EL AYUNTAMIENTO DE VALENCIA Y LA INVASIÓN NAPOLEÓNICA
EL AYUNTAMIENTO DE VALENCIA Y LA INVASIÓN NAPOLEÓNICA
María Pilar Hernando Serra
(Prólogo de Mariano Peset)
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
2004
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© La autora, 2004
© De esta edición: Universitat de València, 2004
Producción editorial: Maite Simón
Fotocomposición y maquetación: Ligia Sáiz
Corrección: Pau Viciano
Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera
ISBN: 978-84-370-9480-9
A mis padres
A David y Pablo
ÍNDICE
Prólogo de Mariano Peset
Introducción
1. EL AYUNTAMIENTO DE VALENCIA A FINALES DEL ANTIGUO RÉGIMEN
Valencia a principios del siglo XIX
La oligarquía municipal valenciana: un poder sólidamente asentado
El corregidor
Los alcaldes mayores
Los regidores
2. ESTALLA LA GUERRA DEL FRANCÉS
Las juntas provinciales asumen el poder. Las juntas de Valencia
Las Cortes de Cádiz
La guerra en suelo valenciano
Financiación de la guerra
Medidas de defensa
Asedios a la ciudad de Valencia
Liberales, absolutistas y afrancesados
3. LA OCUPACIÓN FRANCESA DE LA CIUDAD (1812-1813)
Capitulación de Valencia
El ayuntamiento bajo el gobierno del mariscal Suchet
El ayuntamiento interino (9 enero-7 marzo de 1812)
El ayuntamiento «afrancesado» (7 marzo 1812-5 julio 1813)
Presión fiscal asfixiante: las contribuciones extraordinarias de guerra
El gobierno francés y otras competencias municipales: obras públicas, sanidad y policía
Suchet y la Universidad de Valencia
Relaciones con la Iglesia
Estancia del rey José I en Valencia y salida de los franceses de la ciudad
APÉNDICE DOCUMENTAL
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Prólogo
La invasión napoleónica fue uno de los acontecimientos más notables de la historia reciente de España. Es el comienzo de la época contemporánea y trajo consigo –junto a los desastres de una guerra– el inicio de una nueva sociedad y de unas formas políticas nuevas. Historiadores, como el conde de Toreno y Modesto Lafuente, describieron sus batallas y sus logros, los cambios sobrevenidos en aquellos tiempos tristes, que sin embargo anunciaban un horizonte nuevo, que llega hasta nuestros días. Galdós, en las primeras series de los Episodios nacionales mezcla sus personajes –Gabriel Araceli y Salvador Monsalud– con los protagonistas vivos. En su intento de exponer la nueva situación liberal que despliega en sus novelas, comienza con la derrota de Trafalgar, y continúa con los sitios de Gerona o de Zaragoza... La primera serie narra el reinado de Fernando VII. La historiografía ha sido copiosa sobre aquellos años fundacionales del estado moderno. En aquel momento los franceses, con sus armas, trajeron sus ideas y sus logias –elementos decisivos para la transformación–. Propusieron un monarca Bonaparte, en quien muchos «afrancesados» vieron una solución de modernidad; transmitieron sus ideas constitucionales: «Le but de toute association politique est la conservation des droits naturels et imprescriptibles de l’homme. Ces Droits sont la liberté, la propriéte, la sûrété et la résistence a l’oppression...» Con la ayuda decisiva de Inglaterra, fueron vencidos y se retiraron dejando huella doloroso, pero también las raíces de una revolución que prometía un futuro más justo, más libre, más favorable al pueblo.
En general, la bibliografía hispana no ha mirado con simpatía la presencia de los ejércitos napoleónicos, aunque existan buenos estudios sobre afrancesados y liberales: Juretschke sobre Lista, Artola, López Tabar, Vicente Llorens en sus Liberales y románticos. Pero sobre el ejército y el estado bonapartistas no ha sido, en general, muy amplia; interesa el bando doceañista, más que el francés, que parece dejarse encargado a los historiadores galos...
También los sucesos de aquellos años, en las diversas regiones, han producido numerosos estudios: a medida que avanza la investigación sobre un tiempo y unos acontecimientos, la parcela ha de reducirse para penetrar más hondo, para manejar nueva y más copiosa documentación, y entender mejor los mecanismos sociales y económicos, los jurídicos. La historia local cobra importancia, no es una limitación como algunos pretenden –otra cosa es que sea anécdota o de detalles poco importantes, de lo que también pueden adolecer los enfoques amplios–. En Valencia la iniciaron Vicente Genovés y Natalio Cruz, después Manuel Ardit, y tantos otros... Mas una cosa son las ideas y las circunstancias y luchas políticas y bélicas, otra, las instituciones que propugnaron los franceses, desde un monarca y una constitución –la de Bayona–, una división de las provincias o departamentos regidos por prefectos o por militares, unos impuestos... El primero que en España cultivó un enfoque institucional fue Mercader Riba, gran historiador al que sin embargo se ha olvidado un tanto. Tuve cierta relación con él, no por éste, sino por el tema de la Nueva Planta sobre el que tanto trabajó, en relación a Cataluña; en alguna ocasión hablamos en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en donde pasó gran parte de su vida, mientras estuvo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Era un hombre retraído, trabajador hasta el extremo, generoso... Tuvo escasos continuadores en este empeño, aunque la tesis doctoral de Carmen Muñoz del Bustillo, acercó su mirada a la prefectura de Xerez.
Pilar Hernando realiza su estudio sobre el Ayuntamiento de Valencia, sus transformaciones desde inicios del XIX hasta la vuelta de Fernando VII. El Antiguo Régimen se desplomaba sin remedio, con las propuestas de Cádiz y de los ejércitos franceses... La autora vio cómo se producían los cambios en tres modelos diferentes: el viejo ayuntamiento borbónico fue sustituido por las propuestas francesas y doceañistas, luego volvió a instaurarse por unos años. Durante un periodo, entre 1812 y 1813, –entre el ayuntamiento tradicional y las propuesta de reforma de Cádiz– Valencia fue administrada por los invasores. Quizá sin demasiados cambios, al pronto se respetaron a los regidores, pero con sentido de ocupación bélica; la interferencia militar del mariscal Suchet aborda las principales cuestiones: cambio de personas, reformas, lealtades, asuntos económicos... Cuando la historia acelera los ritmos –la invasión, la resistencia, las ocupaciones, los destrozos...– parece que los documentos, aunque no sean muy numerosos, hablan con claridad, plantean novedades y proyectos que apenas tienen tiempo de implantarse. Comienza sus páginas con una amplia presentación de los últimos momentos del ayuntamiento borbónico, su organización y quiénes lo forman. Como acontecía desde el XVIII –desde la Nueva Planta–, el corregidor-intendente y los regidores formaban una oligarquía al servicio del rey y de sus propios intereses, que dominaba sobre la ciudad. Durante los años de la guerra, una junta de notables tomó el poder, sujeta después a la Junta Central y a las Cortes y la regencia. Los problemas municipales de esos años –contribuciones bélicas y defensa de la ciudad– fueron sus tareas esenciales, hasta que se verificó la ocupación.
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