AnaCrónica
Una aventura con escritores y artistas a través del tiempo
Jorge Alberto Silva
Lectorum
Edición Digital
AnaCronica © Jorge Alberto Silva
© Lectorum
© L.D. Books
D. R. © Editorial Lectorum, S. A. de C. V, 2017
Batalla de Casa Blanca Manzana 147 A, Lote 1621
Col. Leyes de Reforma, 3a. Sección
C. P. 09310, Ciudad de México
Tel. 5581 3202 www.lectorum.com.mx
ventas@lectorum.com.mx
Primera edición: noviembre de 2017 ISBN: 9781983596063
D. R. © Portada: Angélica Irene Carmona Bistrain D. R. ©
Imagen de portada: Shutterstock®
D. R. © Ilustraciones de interiores: Alan Sanmiguel Silva
D. R. © Interiores: Laura Romo González
Características tipográficas aseguradas conforme a la ley.
Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización escrita del editor.
No es el tiempo el que pasa, pasamos todos nosotros.
Anónimo
Índice:
Un mensaje del pasado
Ana y sus rarezas
Señales
Giros
Revelaciones
El ombligo del mundo
La música del infinito
El navegante de la imaginación
Nacer y renacer
El cruce de los tiempos
La voz de la paz
Somos tiempo
Un mensaje del pasado
Antes de que empiecen a leer esta historia tengo que hacerles una aclaración. Supongo que estarán más familiarizados con narraciones que se cuentan de manera lineal (o sea, de acuerdo a como las cosas fueron ocurriendo en el tiempo), que con otras en las que los sucesos no siguen un orden cronológico.
Por cierto, ¿saben de dónde viene la palabra “cronológico”? Partiré la palabra en dos para explicarles: crono se refiere a Cronos, el dios del tiempo en la mitología griega. Bueno, no era un dios sino un titán, y tampoco era muy amable que digamos porque su platillo favorito eran sus hijos, los dioses del Olimpo. ¡Sí, se los comía! ¿Tierno el hombre, no? Por fortuna, uno de ellos, Zeus, no estaba dispuesto a ser un snack para su padre, así que lo engañó y, antes de que se lo almorzara, se las ingenió para poner una piedra en lugar de él y...
¡Perdón! Me estoy desviando del tema, estaba explicando lo de “cronológico”. Crono significa tiempo (como en la palabra “crono metro”, el relojito que mide el tiempo). Y con respecto a lógico, pues creo que es lógico lo que significa.
Decía que esta historia no es cronológica. Quiero decir que estaré contando las cosas que sucedieron no exactamente en el orden en el que sucedieron. Bueno, para mí sí ocurrieron en orden, pero. Miren, es como cuando ves una película que empieza con el héroe a punto de caerse de un edificio y entonces la historia se regresa a contar como llego hasta ese edificio. Algo así, pero me temo que un poco más complicado. En realidad, mucho más complicado.
Por eso, espero que no se confundan más de lo que yo me confundí aquel día en el Museo de las Artes de Ciudad Magna. Ahí estaba yo, en un paseo del colegio visitando una exposición llama da: “Grandes maestros de la pintura”. Mientras admirábamos los cuadros, una guía llamada Paula nos daba una explicación de cada obra. Era una mujer muy inteligente; sabía un montón de historias, nombres, títulos. Era como una enciclopedia de arte con pies... y con un cabello divino.
—Esta pintura que ven aquí forma parte de una serie de obras de Vincent Van Gogh llamada Los girasoles —nos explicó Paula—. Es un préstamo de la National Gallery de Londres.
Luego nos contó una historia muy loca sobre ese Van Gogh. Resulta que estaba muy enamorado de una chica, tanto que se cortó parte de la oreja y se la obsequio. Me parece que unos chocolates habrían sido mejor regalo, o unas flores... Unos girasoles, por ejemplo.
Después de un rato terminó el tour que nos dio Paula, y el profesor Bulnes nos permitió que fuéramos a la sala que quisiéramos. Solo tendríamos treinta minutos para andar libres por el museo. La mayoría se fue a la tienda de regalos a comprar llaveritos o cualquier otra chuchería, pero yo estaba ansiosa por recorrer el resto del lugar o lo que me alcanzara en ese poquito tiempo. Mina y Eric, mis mejores amigos, se apuntaron a acompañarme.
El museo era enorme. Según el maestro Bulnes, se necesitan tres días para recorrerlo de cabo a rabo; claro, si eres de los que se pasan diez minutos admirando una sola obra para analizar cada detalle. La parte que estábamos visitando tenía un largo pasillo en el que se exhibían pinturas de artistas de Reindera, y por el cual se podía acceder a cada una de las salas.
Yo entonces no lo sabía, pero en ese museo había un mensaje para mí, un mensaje que había viajado en el tiempo y que estaba destinado a llegar ante mis ojos de una manera u otra.
— ¡Miren! —Dijo Eric mientras señalaba la sala al final del pasillo—. Vamos a esa sala de pintura japonesa.
—Ni te emociones, Eric —le advirtió Mina—. Ahí ni de chiste vas a encontrar anime.
Eric puso cara de desilusión. Es súper admirador del anime.
—Mejor vamos a esa sala de arte de vanguardia —sugirió Mina.
— ¿Y eso que es? —pregunto Eric.
—No sé, pero me suena a que tiene que ver con la moda. ¿Vienes, Ana?
Escuche la pregunta de Mina, pero no la respondí al instante porque leía embobada el letrero que anunciaba el tema de la sala que estaba frente a mí: “Arte del Renacimiento”.
Si no tienen idea de que es el Renacimiento, no se apuren. Antes de ir a la exposición, yo tampoco sabía un comino sobre ese periodo de la historia del arte. Mi única referencia era un retrato de una mujer sonriente que el maestro Bulnes tenía como protector de pantalla en la computadora del salón.
“Es la Mona Lisa, la máxima obra del Renacimiento”, nos explicó el maestro en una ocasión, luego de que un compañero le preguntara si la señora de la pintura era su esposa o su novia.
Si no recuerdan o no conocen a la Mona Lisa, aquí se las dibujo.
No soy muy buena dibujante. Perdón por eso.
— ¿Entramos aquí? —Les propuse a mis amigos—. A lo mejor está la famosa Mona Lisa que le gusta tanto al maestro Bulnes—. Y aunque no parecían muy convencidos, accedieron a acompañarme.
Llámenlo sexto sentido, corazonada o paranoia, pero algo me decía que tenía que entrar a esa sala. Era una de esas veces en las que no te explicas por qué quieres hacer algo, solo sabes que lo tienes que hacer sí o sí.
Desafortunadamente, la Mona Lisa no estaba en la exposición del museo, a pesar de haber sido pintada durante el Renacimiento. Supongo que no la tenían porque es una pintura muy famosa y muy cara, aun cuando es muy chiquita. ¡De verdad! La foto de casados de mis papás es más grande. A la Mona Lisa, que fue pintada por Leonardo Da Vinci, la tienen guardada en un museo en Francia que se llama Louvre, y lo más seguro es que prefieren no prestarla a otros museos por temor a que la vayan a maltratar.
Ese señor Leonardo Da Vinci era en verdad talentoso, no nada más pintaba cuadros famosos, también hacia esculturas e invento un helicóptero que no volaba muy bien que digamos, pero no estaba tan mal considerando que era el siglo XV y...
Me volví a salir del tema. Vuelvo.
Habían pasado solo diez minutos y Mina ya estaba hasta el gorro del Renacimiento. Lo supe porque no dejaba de revisar los mensajes en su teléfono, seguro cambiaba su estatus de Facebook a: “OMG Aburridísimo”. Eric caminaba de un lado a otro de la sala sin poner mucha atención a los cuadros, supongo que su mente estaba en el concurso de oratoria en el que participaría la semana siguiente.
Читать дальше