Josemaría Camacho - Después de matar al oso pardo

Здесь есть возможность читать онлайн «Josemaría Camacho - Después de matar al oso pardo» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Después de matar al oso pardo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Después de matar al oso pardo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Por medio de una prosa cínica y desapegada, Después de matar al oso pardo relata la historia de Marcial, un superviviente de un accidente aéreo. Para Marcial no hay espacio para la gloria ni el fracaso. Su historia se desarrollará a partir de las reflexiones en torno al miedo, la muerte, la verdad y el heroísmo. A través de diferentes perspectivas narrativas, se entretejen reflexiones filosóficas desde la ciencia, la fe religiosa, el pensamiento mágico, la reencarnación y sobre el significado de haber sufrido un momento previo a la muerte y no haber muerto para, al final, remarcar que todos somos meras anécdotas. «Quienes han seguido la obra narrativa de Josemaría Camacho ya se han percatado de la atención que le dedica al punto de vista de quien narra una historia. Esta novela, como ocurrió con Interruptus (2016), da fe de ello: vuelven los mecanismos precisos que animan la voz del relato. Además, en Después de matar al oso pardo se impone una tarea: el desmenuzamiento paciente de la idea de la mortalidad. Esta novela revela a las situaciones límite como maestras crueles: ante ellas las ideas se vuelven no mejores, ni reconfortantes, pero claras». Guillermo Núñez Jáuregui

Después de matar al oso pardo — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Después de matar al oso pardo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pasé la noche deseando agua pero nada más. Aún no me aburría estar en una cama de hospital. Me venía bien el descanso, llevaba semanas atado a una rutina asfixiante entre tazas de café, trámites bancarios, juntas con proveedores y pláticas insulsas con clientes frecuentes: escritores de libros, músicos y actores de teatro mal pagados. No me animaba a levantar la cabeza, era de noche. Así, inmóvil, con la mente despierta pero el cuerpo sumido en un profundo ahorro de energía, me fui quedando dormido de nuevo.

Abrí los ojos la mañana siguiente. Sentada a mi lado, como lo había presagiado, estaba mi madre. Miraba distraída la punta de un árbol que llegaba hasta nuestra ventana. Debíamos estar en un piso alto. Quise mover la mano para tocarla, para hacerla voltear, pero pesaba demasiado. Moví apenas los dedos. Lo más que pude hacer fue raspar la garganta para llamar su atención. Volteó a verme con rostro de esperanza. Sonrió. No dijo nada para no hacerme hablar, pero estaba muy emocionada. Sus ojos de inmediato se llenaron de lágrimas. Me tocó la frente y se soltó a llorar, pero para adentro, como siempre lo hace. Hay un punto en el que la risa y el llanto convergen, se parecen mucho: esas fugaces contracciones faríngeas, la cabeza rebotando brevemente como diciendo que sí a un asunto menor aunque urgente, explosiones nasales de bajo gramaje. Cuando el llanto, además, es producido por una emoción feliz que llegó de súbito, no sólo se parece a la risa, sino que se convierte en ella y de vuelta, como la materia y la energía. Así volví a ver a mi madre después de haber tenido la falta de cortesía de no visitarla durante los meses más recientes. Para ella no importaba. Mientras la miré mirarme y llorar-reír, pensé en lo que pudo haber vivido. Habrá visto en las noticias que un avión se cayó, la habrán contactado de la aerolínea, la habrá telefoneado un familiar morboso, quién sabe. Pero hubo un punto en el que ella, esa madre —que se llama Lucía— se enteró de que su hijo iba dentro de un avión que acababa de estrellarse en las faldas del Pico de Orizaba. Imaginé lo que sintió. Yo había estado en el avión, pero había sobrevivido. Enterarse de que un hijo viajaba en un avión que se cayó es mucho más grave. Ahora le ponía fin a ese ardor de pecho, a esa angustia cancerígena que duró mucho más que tres minutos. Quién le sobrevivió a quién. Estábamos los dos mirándonos en esa cama de hospital firmando así el cierre de un capítulo que pudo haber sido macabro y desmembrar una familia, pero que no era sino una futura anécdota que me separaría —me gustara o no— de casi la totalidad del resto del mundo.

—No hables, estás muy débil —dijo planchándome la frente.

—Me siento bien… un poco golpeado. Como que ya me desperté pero mi cuerpo todavía no —le dije. Tenía la garganta muy seca, soné como un viejo.

—Descansa, estás muy bien, no te estás muriendo.

—Si no me maté en la caída, no me voy a morir aquí acostado.

Traté de incorporarme, pero tenía los brazos como dormidos. Le sonreí.

—No te pares, te vas a marear. Aún tienes anestesia.

—¿Cuánto tiempo pasó? ¿Hace cuánto? Dime, ándale, ponme al tanto.

Entonces ella se puso seria, como corresponde cuando se va a hablar de un muerto o de más de veinte. Me dijo que el avión había perdido un motor en pleno vuelo, que había estado cerca de aterrizar de emergencia en un valle, pero que el suelo no estaba uniforme y que la cosa se había convertido en un verdadero accidente, en un choque. Me dijo que el piloto estaba muerto, pero que me había salvado la vida. Que había logrado frenar mucho el avión. Me dijo que habían pasado dos días antes de que despertara.

—Sí desperté. Creo que anoche, pero ya no sé. Estaba oscuro y me sentía muy cansado: me volví a dormir.

—Pues claro que estabas cansado, mijo.

—Pero por qué, si no hice ningún esfuerzo más que ponerme duro diez segundos. Dame agua, me arde la garganta.

Me acercó un vaso con popote. Me dijo que me habían operado. Esa sí era noticia. Pero estaba más intrigado por saber más detalles acerca del avionazo. ¿Cuántos muertos?

¿Qué ocurrió en detalle? ¿Cuánto tiempo pasó entre que caímos y nos rescataran? En ese momento no me imaginaba que las minucias las escucharía una y otra vez hasta aprenderme de memoria nombres, fechas, horas y apellidos, trayectorias, causas, muertes, seguros y cantidades en millones de pesos. Quería saberlo todo en ese momento, pero más tarde, veinte o treinta días después, hubiera preferido no haberme enterado de nada y seguir mi vida así nomás. Despertar del accidente no había generado aún una epifanía, gradualmente me daría cuenta de que no la tendría tampoco después, pero habría de pasar un largo proceso de aprendizaje que me dejaría en la cabeza ideas más claras en torno a los conceptos de finalidad y causalidad, pertinencia, moralidad y muerte. Más claras no significa nada más que más claras, ni más hermosas ni más imponentes: los conceptos permanecen a pesar de la comprensión que se pueda tener de ellos.

Mi madre se cuidó de no contarme mucho. No dijo cuántos muertos ni de qué me operaron, tampoco dijo si alguien había tenido la culpa. Me imaginé que el psicólogo del hospital habría hablado con ella acerca de la forma en que se debe tratar a un recién resucitado. En ese sentido es como volver a nacer, sólo en ése. Cualquier cosa que escuche alguien que despierta después de un largo sueño, después de estar al borde de la muerte, puede interferir en su psique, anudar los hilos de la mente, causar traumas o generar conductas y humores crónicos. Yo quería saber, pero cada vez que preguntaba acerca de mi salud sólo recibía prescripciones de sueño y de descanso. Lo más raro es que me sentía muy cansado, como si hubiera corrido una maratón sin haberme levantado de la cama. Mi espíritu habrá hecho varios viajes, al limbo, al cielo, a la nada.

Llegó la tarde y nos encontró en silencio. Hay más personas que quieren verte y están apostados ahí afuera, me dijo. Desde que te bajaron a terapia intermedia pueden entrar, pero les he dicho que estás muy cansado y un poco confundido. Sé cómo odias la imprudencia y a veces también la compañía. De hecho te voy a dejar solo otra vez, concluyó. Se levantó y me besó la frente. Yo tenía muchas preguntas. Quería saber, entre otras cosas, quiénes estaban ahí afuera. Quería saber si Irene, mi exmujer, había venido a verme convalecer o morir en una cama de hospital. Me quemaban las ganas de saber si habría traído a sus hijos o a su marido, si yo figuraba en el pasado colectivo de su familia. Habían pasado diez años desde que nos separamos, cuando teníamos los dos treinta y tres. Ella se embarazó a los pocos meses de la separación. Luego se casó y se embarazó de nuevo. Tenía un hijo de nueve y otro de siete: me superó sin darme la revancha. No me dejó volverla a ver aunque nos encontramos varias veces en Coyoacán. Nunca vi a sus hijos. La odié por años, pero en ese momento me habría venido bien que entrara y nos estuviéramos callados mucho tiempo, como hacíamos después de coger al principio de nuestro reinado. No le pregunté a mi madre. Era más que probable que ahí afuera estuvieran mi socio y mi padre, o mi hermana. Preferí quedarme solo.

Seguí a mi madre con la mirada hasta la puerta del cuarto. Cuando salió quise incorporarme un poco y lo logré. Amontoné las dos almohadas y me recosté a 45 grados. Me dolió la espalda como si en lugar de músculos tuviera sólo desgarros de hule. Entonces vi que mi pierna derecha ya sólo llegaba hasta la rodilla.

Me sorprendió mi poca sorpresa. Me extrañó que mi madre no se hubiera apresurado a enlistarme todas las bondades de estar vivo, lo importante que es sobrevivir a un golpe de ese tamaño sin haberse dañado el cerebro o algún otro órgano vital, lo increíble que resultaba que mi nervio oftálmico siguiera conectado a mis globos oculares y otras cosas de importancia bárbara en cuestiones de salud; en fin, que no me hubiera preparado psicológicamente para recibir la noticia de que había perdido una pierna. Quizás pensó o le habrían dicho que no me lo dijera de inmediato y, al ver las dificultades que estaba teniendo para moverme, asumió que permanecería sedado y acostado hasta el día siguiente. Estoy muy seguro de que fue así, aunque después ya nunca le pregunté por qué no me lo había dicho en nuestro primer encuentro, como si no fuera algo relevante de mi condición. Infiero que fue recomendación del psicólogo del hospital por lo que pasó después —que estoy cerca de empezar a relatar— y que tiene que ver con muchos protocolos generalizados, que se enseñan y se ponen en práctica en muchos hospitales del mundo, para lograr un correcto tratamiento familiar de pacientes que han sobrevivido a un siniestro importante. Nos tratan como bebés, como si no supiéramos estar conscientes de la importancia de haber sobrevivido y la necesidad de aceptar algunos cambios después de un accidente así. Recuerdo haber mirado el hueco donde debería haber estado la parte baja de mi pierna derecha y encontrar, bajo las sábanas, un suéter hecho bola tratando de hacer bulto. Mi madre habría metido eso ahí unas horas antes para que no me enterara de que me habían cortado una pierna, como si no me fuera a enterar más adelante de tan menudo detalle. Luego pensé en el bloqueo de la anestesia. Estuve convencido de que era parte de un elaborado plan de acción fraguado por el psicólogo, encaminado por el cirujano y ejecutado con discreción por él y por mi madre para que la recepción de la noticia de mi nueva discapacidad fuera una pluma que cae, suave, ligera, sin hacer ruido.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Después de matar al oso pardo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Después de matar al oso pardo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Después de matar al oso pardo»

Обсуждение, отзывы о книге «Después de matar al oso pardo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x