En uno de los libros más vendidos, y supuestamente más leídos, de los “escritores más exitosos” Jack Canfield, Mark Victor Hansen, Patty Hansen e Irene Dunlap, Sopa de pollo para el alma de los niños: Relatos de valor, esperanza y alegría, uno de los relatos (bastante soso, por cierto) se intitula “La pequeña nota”, y todo el tiempo se refiere, del siguiente modo, a lo que ya anuncia el título:
“Me dieron esta pequeña nota y tienes que firmarla para que pueda entrar a clase. […] Caminé hacia donde estaba y le enseñé la pequeña nota. […] Firmó la pequeña nota pero me dijo que esta vez no me iba a zafar tan fácilmente y que al llegar a casa hablaría conmigo”.
Era suficiente con titular el relato “La nota” y referirse todo el tiempo a
esta nota y la nota.
Van otros ejemplos de esta redundancia y de la superlativa redundancia “pequeña notita”: “Pequeña nota de actualización sobre glosarios de la IATE”, “he adherido una pequeña nota en el monitor de mi computadora”, “en el cuarto yacía una pequeña nota”, “pequeña nota para John Berger”, “pequeña nota sobre ramo de flores”, “una pequeña nota a ‘La economía cubana: cambios y retos’, de Roberto Veiga Menéndez”, “Apple envía una pequeña nota en apoyo a sus compañeros”, “una pequeña nota para mis vecinos”, “subastan por miles de euros una pequeña nota de Einstein”, “una pequeña nota de la mejor película de 2015”, “la pequeña nota que emocionó a nuestros lectores”, “pequeña nota crítica sobre Facebook y Wikipedia”, “breve nota sobre la medición del ingreso”, “breve nota sobre el informe del gobernador”, “breve nota sobre etiquetado de alimentos”, “una breve nota sobre la narrativa gráfica en América Latina”, “breve nota sobre la colonialidad de los saberes hegemónicos”, “breve nota de adiós a Colombia”, “Clarín le dedicó una extensa nota a Almanza” (obviamente, no se trataba de una nota), “Beatriz escribió una extensa nota”, “la extensa nota de La Nación”, “Mark Zuckerberg ha publicado una extensa nota sobre el futuro de Facebook”, “se hicieron mediante extensas notas”, “le gustará saber que he tomado extensas notas”, “realizó extensas notas al margen de todos los libros que leyó” (si están en los márgenes de los libros, no pueden ser extensas), “una nota extensa y bien detallada”, “la primera nota extensa de su carrera”, “contenido de la Biblia con las notas extensas”, “tomar notas extensas ayuda a extraer mucho más de las entrevistas, pero es difícil tomar notas extensas y escuchar atentamente al mismo tiempo” (la lógica se impone, en ciertos casos), “dentro de la carta había una pequeña notita”, “hecho en una pequeña notita”, “despidiéndose sólo con una breve notita”, “diseñamos esta breve notita que puedes descargar e imprimir”, “desarrolló una extensa nota periodística”, “la extensa nota periodística del Washington Post” y, como siempre hay cosas peores, “la gran y extensa nota periodística” y “una brevísima notita de dos líneas”.
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36. ¿breve resumen?, resumen, ¿resumen breve?, ¿resumen completo?, ¿resumen corto?, ¿resumen largo?, resumir, ¿resumir abreviadamente?, ¿resumir brevemente?
Si en la escuela nos piden, como tarea, un “resumen” de El principito, y entregamos veinte cuartillas, ¿en dónde está el resumen? En ningún lado, no lo hay, porque el verbo transitivo “resumir” (del latín resuměre) significa “reducir a términos breves y precisos, o considerar tan solo y repetir abreviadamente lo esencial de un asunto o materia” (DRAE). Ejemplo: Resumió Cien años de soledad de una manera inconexa. De ahí que el sustantivo masculino “resumen” sea la “acción y efecto de resumir o resumirse” y la “exposición resumida de un asunto o materia” (DRAE). Ejemplo: Se le pidió un resumen, pero no tiene idea de cómo resumir. De ahí la locución adverbial “en resumen”, que significa “resumiendo, recapitulando”. Ejemplo: En resumen, el proyecto no es viable. También, el adverbio “resumidamente”: “de manera resumida” y “brevemente, en pocas palabras” (DRAE). Ejemplo: Resumidamente, su exposición fue incomprensible para todos. El adjetivo “breve” (del latín brevis) significa “de corta extensión o duración” (DRAE). Ejemplo clásico: Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y, si lo “breve” es algo “de corta extensión o duración”, debemos saber que el adjetivo “corto” (del latín curtus) se aplica a una cosa “que tiene menor longitud de la normal” (DRAE). Ejemplo: Antología del cuento corto. El perfecto sinónimo de “resumir” es “abreviar” (del latín tardío abbreviāre), verbo transitivo que significa “hacer breve, acortar, reducir a menor tiempo o espacio” (DRAE). Ejemplo: Le pidieron que abreviara su aburrida exposición que aún hizo más aburrida con el soporífero PowerPoint. Locuciones adverbiales sinónimas de “en resumen” son “en resumidas cuentas” (“en conclusión o con brevedad”), “en una palabra”, “en dos palabras”, “en tres palabras”, “en cuatro palabras” y “en pocas palabras” (“brevemente, en un instante, con concisión”). Ejemplos: En resumidas cuentas, no entendió ni madres; En una palabra: ¡aburridísimo!; En cuatro palabras, no tiene ni idea; En pocas palabras, no entendió qué fue lo que se le pidió. Explicado y comprendido lo anterior, queda claro que “breve resumen”, “resumen breve”, “resumen corto”, “resumir abreviadamente” y “resumir brevemente”, más sus variantes, son redundancias brutas, porque no hay resumen que no sea breve o corto ni es posible resumir sin brevedad o cortedad y, en consecuencia, lo que no es breve o corto, no es resumen, y lo que no está expresado brevemente y con precisión nada tiene que ver con la acción de resumir. Y, para que se vea que las cosas siempre pueden empeorar, ya son también abundantes, y repugnantes, los sustantivos calificados “resumen completo” y “resumen largo”, que atentan contra la lógica y el buen sentido, pues todo resumen, por breve o corto que sea, es “completo” y “preciso” si se trata realmente de un resumen. Y, obviamente, de acuerdo con la definición, ¡no puede ser “largo”!, pues el adjetivo “largo” (del latín largus) significa, de acuerdo con el DRAE: “que tiene longitud”, “que tiene mucha longitud” (aunque, en tal caso, sería “muy largo”) y “copioso, abundante, excesivo”. Ejemplo: Tiene el cabello largo y lacio. Lo que ocurre es que no pocos gaznápiros llaman “resumen completo” o “resumen largo”, tratándose de una obra dividida en capítulos, a la “síntesis” (del latín synthěsis, y éste del griego sýnthesis) de cada capítulo para abarcar, linealmente, una obra. Pero tal cosa no es un “resumen”, sino, precisamente, una “síntesis”, pues este sustantivo femenino significa “suma y compendio de una materia u otra cosa” (DRAE). Ejemplo: Síntesis informativa digital del Senado de la República, que recoge y organiza, temáticamente, la información de los medios impresos y audiovisuales: lo más destacado de la política, la economía, la información general, etcétera. Dicho de otra manera, es una suma o adición (“agregado de muchas cosas”) y a la vez un “compendio” (del latín compendium), sustantivo masculino que el DRAE define como “breve y sumaria exposición, oral o escrita, de lo más sustancial de una materia ya expuesta latamente”. Ejemplo: Compendio de historia universal (y es un volumen, el primer tomo, ¡de casi quinientas páginas!). Obviamente, no es un “resumen”, sino una “sumaria exposición” de una materia ya expuesta en un sentido “lato” (del latín latus), adjetivo que significa “dilatado, extendido” (DRAE). Por ello, debe quedar claro que no es lo mismo un “resumen” que una “síntesis” y un “compendio”. Una cosa es hacer el resumen de una historia (un cuento, una novela, un ensayo, un libro de viajes, una obra de teatro, una película, etcétera), y otra, muy diferente, escribir una “historia sintética”. Ejemplo: Historia sintética del arte colonial de México (1922), de Manuel Romero de Terreros, un librito de 90 páginas, que, por supuesto, no es un “resumen”, sino, precisamente, una “historia sintética”. En resumidas cuentas, eso que muchos llaman “resumen completo” o “resumen largo” (con idiotez y contrasentido) es en realidad una síntesis, pues, como ya hemos dicho, todo “resumen” es “completo”, si realmente es un “resumen”, aunque utilice pocas palabras o, más bien, justamente por esto: porque, en pocas palabras, reduce a términos breves y precisos lo esencial de un asunto o materia. Lo demás es una tontería.
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