido en esa creciente sensación de ahogo y totalitarismo que nos embarga con cada muerte.
Además de los personajes que cruzan por estas páginas, lo que representa la poca selectividad que tiene la muerte producida por la violencia, las situaciones, lugares y circunstancias en que se produce; los eventos dan cuenta de un equilibrio en la narración, en la forma de describir y contar. Cada palabra es precisa y justa, es como si todo lo importante de saber estuviera dicho, se hiciera presente en los pensamientos, expresiones, gestos y lugares.
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