1 ...8 9 10 12 13 14 ...18 Salimos juntas de la editorial y caminamos hacia un coche azul que espera con las luces puestas. Saludo a Alyssa con la mano y entro en la parte de atrás del coche.
—¿Qué tal tu primer día?
—Atareado —contesto poniéndome el cinturón de seguridad—. Mucha pila de papeles.
—No me extraña, sobre todo porque la planta en la que estás recién se ocupó ayer con las cosas.
Me quedo mirándola sin comprender.
—¿Cómo que se ocupó ayer?
—Esa planta estaba dedicada a las visitas ocasionales, y sólo uno de los despachos que hay. Por eso está el gran acuario que viste en el nuevo despacho del señor Ross. El servicio de limpieza tuvo que hacerse cargo durante el día de ayer para adecentarlo todo para que se pudiese utilizar. Sólo quedó por arreglar tu despacho.
Ah.
Pienso en el señor Titán y ahora entiendo la razón de qué dijera eso del olor de la sala. Así que esa planta antes estaba inutilizada, qué curioso.
—¿Y Meg Davis? —pregunto mirando hacia un coche que está cruzando con nosotras ahora la autopista. Me hace gracia el bebé que balbucea en el asiento de atrás, moviendo alegremente sus regordetas manos—. Estoy sustituyendo su trabajo mientras está de excedencia, ¿no?
—No hay ninguna Meg Davis en la plantilla, Roselyn —me dice Alyssa sorprendida—. Te han contratado como ayudante del director de la editorial. Antes era él quién daba por válidos los manuscritos que llegaban a su despacho, ahora tú vas a ayudarle con esa función. ¿No lo sabías?
Niego con un gesto, mirando las manos apoyadas en mi regazo.
—Supongo que lo entendiste mal —me vuelve a decir ella casi con tono borde—. No pasa nada, es tu primer día, es normal que no te quedes con todo. Irás aprendiendo las cosas poco a poco. Paciencia, querida.
L legamos a un restaurante que está localizado en plenas afueras de la localidad, algo más lejano de dónde está la urbanización donde vivo con mi madre. Mi mente no hace más que recordar la plaquita que estaba colocada en mi despacho con el nombre de Meg Davis. Recuerdo perfectamente cómo Logan me habló de ella. Incluso si me dijo que estaba de excedencia laboral. No logro a entender entonces a qué ha sido debido la mentira.
Y más con una tontería como esa.
Me siento entre las dos primas y miro el menú. Se me encoje un poco el corazón al ver lo caro que sale comer allí. Mi estómago me ruega porque pida algo de patatas fritas tal como le prometí minutos antes, y para mi desgracia en ese restaurante no haya de “fritos”. Todo son guisos, o platos finos que nunca he tenido el placer de probar en mi vida.
—Todo está divino —dice Grace.
—¿Cuánto puedo gastarme por comida al día? —pregunto mirando con duda los precios.
—Normalmente al día puedes gastar unos quince dólares en la comida, incluyendo desayuno, almuerzo y merienda —me informa Alyssa pidiéndole al camarero uno de los menús más caros de la carta—. Luego tú ya puedes organizarte los días cómo quieras. Si un día gastas más, al día siguiente menos.
Afirmo, eligiendo una pasta italiana con postre.
—Y para celebrar tu nuevo empleo, un vinito —dice Grace.
—Yo no bebo alcohol —me disculpo pidiéndole al camarero una coca cola.
—¡Por un sorbo no pasa nada, mujer!
Me disculpo con una sonrisa avergonzada pero sigo insistiendo en la bebida sana. Nunca bebo y menos cuando tengo que trabajar. ¿Cómo voy a concentrarme con las cosas si llego piripi de la comida?
—Eres una chica responsable, entonces —murmura Alyssa frunciendo el ceño.
—Simplemente sana.
Entrecruzo miradas entre las dos primas, en silencio. Sé que ambas quieren decirme algo, pero no sé de qué pueda tratarse. Parecen recelosas por algo. Sus sonrisas secretas lo dicen todo.
—¿Pasa algo? —pregunto directamente. No suelen gustarme las evasivas, ni los juegos.
—Sólo queríamos saber cómo lo has hecho… —comienza a decir Grace, bebiendo un generoso trago de vino de su copa.
—¿Cómo he hecho… qué?
—Encandilar al jefe para que te nombre su ayudante personal —termina la frase su prima por ella.
Veo cómo Grace le pega una patada por debajo de la mesa a Alyssa. Yo me pongo roja y no entiendo a santo de qué. Si realmente no he hecho nada.
—Presenté mi candidatura y me contrataron —respondo agradeciendo al camarero el primer plato que me trae—. No he hecho nada fuera de lugar.
Comienzo a comer pensando que debería de haber rechazado su invitación para comer con ellas.
—¿No? Pues es raro que te hayan contratado a ti cuando el puesto de asistente para el departamento de publicidad y marketing ya fue ocupado —dice Alyssa sonriendo fríamente—. Es curioso que hayas sido capaz de encandilar a mi jefe. Normalmente nunca se deja convencer por una cara bonita.
Trago fuerte el trozo de pasta que logro hacer pasar por mi garganta y alzo una ceja sorprendida. ¿Piensan que he obtenido el trabajo ligando con Alan Payne? No me atraganto con la comida de puro milagro.
—Creo que no tengo mucha hambre —consigo decir con mucha dignidad levantándome de la mesa tras limpiar mis labios con la servilleta.
—¡Pero Roselyn! —exclama escandalizada Grace—. No te tomes a mal la pregunta de mi prima. Suele ser muy directa—. Me dice la recepcionista pretendiendo llamar mi atención.
—Sólo era una pregunta mujer, no hace falta que te muestres tan ofendida.
¿No?
¿Insinúan que he tenido algún tipo de lío con Alan Payne y quieren que no me tome a mal su comentario?
—Si he conseguido el trabajo ha sido por mi experiencia laboral.
—Acabas de salir de la universidad —murmura Alyssa bebiendo ella también un generoso trago de la copa de vino—. Y tu experiencia laboral ha sido como ayudante en una librería. No tienes suficiente conocimiento para el puesto que ahora ostentas.
Su mirada pasa de ser dulce a ser punzante y noto que me mira la ropa con altanería. Recuerdo su propia mirada del día anterior cuando miraba con desprecio mi ropa arrugada y entiendo que no le he caído bien nunca. Ni ayer, ni hoy. ¿Tal vez por celos? ¿Estará enamorada de su jefe y por eso me trata así?
No lo sé, y tampoco me importa.
—Regreso a la oficina. Como dije no me siento bien para comer —miento tratando de calmar a mi estómago. Gruñe porque me quede y termine de comer el menú—. Gracias por enseñarme este lugar.
Me giro todo lo digna que puedo y casi me choco de frente con el camarero. Casi provoco que nos caigamos los dos. ¡Joder!
—Lo siento.
—Patosa y maleducada —oigo que Alyssa susurra en voz baja—. Eres un lujo, chica.
Grace le susurra algo al oído, enfadada al parecer con ella.
—Igual aunque hayas logrado embelesar a Alan, él está comprometido con otra persona mucho más brillante que tú, querida —continúa increpando Alyssa—. Tu vergonzante coqueteo con él no te servirá de nada. No va a dejar a su pareja por ti.
No me quedo a escuchar nada más. Voy a la entrada y pagando la cuenta de mi menú —me sabe muy mal gastar veinte dólares a lo tonto de la tarjeta de crédito de empresa, y encima sin comer nada—, y salgo al exterior cabreada.
Miro a ambos lados de la calle y no me queda más remedio que levantar la mano y pedir el alto a un taxi que pasa por allí con el cartel que está disponible. Le doy la dirección de la editorial y malhumorada paso todo el trayecto de regreso murmurando varios insultos hacia secretarias idiotas y celosas.
—Son diez dólares, señorita.
Gruño para mis adentros y sin más remedio, ofrezco también la tarjeta de empresa para pagar la cuenta. No llevo dinero en efectivo. Y el crédito de mi tarjeta personal ya lo excedí ayer con la compra de la ropa.
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