No supo bien por qué, pero tuvo la repentina sensación de que era momento como para que pusiera los pies sobre la tierra y que comenzara a buscar a la persona indicada como para formar la familia que algún día proyectaba tener, más allá de que esa idea se estrellara contra su filosofía de que las cosas deberían suceder y fluir sin que fuesen buscadas. No se trataba simplemente de ponerse en modo “busco novia” como para encontrar a la persona adecuada.
Se acercó a Malena, le dio un beso y se sentó a su lado. Permanecieron por un largo rato escuchando música, con la lluvia como sonido de fondo.
Alejandro agarró el celular que había dejado a la noche sobre la mesa del estar y vio que tenía varios mensajes de su grupo de amigos.
Los cuatro estaban con la idea de organizar una reunión y si bien él tenía ganas de verlos, a menos de que Malena le dijese que tenía que irse por algún motivo, no sería él quien la fuese a despachar, por lo que les contestó que desde anoche estaba con ella y que probablemente se quedaría hasta el domingo o quizá, hasta el lunes.
Respondió a un mensaje que le había enviado su madre y luego le escribió a Facundo, diciéndole que debía contarle algo, tras lo que volvió a dejar el celular sobre la mesa.
Un sonido indicaba la llegada de un mensaje. No iba a leerlo, pero miró de reojo la notificación y vio que era de Facundo, por lo que agarró nuevamente el teléfono.
– ¿Algo que sucedió durante el viaje? –preguntaba Facundo.
–Si –respondió Alejandro.
–Garchaste con tu jefe –dijo Facundo directo y sin dar vueltas.
–No exactamente, pero viene por ahí, después te cuento –escribió Alejandro.
–OK –escribió Facundo.
–¿Bajamos a respirar un poco de aire fresco y almorzamos en el barcito de acá a la vuelta? –propuso Alejandro.
–Dale, vamos –dijo Malena.
Fueron al dormitorio para vestirse, se pusieron bufandas, camperas y antes de salir, agarraron los paraguas del paragüero que estaba al lado de la puerta.
La lluvia había menguado bastante, aunque el frío viento del sur hacía dificultosa la tarea de mantener los paraguas abiertos y derechos.
Caminaron hasta el bar y dadas las condiciones climáticas, había poca gente, por lo que tuvieron mesas disponibles como para elegir y se sentaron al lado de un ventanal.
Pidieron canelones de ricota y de espinaca con salsa de tomates, que acompañaron con vino tinto. De postre, flan con crema, combinación explosiva como para disfrutar de una buena siesta.
Permanecieron en el bar por aproximadamente una hora y media; se levantaron y caminaron de regreso hacia el edificio. Tras cruzar algunas palabras amigables con el personal de seguridad, ingresaron y subieron al ascensor sin cruzarse con absolutamente nadie.
Ingresaron al departamento y tras dejar los paraguas, quitarse las camperas y las zapatillas, Alejandro caminó hacia el vestidor para sacarse el jean y ponerse nuevamente el jogging , tras lo que fue directo a la cocina para preparar un rico café, mientras que Malena iba al baño y regresaba para tirarse nuevamente sobre un sillón y encender la televisión.
Alejandro regresaba con una bandeja que dejó sobre la mesa ratona y se sentó junto a Malena. Para acompañar al café, había puesto sobre un plato una variedad de chocolates comprados en el sur.
Permanecieron el resto de la tarde tirados en el sillón, viendo películas, series y quedándose de a ratos dormidos.
Cerca de las cinco, Malena se despertó y vio que Alejandro dormía profundamente. Lo miró de arriba abajo y, aunque estuvo tentada por meterle la mano por debajo del pantalón para comenzar a jugar con su miembro, le dio lástima sacarlo de su plácido descanso y se levantó para llevar la bandeja a la cocina, donde se preparó otro rico café.
Alejandro la sorprendió abrazándola por detrás, haciéndole sentir un espontáneo escalofrío. Malena giró y se comieron dulcemente las bocas.
Pudo percibir el sabor del dulce chocolate que se mezclaba con el delicioso café que acababa de tomar.
Estimulada por el sabroso beso y con la calentura que aún tenía encima al no haber alcanzado un orgasmo durante el encuentro matutino, bajó el cierre del buzo de Alejandro y se lo quitó, dejándolo tirado en el piso. Agarró la cintura de su remera y la levantó, para comenzar a recorrerle con la lengua su pecho cubierto de vellos. Continuó descendiendo y sin que Alejandro dijese nada, se arrodilló en el piso y le bajó la cintura del jogging y del bóxer simultáneamente, dejando al descubierto y frente de su cara, el carnoso miembro que aún estaba muerto.
Sin agarrarlo con las manos, comenzó a jugar con sus labios en torno a él, sintiendo como lentamente comenzaba a erectarse. Lo introdujo en su boca y comenzó a mamárselo de una manera espectacular, logrando que se pusiera duro como estaca.
Alejandro apoyó las palmas de ambas manos sobre la mesada y se concentró en disfrutar del placer que Malena le estaba regalando. Sintió que Malena dejaba su miembro y que comenzaba a lamerle las bolas, una a una, para luego volver a concentrarse en su miembro.
Sí que lo estaba haciendo gozar.
Malena se incorporó, le subió la cintura del bóxer y del pantalón y agarrándolo de la mano, lo invitó para que fuesen al dormitorio.
Al llegar al lado de la cama, poniéndole ambas manos sobre el pecho, lo empujó, haciendo que la parte posterior de las piernas de Alejandro chocaran contra el colchón, logrando que quedase sentado sobre la cama.
Malena agarró nuevamente la cintura del jogging y del bóxer , que comenzó a deslizarlos hacia abajo. Alejandro levantó su cola para permitir que se los quitara. Luego le sacó las medias y comenzó a desvestirse.
Alejandro se recostó boca arriba, como entregándose para que ella satisficiera sus deseos y sus necesidades.
Malena se subió a la cama y comenzó a recorrerle el cuerpo con la lengua. Sintió que estaba completamente mojada y necesitaba llegar rápidamente al cielo, por lo que se sentó con las piernas abiertas a la altura de la pelvis de Alejandro y sin más rodeos, agarró su duro miembro para comenzar a introducírselo hasta el fondo.
Comenzó a cabalgarlo de una manera cada vez más intensa, gimiendo y moviendo su cabeza de un lado al otro, acercando su torso a la boca de Alejandro, con la intención de que le comiera ambos pechos.
Alejandro la mantenía agarrada de los glúteos con ambas manos, intentando manejar los ritmos como para encontrar su propio punto de placer, pero Malena parecía descontrolada y claramente estaba manejando los movimientos a su antojo.
Alejandro extendió un brazo para llegar al cajón de la mesa de luz, y al tanteo, agarró el frasco de gel lubricante y un dildo de pequeñas dimensiones, que untó generosamente con lubricante y acercó al ano de Malena para comenzar a jugar, moviéndolo lentamente y ejerciendo cada vez un poco más de presión, sin que ella hiciera comentario alguno, aunque percibiendo que había entrado en un estado de placer que la descontrolaba.
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