EL CAMBIO DESPUÉS DEL CAMBIO
Esta obra reúne reflexiones de analistas y experiencias de participantes directos de los principales procesos políticos acaecidos durante 2015-2020. Durante este período de nuestra historia reciente pudimos ver el ascenso y el descenso de Cambiemos, la caída y el regreso del peronismo, la emergencia de nuevas formas de comunicación y el retorno a otras viejas. En estos años, se produjo también la irrupción de nuevas agendas y formatos de comunicación en un marco de creciente profesionalización de las campañas electorales. En un tiempo de paradojas y sorpresas, asistimos al triunfo de la comunicación política y, al mismo tiempo, su crisis.
Con la participación de destacados profesionales de nuestro país, El cambio después del cambio se plantea como una invitación de los principales consultores políticos del país a reflexionar sobre el campo de la comunicación política, conocer la trastienda de las campañas electorales y pensar los procesos políticos contemporáneos desde un amplio abanico de miradas.
La Asociación Argentina de Consultores Políticos (ASACOP)es una institución sin fines de lucro creada en 2014 por profesionales de diversas disciplinas que se dedican a la consultoría política, entendida esta como una actividad que involucra la investigación de la opinión pública, la planificación y la ejecución de la comunicación política en su totalidad. Su principal objetivo es “promover el fortalecimiento, progreso y avance de los consultores políticos, con el fin de generar comunidad y espacios de interconsulta y aprendizaje entre pares, al igual que promocionar el conocimiento público de las competencias y funciones de la profesión”.
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE CONSULTORES POLÍTICOS
EL CAMBIO DESPUÉS DEL CAMBIO
POLÍTICA Y CAMPAÑAS EN LA ARGENTINA
2015-2020
Mauricio De Vengoechea
Presidente IAPC
(Asociación Internacional de Consultores Políticos)
Durante años vivimos convencidos de que el mundo había cambiado y el cambio se había producido en las postrimerías del siglo XX y los inicios del XXI, siglo en el que hoy vivimos. Entonces, como consultores que somos, muchos de nosotros nos dimos a la tarea de interpretar lo que estaba ocurriendo para hacer caer en cuenta a nuestros clientes, los políticos, acerca de la necesidad de adoptar una nueva forma de comunicarse con ciudadanos y electores, ya que la era de la comunicación unilateral había terminado y estábamos entrando en un nuevo modelo de comunicación política. Lo explicábamos asegurando que los avances de la tecnología nos obligaban a dejar de utilizar la comunicación de uno a muchos, para entrar en una etapa nueva en la que todos pasábamos a ser receptores y emisores al mismo tiempo, por lo que debíamos comenzar a comunicarnos en una nueva lógica de muchos a muchos.
Sin embargo, ocurrió algo inesperado que al principio no dejaba de sorprendernos. Cuando concluíamos que el cambio se había producido en un período determinado e inamovible de tiempo, nos percatamos de que seguían apareciendo cambios y cambios cada vez más dinámicos y de manera cada vez más activa, lo que nos llevó a pensar, como si se tratara de algo mágico, que la realidad podría llegar a superar a la imaginación. Lo que realmente estaba ahí sucediendo frente a nosotros era que el desarrollo vertiginoso de la tecnología dinamizaba los acontecimientos de modo mucho más rápido de lo que pensábamos. Ya nada podría detenerse porque había comenzado la “era de la actualización permanente” donde los cambios se producen no cada cierto tiempo, sino en forma permanente y en tiempo real.
No hay duda de que, en épocas pasadas, en las que existía la unilateralidad comunicacional y los medios tenían el control absoluto de la información y la comunicación, todo era más fácil. El sujeto emisor, con la ayuda de sus aliados, los medios de comunicación masiva, controlaba el manejo del mensaje. Los demás éramos todos simples espectadores pasivos y nuestro único control era el control remoto, con el cual cambiábamos de canal o de estación cada vez que queríamos desentendernos de aquello de lo que intentaban persuadirnos.
La aparición de internet, en el último cuarto del siglo pasado, revolucionó por completo la comunicación en general y la comunicación política en particular. Desde el momento en que tuvimos acceso a internet, comenzamos a convertirnos en sujetos activos y emisores de la comunicación, y la política dio un vuelco de ciento ochenta grados, ya que nos empoderó a todos los ciudadanos.
En la comunicación política moderna, mientras tengamos acceso a internet, todos somos actores con capacidades similares. Desde el gobernante, el candidato, el periodista hasta el ciudadano del común, todos absolutamente todos podemos llegar a tener influencia. Algo que ahora ocurre porque el poder de persuadir, de influir y hasta de movilizar ya no se opera de manera exclusiva a través de las cadenas masivas de radio y televisión y mucho menos de los editoriales de los periódicos o diarios que, en alguna época, pusieron y quitaron presidentes. Hoy lo que importa ya no son los medios, sino el contenido.
Cómo olvidar la emoción que nos produjo la aparición del email y el ya no tener que salir a comprar estampillas de correo para enviar una carta. Bastaba con abrir una cuenta de correo electrónico para enviar y recibir mensajes de trabajo o comunicarnos con nuestros amigos y conocidos de manera casi inmediata.
Hoy el correo electrónico, que fue una de las primeras novedades, podría estar en vía de extinción y desaparecer, así como desaparecieron AOL, Yupi y Terra, sitios que lo ofrecían. Solo pensemos que algunas universidades están eliminando la comunicación con sus estudiantes vía este mecanismo porque han preferido crear sus propias plataformas o porque lo reemplazaron por sistemas de mensajería donde los estudiantes acceden a diario desde sus computadoras portátiles, tabletas o teléfonos inteligentes. Lo que ocurrió desde entonces es una verdadera avalancha de cambios y transformaciones, muchas de las cuales utilizamos a diario y otras no terminamos de entender por completo.
Apareció Bill Gates y el sistema operativo Windows de su empresa Microsoft, con la visión empresarial agresiva de pretender monopolizar el mercado global, intentando que su producto se instalara en todas las computadoras del planeta. Lo verdaderamente increíble es que estuvo a punto de lograrlo, a no ser por la aparición gratuita de Linux y el open source .
También apareció Google, el buscador por excelencia que nos ahorró tiempo y dinero en el acceso a la información. Hoy Google dejó de ser un simple buscador y se ha convertido en el mayor banco de datos existente. Google trabaja para poner internet gratuito en el planeta (lo que acabaría para siempre con las compañías telefónicas); y por tratarse de una de las empresas más avanzadas en investigación de inteligencia artificial, ya domina el uso de sistemas programáticos de segmentación y colocación publicitaria. De hecho, y los invito a comprobarlo, Google es un gran predictor de resultados electorales a través de las búsquedas que hacen los ciudadanos de los candidatos en las últimas semanas de contienda, allí donde hay elecciones.
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