-¿Nadie se ha parado en que no ha habido ninguna repercusión para Nave en forma de boom colosal?
Estaban las cosas como para dar preferencia al cortex neuronal. Con los nervios a flor de piel, se perdía –hasta Sarie- control sobre la lógica y el análisis racional más elemental.
-Alguien me debe unas disculpaaaassss. Putilla, ¿Por qué me pones a mi hombre contra mí? ¡¡¡Te voy a destroooozaaaar!!!
¡Sí, sí! ¡Todos le debían unas disculpas! Y más él. Se había equivocado ¿Qué tal si se ponía por una vez en el lugar de los demás? Palabras ¿Iba o no a seguir confiando en ella? ¿O tenía que volver a ponerle a prueba?
Sólo siendo Eva la Nave, y la Nave, Eva, podría entenderse que alguien abriera el compartimento del habitáculo en esos instantes... “Rrs4-444f-n3” ¿Le iban a creer ahora? Sí, a Eva... En persona. Guapa a rabiar, altiva como una reina; y con una apariencia tan extrañamente apacible que hacía presagiar cualquier cosa menos algo bueno ¿Cómo podía ser? A sus pies les arrojaba el decodificador. Había sido muy sencillo. Tanto, que, como le había sobrado tiempo, se había entretenido un poco. Con la tripulación. Pues sí, habían jugado un poco -“qué diver”- a ver cuántas rodajas salían del cuerpo humano. Lo había pasado ¡genial!, aunque tenía serias dudas que a ellos les hubiera terminado por convencer el resultado de la partida. Qué mal presagio. Ist dio una orden a Nave e inmediatamente se desplegó sobre sus paredes un muestrario cambiante de vistas de todas las estancias. Y la visión era simplemente aterradora. Allí donde quiera que se mirase se podía apreciar el efecto destructivo de un demonio. Los tres se llevaron las manos a la cabeza; aquello era indescriptible. Ist ordenó inmediatamente recuento de vida interior. Resultado: cuatro. Pasmo total.
-Sólo se ha salvado uno.
Sarie hizo cuentas distintas a las de Ist.
-No Ist: cuatro. Mi padre, yo, tú… Y Eva. Cuatro. Nave la identifica plenamente como humana.
Un detalle irrelevante en aquellos momentos. Había asesinado a... “Muchos, putita... muchos. Bueno... a todos” ¿Querían saber? Unos cuantos cientos con sus “propias manitas” y el resto, simplemente los había “gaseado”. Tenía muy buena intención, pues le parecía lo más justo por aquello del -según sus palabras- “agravio comparativo”. Tenían que entender que en Nave sólo había disponible dos plazas, Una para ella, obviamente, y otra para su amor. Su amor… Sí, aquello rebasaba ya lo asimilable, pero aquel era un camino sin opciones.
-NAVE. Proceso reabsorción cuerpos iniciado. Nave Uno a 1000 pársecs. Contacto.
¿Quién hablaba? ¿Nave? ¿Eva? ¿Ambos? Eva sonreía teatral.
-Aquí Dart, General Dart. Si se rinden ahora, salvarán sus vidas. En caso omiso, los eliminaré.
-NAVE. Nave Uno ha cortado la comunicación.
Da gusto cuando uno puede elegir. Morir por un brutal cañonazo de plasma-masa-energía o por el zarpazo de un morpho. Sarie recordó cuán temible era la sonriente.
-Es nuestro fin. Este morpho no tendrá compasión con nosotros. Sólo tú te salvarás.
-Llámame Eva, por favor, zorra.
Ist todavía estaba incrédulo de todo lo que Ri estaba maquinando por su cuenta. Pero no era posible... Era... Era... ¡Era una máquina! Sarie fue la encargada de desengañarlo nuevamente. Es que Sarie parecía saberlo todo. Normal, Thera da mucho de sí. Situación: Eva le parecería una máquina, pero sólo se trataba de una pura apariencia. La prueba era que Nave, se suponía que con independencia “técnica” de su sub producto, había testimoniado su presencia como vida. El padre lo aclaró todo. Había sido fruto de un experimento llevado en el máximo secreto hacía muchos ciclos. Con razón. Ist comenzaba a entender aquel comportamiento tan inusual para un cuerpo programado.
-Cuéntales vejete. Que sepan quién es Eva antes de morir.
La invitación invitaba bien, por no decir que invitaba sin remedio de evitarla. Él sólo sabía lo que le había contado Teip. Su amigo y socio. Había colaborado en su diseño, en un principio, hasta que lo había abandonado cuando a un colega, ese Dart que ahora les atosigaba, se le había ocurrido una idea delirante, que increíblemente finalmente era apoyada por todos. Todos excepto precisamente por Teip -claro- que airadamente había despachado el asunto preguntándose a dónde demonios iban a llegar con aquella filosofía de trabajo. Sí, lo recordaba muy bien. Había dicho palabra por palabra “yo jamás sería capaz de confiar en un morphoide y menos confraternizar con él”. Y tras el portazo de rigor, no se volvió a tratar aquel proyecto. Bueno, quizás había sido la excusa perfecta también para él, para centrarse en otro que seguramente valoraba mucho más importante. Eso Coi. Dart, experto en morphos a no va más, lo tenía entre ceja y ceja. Obsesión. Hasta el momento habían conseguido resultados muy prometedores. Sin duda. El morpho cumplía harteramente con todos los objetivos que se habían fijado, pero fallaba en una cosa: el centro de evaluación-decisión. Llegaba un momento que el morpho simplemente se paraba en el momento que no sabía asumir una decisión que entrañara alguna repercusión moral. El bien y el mal. No en vano, ello implica formidables recálculos de experiencias memorizadas, y a su vez, nuevamente todo ello se encontraba sometido a una continua evolución de circunstancias a valorar. Literalmente se colapsaban sus circuitos y había que reiniciarlo cada vez más frecuentemente.
-¡Gie, ¿estás ahí?! ¡Gie...! ¡¡Aborta la misión por amor de Dios!!
-NAVE. Conexión manual cortada.
“Maldita sea” -temió Sarie- seguramente el vehículo se había visto afectado por la explosión sufrida. Al general se le llenó la boca de “hay que...”.
-No, General, no hay nada que hacer. Termine de contar el cuentecito o le despedazo a su hijita ante sus narices en un nano micro estado. Es muuuuy interesante.
Qué persuasiva la estresante Eva. Coi miró a los ojos a su hija y aparcó su sufrimiento, para ganar tiempo a lo inevitable.
-Dart se sirvió de un cuerpo humano.
“Si, ya sabes, querido: piernas, tronco, culete... Cerebro” –añadió riendo Eva-. La subsiguiente explicación llevaba aparejado algunos de sus pormenores para ilustrar la envergadura del proyecto: el paso siguiente sería en principio sustituir todos los tejidos humanos por tejido humano replicado a nivel cuántico. Pero en en lugar de eso, en lugar de realizar una restitución de tejidos exacta -lo cual ya era una técnica médica conocida y exitosamente aplicada- se había decidido suplir aquella estructura absolutamente orgánica natural por un material plasmático masa-energía-masa, casi eterno, que además le permitía introducir modificaciones de configuración de conducta y memoria como si un programa se tratase. Cada parte de su cuerpo -funcionalmente- era exactamente idéntico al homólogo de un cuerpo humano. Y el cerebro no era una excepción; lo que ocurría era que en lugar de sustento biológico, existía uno artificial. Una base masa-energía-masa. Al fin y al cabo, lo mismo, pero con un origen no evolutivo. Todo ello controlado por un -como habían podido comprobar- bastante defectuoso centro de “obediencia” bautizado como de “decisión-evaluación”. La diferencia, algo esencial en el cuento: en este caso un centro de decisión-evaluación biológico. Lo mismo que se podría inducir a un humano-humano se le podía aplicar a aquel ser. Nada de intrusión a lo fino bisturí. Cualquiera de ellos podía recibir la misma terapia, y actuarían tan idénticamente como una reluciente Eva. Lástima que la atmósfera de inertización y el plasma mórphico no se llevaran precisamente bien. Ya habían comprobado los resultados. Pero salvando eso, no más bloqueos. Esos morphos eran muy avanzados, pero pertenecían a una línea experimental ya descartada. De hecho, sólo se habían “fabricado” tres ejemplares.
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