Es imposible abarcar en este escrito el amplio espectro desarrollado sobre Juanito, pero subrayaré lo que a mi entender es una cuestión central: escuchar a un niño y develar lo que se erige en su mundo interno.
Carlos Cullen (2017), desde el campo de la filosofía, distingue “dos horizontes” para pensar la cultura: “el ontológico” y “el anterior al ser”. Inspirado en esta propuesta, podemos formular que S. Freud reproduce la interioridad de las producciones de Juanito (castración, las diferencias sexuales anatómicas y sus consecuencias; el complejo de Edipo y sus vicisitudes, fantasías, el juego y su significación, los sueños, etc.) en el debate dentro del psicoanálisis entre las teorías del mundo interno y del externo en el proceso de las ideas psicoanalíticas y, además, aporta las experiencias del niño con su entorno a las teorías centradas en la predominancia del mundo externo. Hasta no hacía mucho tiempo se había pensado al humano desde la conciencia y la vida adulta, dejando de lado la niñez y adolescencia. Aquí se inserta la importancia de la revolución psicoanalítica: cuando introduce lo inconsciente desde el inicio de la vida.
Sándor Ferenczi centra sus desarrollos teóricos clínicos tanto en la importancia del mundo interno como en lo social. Además, extiende el inicio del psiquismo humano a la vida fetal. Al igual que S. Freud, obtiene material clínico de primera mano por medio del padre de un niño (según sus palabras, “un antiguo paciente”): se trata de Arpad, “el pequeño hombre gallo”.
Arpad 3no ha logrado la trascendencia que tuvo Juanito. Sin embargo, S. Ferenczi, como señalara J. Lacan, renace de “las cenizas”. 4También P. Boschan rescató el pensamiento del gran analista húngaro y destacó que los efectos transferenciales y contratransferenciales entre él y su maestro llevó a “divisorias importantes dentro del movimiento psicoanalítico.” 5N. Abraham y M. Torok han dicho que “Ferenczi nos pone en presencia de aquello que vive oscuramente en nosotros desde la noche de los tiempos…” 6Por mi parte, señalé que “ha sido una contribución nodal en el desarrollo de diferentes corrientes de pensamiento dentro del psicoanálisis.” 7
Sigmund Freud y S. Ferenczi, cuando abordaron la gigantesca odisea para esos tiempos iniciáticos, ya habían aportado conceptos centrales para la teoría y la técnica psicoanalítica. Transferencia , contratransferencia , complejo de Edipo , proyección , principios de placer y principio de realidad fueron aportados por Freud. Mientras que debemos a Ferenczi los conceptos de introyección y de omnipotencia , entre otros.
Arpad reclama atención porque fue nodal para el diálogo entre estos dos analistas. El niño tenía cinco años. Durante las vacaciones de 1910, la familia había vacacionado en un balneario austríaco, donde “alquiló una habitación.” Hasta los tres años el niño no había presentado síntomas, pero a partir de este momento, “su interés se centró en una sola cosa: el gallinero” que estaba en la misma finca. Se levantaba al amanecer y se soslayaba contemplando las gallinas y “no hacía más que lanzar kikirikís y cacarear”. Dejó de hablar y cuando se lo interrogaba respondía mediante gritos que imitaban esos animales que lo desvelaban. Cuando regresaron a Budapest, recobró el lenguaje humano. Su conversación rondaba casi todo el tiempo “sobre los gallos, gallinas y los pollos”. Le gustaba sádicamente poner en escena cómo se le cortaba el cuello para luego comerlos. Así lo describe S. Ferenczi: “Mostraba cómo sangraba el gallo e imitaba perfectamente con el gesto y con la voz su agonía. Deseaba claramente asistir a su degüello”. Por otro lado, temía mucho a estos animales. Cuando se le preguntaba, repetía la misma historia: un día que había ingresado al gallinero y orinaba, un gallo le picó el pene y su miembro sangró. Esto había ocurrido durante el primer veraneo, cuando contaba dos años y medio. A los cinco años, cuando jugaba con su pene (al igual que le ocurriera a Juanito), desde su entorno lo sancionaban diciéndole que si seguía con esta conducta se lo iban a cortar. Cuando visitó el consultorio, dirigió su mirada a un pequeño gallo salvaje de bronce: “Me lo trajo y preguntó: ¿Me lo das?”. El analista le ofreció lápiz y papel y lo dibujó. Lo interrogó sobre su relación con los gallos, pero el niño le dijo que estaba cansado y volvió a jugar con otras cosas.
Así el genial húngaro habla del sadismo y el masoquismo en el niño, la puesta en escena del amor y del odio. Interpretó que el gallo era el padre y de ahí el síntoma. Aquí ya está presente parte de lo que devendrá técnica psicoanalítica en el análisis de un niño: jugar, dibujar y animarlo a desplegar su mundo interno en diálogo con el externo. Había presenciado el comercio sexual de los padres en la habitación en la que convivían y lo escenificaba en el gallinero, donde observaba las prácticas sexuales de estos animales.
Unos años más tarde surgirá, en el escenario psicoanalítico, la figura de M. Klein, inspirada y movilizada por el dinamismo que imprimían S. Freud y S. Ferenczi al psicoanálisis de niños. Por esos años había comenzado su formación como analista, se analizaba con el psicoanalista húngaro y había escuchado a S. Freud en una conferencia en la Sociedad Psicoanalítica Húngara. Conocía los trabajos sobre Juanito y el niño gallo, ejemplos inspiradores para desplegar su titánica tarea hasta el final de su vida.
Melanie Klein fue consecuente con las investigaciones psicoanalíticas desarrolladas sobre los primeros años de vida. Además, fue estimulada por S. Ferenczi para analizar niños y más tarde, establecida en Berlín, por K. Abraham, su segundo analista.
Sus primeros trabajos estuvieron dirigidos al análisis de niños pequeños. Fritz habría de ser el primero de una larga lista. Su primer trabajo − Desarrollo de un niño , presentado en la Sociedad Psicoanalítica Húngara en 1919 y publicado en 1921− lo dividió en dos partes. A la primera la llamó La influencia del esclarecimiento sexual y la disminución de la autoridad sobre el desarrollo intelectual de los niños y a la segunda, Análisis temprano .
En la primera parte habla de lo central que es no privar al niño de sus investigaciones sobre su propia sexualidad, que a su entender influye sobre la inhibición intelectual. En estos artículos y algunos que los siguieron estampa a su tarea como analista la importancia de un rol pedagógico, cuestión que luego descartaría. Como una síntesis de su experiencia hasta ese momento, señala:
“Los resultados del psicoanálisis –que siempre en todo caso individual retrotrae a las represiones de la sexualidad infantil como causa de la enfermedad posterior, o a los elementos más o menos mórbidos actuantes o a inhibiciones presentes incluso en cualquier mente normal− indican claramente el camino a seguir.” 8
En esta primera parte presenta en análisis de un niño de cinco años, el pequeño Fritz. Acompaña al pequeño investigador sobre una serie de temas que le propone: preguntas sobre el nacimiento, conversación sobre la existencia de Dios, interés por las heces y la orina, el sentido de realidad, preguntas y certidumbres obvias, delimitación de sus derechos (querer, deber, poder), sentimiento de omnipotencia, deseo. En este derrotero observa la lucha del niño entre el principio de realidad y el de placer, que ya había presentado S. Freud en su artículo sobre los estos principios.
En la segunda parte dice: “Esta posibilidad y la necesidad de analizar niños es una deducción irrefutable de los resultados del análisis de adultos neuróticos, que siempre retrotraen a la niñez las causas de la enfermedad.” 9Es decir, en su incipiente práctica clínica encontraba que los síntomas de los niños, como los de los adultos, tenían su razón de ser en los primeros años de vida. Era una deducción irrefutable, como ya lo habían formulado S. Freud, S. Ferenczi y, además, cita a Hermine von Hug-Hellmuth, otra de las pioneras en la investigación sobre el psiquismo temprano.
Читать дальше