Una característica fundamental de la personalidad de Camilo es su espíritu aventurero. Este rasgo de su personalidad es apasionante. Implica una capacidad para asumir riesgos, inseguridades, compromisos difíciles y retos. Camilo no se queda quieto, busca, lucha, se alista en el ejército, prueba y da brillo a cada día con la novedad del qué pasará hoy.
Camilo abandona su zona de confort, un rasgo del aventurero. Muchas veces, la autoconmiseración, el victimismo y el lamento constituyen zonas de confort, porque la persona alcanza unos beneficios secundarios que le son más cómodos que luchar por salir de su dolorosa realidad. Realmente, esto es un proceso complejo que se descubre en muchas personas cuando las acompañamos en su itinerario de crecimiento personal, pero esto no se da en Camilo, él no se victimiza, no se inmola en el fuego de la fragilidad. Camilo se lanza a la aventura de la vida sin miedo.
La característica fundamental de esta realidad personal de Camilo es que siempre está en búsqueda. Su personalidad no es conformista, resignada o ingenua. Es un buscador sin tregua ni descanso, asume los riesgos y no hay límites que cerquen la aventura de su vida. Camilo es un aventurero y buscador en el mundo real, no se esconde en el plano de la fantasía, no sueña irrealidades, no fantasea con su futuro, lo que se propone lo hace, sin evadirse de las dificultades.
El aventurero es creativo y tiene rasgos de artista, no en cuanto al arte, como se concibe generalmente, sino en cuanto a la estética. Se podría escribir un tratado sobre la estética del cuidado en san Camilo, y se podrían sintetizar los rasgos creativos de su personalidad vistos a través de su servicio.
Yo imagino a Camilo reinventando el cuidado, explorando, observando, deduciendo, ingeniando cómo hacerlo mejor. Esto forma parte de su espíritu aventurero y buscador. Busca nuevas maneras, formas creativas, adecuación de espacios, estética funcional, experimentación continua para mejorar. Toda su energía puesta al servicio del cuidado para crear armonía en torno al enfermo.
Como buen buscador, no gira en torno a su misión. Es admirable ver cómo encuentra significado en cada expresión emocional, en cada lamento de un enfermo, en cada palabra dicha a tiempo y a destiempo, y por ello planifica y construye nuevos códigos del cuidado desde su experiencia personal.
El aventurero es generoso, desprendido, magnánimo y profundamente humano, porque no da lecciones, ni cosas, ni consejos, ni soluciones. Se da él mismo, se entrega en la aventura maravillosa de vivir con los demás, y especialmente con los que más sufren. Sabe muy bien hacia dónde se dirige su aventura y no cesa hasta alcanzar la cima.
Camilo no tiene aventurillas, es un aventurero. Este espíritu aventurero y buscador se desarrolla a lo largo de su vida, como dice A. Brusco al relatar el itinerario espiritual de san Camilo y al hacer referencia a los primeros años de su vida, en que Camilo busca en la superficialidad de la vida hasta que por fin llega a bucear en el agua que sacia la sed:
En primer lugar, está la búsqueda, que se extiende a lo largo de un período prolongado. En los primeros veinticinco años de vida, Camilo se pierde en un vaivén geográfico que es símbolo de su estado interior. Podemos decir que en aquel período de su existencia se encontraba en la situación de la samaritana, de la que habla el evangelio de Juan, incapaz de ir más allá del significado material de las cosas, centrada en el agua del pozo y en la necesidad fisiológica de la sed (pp. 387-388).
Estamos, indiscutiblemente, ante una personalidad muy atractiva y singular.
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