1 ...7 8 9 11 12 13 ...32 NAVE. Contacto Nave Uno a 1750 Pársecs.
Ist se asombró, no del anuncio, sino de la distancia transcurrida desde el último aviso. Sólo una tremenda mejora en su t-motor podría haber permitido a esa Uno acortar tan drasticamente su trayecto. Prefirió centrarse en el otro misterio que le rondaba por la cabeza ¿Pero qué harían en el pasado? ¿Cuál era el objetivo? ¿Que no podía saberlo ahora? ¿Ni ella mismo lo sabía? ¡¿Entonces...?!
Entonces el perro que ladraba se dejó de guaus ¿Tal vez porque Sarie le estaba acariciando la mejilla con una suavidad rondando la dulzura, mientras le reiteraba le famosa frasecita de “confía en mi”? Mira tú, y de reojo multitarea controlaba a su enrabietado hermano -¿guardián de su virtud?- y a su curtido padre, el cual contemplaba la escena con aparente sereno asombro. “Tanta Academia...” -exclamó en su fuero interno-. “Veintidós ciclos son un suspiro”. Sarie se dio por aludida por la mirada de reprobación del guardián de su virtud y la de la indiferencia a medio gas de su insigne progenitor. No pudo reprimir un leve sonrojo. Vaya, pero de todos modos quizás las virtudes femeninas eran necesarias y útiles en aquel momento. Si era una artimaña calculada -y de Sarie podría esperarse- tenía cierto sentido. Consuelo de Gie. Pese a todo, definitivamente ella le haría a aquel cuerpo joven y bien formado un repaso de mantenimiento con garantía para toda la vida. Vaya si no. Su cerebro también gozaba con la vista primorosa del joven Comandante. O más.
-Nave, anula recreación.
Obediente. Este proceso era mucho más largo que el de la conversión de energía en materia: en lugar de dos estados, cuatro. El planeta se quitó el camisón y nuevamente mostraba sus miserables entrañas. Total, todo era energía.
-NAVE. Morphoide activo. Actuación según estrategia implante.
Ri -no había tiempo que perder- ya tenía en su conocimiento el plan y sus objetivos. Cuidado con las patitas ociosas, busca codificador; descifra. Como un haz de energía Nu abandonó la estancia, en dirección hacia la bodega -inmensa bodega- correspondiente. Por suerte, a Ist se le había ordenado utilizar el almacén número uno, es decir: el más próximo al Puente de Mando. Aún así Ri requeriría de autopropulsión plásmica para llegar hasta allí. Todas las distancias hasta cualquier parte de Nave eran enormes. Ningún problema, Rí había sido dotado con propulsores de plasma increíblemente veloces para el espacio que ocupaban en un cuerpo del tamaño de una persona. Se trataba de unos pequeños apéndices tubulares, que Ri ya se había colocado a la espalda. “Pues ahora me toca a mí. Esto ya lo he realizado más veces” -señaló el gigantón-. Gie se refería a la tarea paralela dos: alcanzar la urna. Él lo haría, seguro, pero claro, en las otras ocasiones no había veneno en la trampa, pues papaíto tenía más facilidades desde su propio cuadro de mandos “¡Pero lo detectarán en la otra nave!” -adelantó Ist- ¡¿En qué estaban pensando?! “El retículo está preparado para camuflar un intruso en inspección. Mi padre fue el número dos de su promoción” -señaló orgullosamente Sarie-. Uf... Claro, de tal palo... Seguro que la madre por contra habría sacado un diez en belleza. Y que Sarie había recogido lo mejor de ambos era seguro. Por lo de pronto, la belleza era indiscutible fuera o no verdad lo de mamá. Uff... ¡Cuántas vueltas le daba la cabeza! Ni que nunca hubiese visto una mujer. Claro que no. Sólo llevaba sin ver algo femenino -en singular- o sea: no camuflado por el bullicio, y por supuesto no androide, desde los diez ciclos.
Gie ya conocía el sistema. Se dirigió a las paredes de Nave y solicitó el equipo de reconocimiento. Nave envió inmediatamente una emulsión de materia-energía-materia que rodeó completamente su cuerpo. Un estado después, éste se presentaba ataviado del mono hermético apropiado para una excursión. Sus cabellos rubios habían desaparecido ocultos por el casco de exploración. Para estos casos, existía en el Puente de mando una pequeña cápsula, de tamaño ajustado para cuatro personas, que permitía realizar recorridos de una autonomía de unos pocos dims. Más que suficiente. “¿Me la activas?” –solicitó al dueño de la casa-. Ist lo despidió con preocupación.
-Ri cumplirá su cometido, nunca falla.
Con la reciente casuística, tal afirmación era algo meramente formal y realmente poco categórica en la mente de Ist. Ri era brillante, pero con todo lo que estaba ocurriendo ya nada estaba asegurado en su cabeza. Como si le hubieran inyectado fuego directamente en el cerebro, desde el mismísimo instante que había hecho acto de presencia la reina de las curvas de derrape mental, todo su cableado neuronal se estaba cortocircuitando alarmantemente. Aunque intentaba concentrarse en su faceta más juiciosa, se sentía asaltado constantemente por aquellas primitivas tentaciones. “No, Ist, no; céntrate, hombre ¿Cómo puedes estar pensando en lujurias en estos momentos? ¿Te has vuelto loco?”. Mientras se hacía un lío, alguien aconsejaba. “Puedes ir bajando, pero no superes el umbral de sensibilidad. Cuando recibas la orden, baja hasta los sucesivos niveles lo más rápido que puedas”. Quien lo hacía hablaba más como padre preocupado que como alto mando curtido en la técnica. Sarie tenía algo que recomendar. Sería mejor que lo acompañasen los morphoides de papá si o sí. Podrían serle sumamente útiles. Nave ya traía protección de serie. Coi asintió. Con una orden, los morphoides del General pasaron a servir a su nuevo amo. Finalmente un “te quiero, no vuelvas tarde” de Sarie, más algún detalle técnico de la casa: usar la conexión manual para evitar interferencias imprevistas. Lo obligó a levantar el casco y le besó con inmensa ternura. La hermana era hermana antes que colega de galones.
Entretanto, Ri, obediente y dispuesto, tras haber activado sus propulsores de masa-energía, tomaba ya el ex-asteroide que ya tenía nombre. Debido a la atmósfera de inertización que mantenía a la luna desconectada de sus características masa-energía consustanciales a su naturaleza cosmológica, Nave no podía emitir señales de rastreo; así, era Ri el que debía hacerlo por su cuenta.
***
No había transcurrido mucho tiempo, cuando tras el contacto con la polvorienta superficie, el morphoide adoptó la posición cuadrúpeda de exploración. No debía apoyar sus miembros sobre la misma superficie más de dos estados y como un roie del ardiente desierto de Quiñts refrescando sus patas palmadas de dos en dos sin dejar de corretear nerviosamente, chequeaba la corteza lunar sin detenerse. Era un buen rastreador, Nave era la que escrutaba -eso sí podía hacerlo- a través de sus sensores. No fue difícil encontrar el tesoro. Tras unos cuantos estados detectó la actividad electroenergética y sus dos coronas de emisión de chorro de plasma se prendieron con destino hacia el otro extremo a una velocidad sólo tolerable para un morpho. Le iba llevar un par de cots por lo menos.
-NAVE. Ubicado objetivo en luna.
-Fantástico –sonrió Ist.
-NAVE. Nave Uno a 1500 Pársecs.
-Vale –masculló Ist.
-NAVE. Nave uno identificada como Nave Capitana.
Se despejaba equis y daba a igual a, la Nave Imperial. Ist no dijo nada. Ahora entendía perfectamente la inusual velocidad a la que venía desplazándose. Miró a Sarie y a Coi con cara de puto estafado. Como si le hubiesen endosado por el conducto rectal una sonda del tamaño de una puya para owiñs. Perfecto: la Uno de las Unos. “Le he mentido con lo del Comité, en realidad el problema lo tengo con el otro Supremo. El otro cincuenta por ciento del poder de Ria” –disculpose el viejo-, que le había engañado para utilizar la otra Dos en la que hacía poco habían estado, en lugar de su acogedora Uno. “¡Aaahhhh!”, gritaron sus neuronas. Sarie, viendo sobresalir del cráter de su mirada angustiada una erupción de nervios, intervino con urgencia. Sensual de nuevo emitió sus feromonas.
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