c) La familia tradicional no es la única manera de asegurar la reproducción biológica. Los avances de la ciencia en general, y de la medicina en particular, han abierto las puertas a formas distintas como la inseminación o la germinación in vitro. Los conocimientos sobre las estructuras del ADN y los avances sobre la fertilidad humana han cambiado las representaciones sociales acerca de la procreación y del advenimiento de los hijos. En consecuencia, los espacios privados de la familia han sido invadidos por espacios públicos en los cuales circulan informaciones que se relacionan con tareas convencionales asignadas a la familia.
La unión de pareja, que antes pasaba por el ritual eclesiástico cuando se trataba de la Iglesia Católica o era convenido en cualquier otra orientación religiosa o social, ha venido perdiendo la fuerza de esos requisitos culturales. Las formalidades de aceptación en el medio social se han quebrado con la decisión exclusiva de la pareja. En todo caso tiene primacía el acuerdo entre las partes sobre los dictámenes que provengan de una institucionalidad que ha perdido su reconocimiento. La subjetivación puede ir más adelante que las normas del entorno. Un ejemplo son los nacimientos provenientes de relaciones extramatrimoniales, las cuales han ganado terreno en las estadísticas. Asimismo, el dato puede ser usado como un indicador de la caída de la tradición ligada a instituciones con las cuales ya no se siente el apego necesario de tiempos pasados. La fluidez de las instituciones, su evaporación y su reducción de poder sobre los individuos se ven claramente en estos aspectos que tienen que ver con una institución clave y la “célula esencial” para la sociedad.
En este contexto general se desarrollan las temáticas y los enfoques presentados en el libro Aspectos jurídicos y bioéticos de los derechos sexuales y reproductivos en menores de edad que han producido los investigadores de la Universidad Cooperativa de Colombia en sus campus de Villavicencio, Bogotá, Montería y Barrancabermeja. Los caminos abiertos por ellos dejan espacios para nuevos esfuerzos intelectuales de ellos mismos o de otros investigadores.
Las voces negativas sobre el papel de la familia vienen de un pasado remoto, desde Platón pasando por Auguste Comte y John Watson hasta Bertrand Russel. En los Estados Unidos, en el siglo pasado, los análisis de William Ogburn, Pitirim Sorokin, Barrington Moore y Urie Bronfenbrenner encontraron, más bien, una continuidad. Algunos pusieron fecha para el final de la familia: para Amitai Etzioni sería en 1993. Con reservas fundadas se manifestaron Alain Touraine, Gilles Lipovetski y Pierre Bourdieu. Frente a los pesimistas, hubo voces de optimismo, entre ellas las de Alice Rosis y la de Edward Klain, sumadas a las de Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim. En la España contemporánea, la sociología tiene sus representantes optimistas en Luis Flaquer, Julio Iglesias de Ussel y Salustiano del Campo Urbano. En América Latina, Elisabeth Jelin, Bernardo Kliksberg, Mayra Buvinic, Irma Arriagada. En Colombia, algunos ejemplos son los de Virginia Gutiérrez de Pineda, Elssy Bonilla, Guiomar Dueñas, Yolanda Puyana, Magdala Velásquez, Suzy Bermúdez, Rosa Bernal y Luz Gabriela Arango quienes se han caracterizado por avanzar en los hallazgos de generaciones anteriores y profundizar en el rol de una de las instituciones de base para las sociedades contemporáneas.
Las relaciones intersubjetivas se constituían como la base de conocimiento de pequeños grupos, de “comunidades académicas” que ganarían espacio en su reconocimiento como “científicas” por cuanto sus hallazgos mostraban suficiente solidez y fuerza innovadora (Schütz, 1974, Beck-Gernsheim, 2003b; Puyana y Ramírez, 2007). Esta tesis queda demostrada en una extensa literatura sobre el tránsito de una familia patriarcal establecida a una familia variada, diversa, y viva (Bernal, 1986; Bonilla, 1981, 1985; Bonilla et al., 1999; Deere y León de Leal, 1982; Ferrufino, 1981, 1984, 1987; Gómez, 1977; Guerrero de Molina, 1977, diciembre; Gutiérrez de Pineda, 1962, 1968, 1975, 1987, 1988; Iicfes, 1983; León de Leal, 1977 y, 1987, enero-abril; Rico, 1985; Umaña, 1996, 1997, 1998; Viveros, 1993; Zamudio y Rubiano, 1995). Todos estos estudios han permitido acceder a un conocimiento que ha circulado en la literatura de las ciencias sociales en Colombia.
Los planteamientos provienen, por ejemplo, de la filosofía o de la ciencia política, entre ellos Taylor, que ven el problema del entorno familiar en el ambiente de la modernidad (Taylor, 1998). Entre tanto, otros autores elaboran una construcción conceptual más amplia (Bauman, 2001b, 2003a; Beck, 2002a; Beck y Beck-Gernsheim, 2003b; Beck-Gernsheim, 2003b; Beriain, 1996; Castells, 1999a; Elias, 1997; Giddens, 1995, 1997, 2000b; Gross y Simmons, 2002; Jelin, 2000, Touraine, 2000c).
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