En el posgrado (segundo ciclo), se permitían opciones de una formación que profundizara en los procesos básicos o que atendiera a procesos formativos aplicados y profesionales generalistas, que introdujeran a los estudiantes en varias salidas profesionales. También se consideró una formación profesional más centrada en alguno de los campos clásicos de intervención de los psicólogos. En este sentido, establecimos cuatro campos: el primero, clínica y salud; el segundo, educación y desarrollo; el tercero, psicología organizacional y del trabajo; y el cuarto se dejó abierto para que cada país incluyera aquel ámbito de práctica más consolidado y desarrollado; que tuviera clara imagen social como servicio profesional de los psicólogos. Según los países, se atendían ámbitos como intervención psicosocial, psicología forense, o de tráfico y seguridad vial, entre otros.
Juan Pablo : Veo que el modelo es muy global, y aunque se recogieron diversas realidades europeas tiene una aplicabilidad general.
José María : Sí, había un programa impulsado por la Unión Europea, el programa Tuning Europa , 10en el que se hacía un esfuerzo por definir las guías y características básicas comunes que debiera considerar el diseño de los programas educativos universitarios en distintos campos de la enseñanza superior. Se buscaba que un amplio grupo de profesores universitarios, asociaciones y profesionales participasen en configurar lo que debería ser el tronco común de la formación en Europa en distintas disciplinas. En nuestro caso se nos invitó a que, a partir del EuroPsy , hiciésemos una propuesta que finalmente fue aceptada e incorporada. Lo más interesante es que junto al Tuning Europa , se desarrolló también el Tuning Latinoamérica , en cuyo marco se desarrollaron unas propuestas de formación. En el análisis de ambas se puede constatar que no hay una gran diferencia entre lo que puede ser un núcleo común, aunque luego en las plasmaciones y concreciones se ven, lógicamente, aspectos específicos de cada contexto.
Es importante que este tipo de análisis y esfuerzos se realicen para diferentes regiones del mundo porque ello permite una reflexión global de la formación en psicología al tiempo que hacen posible identificar los aspectos y concreciones específicas para cada contexto. Por ejemplo, recuerdo que en un determinado país había tal flexibilidad en el diseño de programas formativos que se podía plantear e impartir una licenciatura 11o un grado solo de Psicología Organizacional. Cuando ibas a ver ese currículo, ya desde el primer curso había déficits importantes en la formación de un psicólogo, como la falta de formación en los aspectos biológicos y psicobiológicos, en los aspectos culturales o en los procesos básicos en detalle, etc; por tanto, ese programa en concreto no se ajustaba al marco de contenidos mínimos planteados en el modelo EuroPsy . Es pues importante que existan estos marcos generales que, sin determinar la totalidad de contenidos de un programa, señalen los contenidos fundamentales de los mismos.
Juan Pablo : Hablando en términos del proceso, ¿qué nos puedes contar de la relación profesor-alumno?
José María : La relación profesor-alumno es fundamental en el proceso formativo, pero hay que contextualizarla en el diseño y desarrollo del mismo, de una forma más amplia y comprehensiva. Es importante diseñar y elaborar el proceso formativo en sí, el cual no puede basarse solo en la relación profesor-alumno porque hay muchos más elementos implicados, desde los aspectos organizativos, los del diseño curricular, las metodologías docentes, la composición del grupo de alumnos y la composición del claustro de profesores. Hay, pues, muchos elementos de proceso como la garantía de calidad, el estímulo del aprendizaje, los mecanismos de revisión de los propios programas y la evaluación de los resultados y los procesos de aprendizaje. Al definir y diseñar el proceso ya no se trata únicamente de determinar lo que se enseña sino de establecer los mecanismos básicos de la enseñanza y el aprendizaje. Este es un elemento fundamental en los procesos de acreditación, junto a la demanda de profesionales en el mercado laboral, la adecuación del perfil en el que se está formando a los profesionales a esa demanda y otros aspectos como la internacionalización del programa.
En cualquier caso, en la relación profesor-alumno es importante la clarificación, desde el principio, de qué se va a enseñar y también de qué buscan aprender los alumnos, es decir, cuáles son los objetivos y qué se persigue con esta formación. Hay que clarificar si los alumnos en su mayoría buscan formarse para el ejercicio profesional, o como investigadores, o para cultivar la curiosidad del conocer y saber cómo se está desarrollando nuestra disciplina. Todos esos objetivos son legítimos y se pueden atender. Bien es verdad que dependiendo de los énfasis habría que enfocar la formación de una u otra manera. Por ejemplo, existen países en los que, desde la acreditación de los estudios, se diferencia entre títulos de psicología que preparan para el ejercicio profesional y otros que ponen el énfasis en objetivos formativos como el conocimiento de la disciplina. Se puede formar en el conocimiento de la disciplina para la investigación u otras finalidades.
De todos modos, no podemos olvidar que, en la sociedad actual, al menos en las sociedades avanzadas, muchos jóvenes estudian en la universidad con la aspiración de prepararse para el ejercicio profesional y mejorar sus oportunidades de carrera. Esa parece ser la aspiración predominante hoy de los alumnos y no se puede perder de vista. Ante este hecho existen diversos riesgos: el primero es que parte de los formadores deberían ser profesionales con muy buena base en investigación y buen conocimiento de los avances de la evidencia científica, por tanto no puede tenerse una plantilla docente únicamente compuesta por investigadores, porque podría quedar comprometida la parte profesional de esa formación. Un segundo riesgo es que se plantee la formación como una mera adquisición de conocimientos cuando al final lo que necesitará la persona que va a trabajar profesionalmente son competencias; esto no significa que los conocimientos no importen, sino que esa adquisición ha de completarse con la formación de competencias y es fundamental crear las condiciones para que se adquieran; para ello, el mecanismo fundamental es aprender haciendo bajo supervisión y retroalimentación experta . Tenemos pues, el reto de crear un espacio de aprendizaje que además de la adquisición de conocimientos, potencie la reflexión crítica sobre los mismos y facilite su articulación con las habilidades y actitudes que se requieren en el ejercicio profesional basado en competencias.
Aquí es fundamental hacer referencia a otra cuestión puesto que podría dar la impresión de que estoy contraponiendo las competencias y la práctica profesional a la investigación científica, y no es así. La práctica profesional, en la medida en que se basa en una disciplina científica, y esta es una característica esencial de la misma, tiene que sostenerse en el rigor y en los conocimientos científicos; esto es lo que avala el poder experto del profesional. Con base en su conocimiento y preparación científica puede recomendar, plantear y, en ocasiones, prescribir lo que hay que hacer y cómo hacerlo. Estas recomendaciones y planteamientos han de basarse en un conocimiento riguroso y científico cuya adquisición requiere enfoques y metodologías complejas y, en ocasiones, diversas.
La formación que se proporciona por parte de los profesores debe tener tres elementos fundamentales: el primero es que la relevancia, el conocimiento y las competencias que se transmiten deben ser sobre fenómenos pertinentes que respondan a las necesidades de la sociedad; el segundo es el rigor que se basa en la investigación científica; y el tercero, pero no por ello menos importante, es la ética profesional. Además, el profesional ha de ser capaz de adaptar y concretar sus conocimientos y competencias al contexto en el que opera. Por esto junto a la investigación básica es importante la realización de investigación aplicada y el desarrollo de metodologías y tecnologías que faciliten y contribuyan a esa contextualización. Todos estos son aspectos a resaltar y en todos ellos, la relación fructífera y positiva entre profesor y alumno es fundamental. Esa relación estimula, anima y apoya al alumno a desarrollarse, trabajar, buscar sus propias preguntas y respuestas, y elaborar estrategias para un aprendizaje integral que le permitan la práctica profesional.
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