También han sido objeto de investigación los Archives Nationales de France, localizados en París, y se ha puesto especial empeño en los asientos documentales de la «Légion d´Honneur», donde se atesoran los historiales de los individuos –así militares como civiles– condecorados con dicha orden que anduvieron por tierras antequeranas.
Además se han focalizado las investigaciones en los Archives Départementales de France, cuyos fondos incluyen los libros parroquiales de los municipios de las correspondientes jurisdicciones político-administrativas francesas, fuentes de un inestimable valor –sobre todo, las partidas de bautismo y muerte– para la definición biográfica de muchos personajes bonapartistas que aparecen a lo largo del texto. Particularmente se han consultado los archivos de los departamentos de Aube, Bouches-du-Rhône, Cantal, Eure et Loir, Haute-Garonne, Hautes-Pyrénées, Meuse, Sarthe, Var e Yvelines.
Las fuentes hemerográficas tampoco son ajenas al aparato crítico de este libro porque han aportado un nutrido cupo documental con noticias muy interesantes, aunque en muchas ocasiones estén distorsionadas por intereses propagandísticos. Históricamente la prensa nunca había tenido un papel tan preponderante como en los años de la Guerra de la Independencia y la multitud de periódicos –surgidos entonces en una eclosión editorial sin precedente– se alinean en uno u otro bando con opiniones patrióticas o bonapartistas, que convierten sus páginas en campos de batalla donde se libra una auténtica guerra de pluma. El texto de la presente obra está enriquecido con datos originarios de periódicos de línea patriótica como la Gazeta Ministerial de Sevilla, Diario de Granada, El Conciso, Diario Mercantil de Cádiz y Gazeta de la Regencia de España e Indias; de corte afrancesado como la Gazeta de Madrid, Correo de Málaga, Gazeta de Granada y Gazeta de Málaga; e incluso de orientación napoleónica pura como el Journal de l´Empire.
Completa el aparato crítico de este estudio un extenso repertorio bibliográfico que incluye obras de muy diversa temática, seleccionadas como instrumentos de apoyo, y entre todas ellas merecen destacarse las que se encuadran en la llamada literatura testimonial, entendiéndose por tal los relatos de carácter autobiográficos con el sello de memorias, diarios y recuerdos. Estas obras ofrecen testimonios de primera mano y contienen el calor de la inmediatez, si bien presentan en su lado negativo el peligro de la subjetividad porque enfocan los hechos según la experiencia de sus protagonistas y autores. Sin embargo, pese a las posibles desviaciones por análisis sesgados de la realidad, las narraciones autobiográficas potencian la bibliografía de este libro y enriquecen su contenido.
Baste decir, por último, que se ha evitado tratar de forma abstracta a los actores que desfilan por las páginas de esta historia –tanto de naturaleza española como francesa– y, consiguientemente, la mayoría de ellos han sido personalizados con semblanzas biográficas que los transforman de personajes indefinidos como fantasmas en hombres de carne y hueso. Por tanto, la lectura de este texto va a descubrir una auténtica galería de retratos.
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En resumidas cuentas, el libro que ahora tiene el lector ante los ojos con el título Antequera, 1808-1812 y el subtítulo De la crisis del Antiguo Régimen a la ocupación napoleónica, es el primer estudio monográfico que se publica sobre la realidad antequerana durante la Guerra de la Independencia en los más de doscientos años transcurridos desde entonces. Además de la presente introducción, la obra consta de doce capítulos y un epílogo, que se exponen con el ilustrativo propósito de transportar al lector a través del tiempo para situarlo en el centro de aquella Antequera como un espectador de excepción. Si se consigue, habrá que darse por satisfecho.
No debe ponerse el punto final a estas palabras introductorias sin la expresión de gratitud a una serie de personas, todas próximas por la sagrada unción de la amistad, vinculadas a la génesis del libro que ahora comienza. Aun a riesgo de omitir algunos nombres por olvido involuntario, vaya mi agradecimiento a José Escalante Jiménez, agradecimiento doble por su generosa contribución como archivero de Antequera y por el regalo del magnífico prólogo que encabeza la obra; a Jorge Planas Campos, por poner a mi alcance sus sabios conocimientos y la rica información coleccionada a lo largo de tantos años; a Alberto Martín-Lanuza Martínez, por su valiosa aportación de ciertas noticias militares; a Juan López Tabar, por responder presto a algunas de mis dudas; a José María Espinosa de los Monteros Jaraquemada, siempre dispuesto a toda colaboración por amor al arte; a Manuel Olmedo Checa, por su ejemplo de incansable investigador; a Francisco Cabrera Pablos, por hacer mío su dominio de la historiografía malagueña; a Rafael Tapia Laude, por facilitarme ciertos papeles que guarda como el más curioso coleccionista de los antequeranos vivos; a José Luis Sánchez Mesa, por la franca disposición de brindarme sus saberes; a Antonio Garrido Torres-Puchol, por su comprensión en un alarde de leal compañerismo; y a Antonio García Gutiérrez, editor de ExLibric, por ofrecerse generosamente a publicar este libro y dirigir las tareas de edición con su esfuerzo y empeño personal.
Las últimas palabras son para la amistad de Antonio Del Bello Martín y el recuerdo de José Antonio Muñoz Rojas.
En fin, sin más preámbulo, se da paso al primer capítulo y lo hago con las mismas palabras que en otras ocasiones:
¡Se levanta el telón! ¡La historia comienza!
[1]«Informes sobre España (diciembre 1807 a marzo 1808) del gentilhombre Claudio Felipe, conde de Tournon-Simiane al emperador Napoleón I». Traducción, comentarios y notas de Manuel Izquierdo Hernández. Boletín de la Real Academia de la Historia. Madrid, 1955. Tomo 137. Págs. 315-357.
[2]«España se encuentra en un momento de crisis, [...]. España se encuentra, lo repito, en un momento de crisis; hace falta, dirigiéndola, cambiarla [...]; la nación francesa recogerá todo el fruto, pero es menester no perder un instante, los momentos son preciosos». Geoffroy de Grandmaison, Charles Alexandre. L´Espagne et Napoléon. Paris: Librairie Plon, 1908-1931. Tomo I. Págs. 468 y 469.
[3]«Españoles: Después de una larga agonía, vuestra nación iba a perecer. He visto vuestros males y voy a remediarlos. [...]. Vuestros príncipes me han cedido todos sus derechos a la corona de las Españas [...]. Vuestra monarquía es vieja: mi intención se dirige a renovarla; mejoraré vuestras instituciones y os haré gozar de los beneficios de una reforma». Archivo Histórico Nacional Consejos. Legajo Nº 5511. Expediente 10. Decreto Imperial 25 mayo 1808.
[4]«...regenerador de la patria». Ibídem.
[5]Ibídem.
[6]Diario de Granada. Jueves 11 enero 1810. Nº 11.
[7]«... aquellos temibles desfiladeros, rodeados de un prestigio tan espantoso, no eran más que un fantasma desvanecido». Thiers, Adolphe. Histoire du Consulat et de l´Empire. Paris: Paulin, 1845-1862. Tomo XII. Pág. 262.
[8]Escalante Jiménez, José. Guía del Archivo Histórico Municipal de Antequera. Antequera: Excmo. Ayuntamiento de Antequera, 2007. Pág. 24.
CAPÍTULO I
Antequera en los albores
del siglo XIX
La ciudad y sus contornos a través de ojos extraños
En todo trabajo historiográfico hay dos conceptos fundamentales que deben definirse como puntos de arranque: la concreción cronológica, es decir, la determinación en el tiempo de los rangos que fijan el periodo del estudio; y la situación espacial, o sea, la delimitación geográfica del marco que circunscribe las acciones. En el presente caso, el concepto cronológico está fijado inconfundiblemente porque se limita a los años comprendidos entre 1808 y 1812, años que corresponden a la convulsiva Guerra de la Independencia. Sin embargo, la noción geográfica solo ha sido apuntada y aunque no se ignora que se trata de Antequera, conviene definir con mayor precisión la realidad local existente durante esa época.
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