El tren que lleva a Marina a Kazán en noviembre de 1918 avanza con gran lentitud. Al final del trayecto le espera otro hospital más, otra sala con catres duros y sábanas raídas. En la cama vecina se encuentra un joven apuesto, de no más de veinte años. Tiene el rostro sonrosado y unos ojos grises brillan bajo sus rizos morenos. Marina tarda un momento en reparar en qué es lo que lo hace extraño: no se mueve. No tiene brazos ni piernas. Solo puede mover la cabeza y sus ojos siguen a Marina con una mezcla de dolor y orgullo por ese último vestigio de capacidad.
La revolución tampoco se detiene en Kazán. Los bolcheviques están decididos a emplear todas sus fuerzas en la guerra contra los partidarios del zar. Marina se sorprende cuando descubre su nombre en una lista de pacientes que deben incorporarse al Ejército Rojo. ¿Tiene que volver a la guerra, pese a su cabeza que no para de agitarse, pese a sus nervios que la traicionan? En su decreto, el Ejército Rojo los convoca a todos en la Universidad de Kazán.
La revolución impone entonces su lógica a Marina. Según los principios de los bolcheviques, la invalidez no exime a nadie de la lucha entre ideologías. O bien se es un ardiente defensor de la nueva Rusia o bien un enemigo al que hay que erradicar. Así lo ve también el flamante soldado del Ejército Rojo que los examina. La neutralidad es un “comportamiento inexcusable”, explica. Tampoco le convence el argumento de que los soldados no deberían meterse en política. “¿A favor de quién estáis? ¿En qué gobierno creéis?”, grita ante el grupo de heridos. Después se dirige directamente a Marina: “¿En qué crees tú?”. Antes de darle ocasión de responder, contesta él mismo la pregunta: “¡Una cosaca! […] ¡Los cosacos aterrorizaban a los campesinos y trabajadores en nombre del zar!”. Marina empieza un encendido discurso: “¡Hermanos!”, grita, estirando el brazo en un gesto dramático. Pero antes de poder empezar su alegato a favor de la lucha conjunta en nombre de la patria, la traicionan sus nervios, que todavía no se han recuperado. Marina pierde el conocimiento. Cuando despierta solo ve paredes grises a su alrededor.
3“Ob rechts, ob links / vorwärts oder rückwärts, / bergauf oder bergab – / man hat weiterzugehen, / ohne zu fragen, / was vor oder hinter einem liegt. / Es soll verborgen sein: / ihr durftet, musstet es vergessen, / um die Aufgabe zu erfüllen”.
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