Aquiles
y su tigre encadenado
Gonzalo Narvreón
© Gonzalo Narvreón
Aquiles y su tigre encadenado
ISBN Libro en papel: 978-84-685-3812-9
ISBN eBook en ePub: 978-84-685-3814-3
ISBN eBook en PDF: 978-84-685-3813-6
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“La demora de ese encuentro buscado y anhelado; la pasión del sexo, sometida y reprimida por las obligaciones y por las estructuras armadas. La ebullición física y emocional, generando una catarata de fantasías y de deseos ya imposibles de contener, gestando una batalla interna entre la necesidad instintiva, primitiva, salvaje e incontrolable del tigre que quiere liberarse de sus cadenas, contra la culpa y el oasis de la vida familiar. La necesidad urgente de descomprimir esa presión que la bestia interior reclama y grita internamente por ser satisfecha y complacida... El deseo de explotar, en un encuentro cargado de testosterona, envuelto en un abrazo firme y cálido entre dos cuerpos masculinos, viriles, deseosos por satisfacerse y por complacerse mutuamente. Por fin, sus cuerpos se cruzan, iniciando ese juego plagado de complicidad, sin necesidad de decir ni de explicar nada. Avanzan, hasta alcanzar la cúspide del placer, que llegará, estallando en una descarga sublime, envueltos en sudor, invadidos por un temblor incontrolable, glorioso y plagado del exquisito aroma a sexo. Solo ahí serás tú, solo en ese momento, te encontrarás plenamente con quien verdaderamente eres; solo en ese instante, tu verdadera esencia surgirá para completarte; solo ahí el tigre habrá rugido, para brindarte la verdadera calma emocional...”
Gonzalo Narvreón
Dedicatoria
A todos aquellos que se han animado a liberar a su tigre interior, para dejarlo correr libremente por la jungla.
Gonzalo Narvreón
Introducción – Introducción – Aunque la semilla ya estaba sembrada, la negación y sus convicciones de hombre netamente heterosexual, hicieron que Aquiles la mantuviera enterrada, seca y sin regar... Lo que él aún no sabía, era que tarde o temprano, un aguacero caería para hacerla germinar y que un mundo nuevo se abriría ante sus ojos. Su tigre interior, aún se mantenía encadenado, pero instintivamente, supo que no sería para siempre, que llegaría el momento en el que debería liberarlo y que, de allí en más, ya nada sería lo mismo.
Capítulo 1. Veraneando en La Riviera
Capítulo 2. Poseidón
Capítulo 3. Al ritmo de Brasil
Capítulo 4. Un día agotador
Capítulo 5. Pescando garotas
Capítulo 6. Estrechando lazos
Capítulo 7. Playa, calentura y un poco de alcohol
Capítulo 8. Extraña velada
Capítulo 9. …alcohol, calor y la rendición de Alejandro
Capítulo 10. El desenfreno de Marina
Capítulo 11. Secreto bien guardado
Capítulo 12. Tarde de relax
Capítulo 13. Garota vs. macho argentino
Capítulo 14. Bajo el hechizo Maya
Capítulo 15. Amigos son los amigos
Capítulo 16. Buenos Aires, la reina del PLata
Capítulo 17. El reencuentro
Capítulo 18. Blanqueando con Marcos
Capítulo 19. Retomando fútbol
Capítulo 20. Tarde entre hermanas
Capítulo 21. Primera clase
Capítulo 22. Anochecer en el río
Capítulo 23. Redondeando el sábado
Capítulo 24. Noche de charla
Capítulo 25. Fantasía picante
Capítulo 26. Contame de Alejandro
Capítulo 27. Un tigre encadenado
Capítulo 28. Mente abierta
Capítulo 29. Rompiendo cadenas
Epílogo
– Introducción –
Aunque la semilla ya estaba sembrada, la negación y sus convicciones de hombre netamente heterosexual, hicieron que Aquiles la mantuviera enterrada, seca y sin regar...
Lo que él aún no sabía, era que tarde o temprano, un aguacero caería para hacerla germinar y que un mundo nuevo se abriría ante sus ojos.
Su tigre interior, aún se mantenía encadenado, pero instintivamente, supo que no sería para siempre, que llegaría el momento en el que debería liberarlo y que, de allí en más, ya nada sería lo mismo.
Capítulo 1
Veraneando en La Riviera
La cálida brisa del invierno caribeño acariciaba suave-mente los rostros de Aquiles y de Marina, mientras que avanzaban por la carretera que los conducía hacia el sur de La Riviera Maya, arriba de un Jeep amarillo, que minutos antes habían recogido en el aeropuerto y que habían alquilado antes de partir de Argentina.
Detrás habían quedado las nueve horas de vuelo directo que separaban el Aeropuerto Internacional de Buenos Aires con el de Cancún. A pesar de tratarse del único vuelo que había arribado a esa hora y que el aeropuerto lucía desolado, la entrega de equipajes se había demorado considerablemente.
El avión había tocado tierra aproximadamente a las cinco y cuarto. Entre la recepción de equipajes, los trámites migratorios y la entrega del vehículo, había transcurrido una hora y media, por lo que el sol ya asomaba por encima del horizonte color turquesa de las cristalinas aguas del mar Caribe.
Como era habitual en épocas de clima templado, Aquiles vestía una bermuda color natural, una chomba azul que había dejado suelta por fuera del pantalón y calzaba mocasines estilo náuticos.
Acompañaba con un gorro azul con visera y llevaba puestos lentes de sol espejados.
Marina vestía un pantalón blanco liviano y bien holgado, que acompañaba con una blusa también blanca y cubría sus hombros con un sweater de hilo liviano blanco. Llevaba zapatillas sin plataforma; cubría su cabeza con un sombrero estilo Panamá y llevaba puestos lentes similares a los de Aquiles.
Habían dejado Buenos Aires en un tórrido anochecer, con 36º C y altísima humedad, combinación que había generado un insoportable día de verano en la ciudad.
–Hermoso día nos regala La Riviera Maya para recibirnos –dijo Aquiles, sin quitar la vista de la ruta.
–Mejor imposible, respondió Marina, con una sonrisa de placer y de satisfacción instalada en su rostro.
Hacia la izquierda, se podía observar la cadena de manglares que actuaban de fuelle entre el continente y el mar y que, de tanto en tanto, eran interrumpidos por los accesos a los Resorts que se ubicaban sobre la ruta y que terminaban en el mar.
La distancia que separaba el aeropuerto y el Eco Resort en el que se alojarían, que se encontraba en Tulum, era de aproximadamente 130 km, por lo que el viaje les tomaría cerca de una hora y media, tema que los tenía sin cuidado, ya que ambos compartían la filosofía de que el viaje y el disfrute arrancaba desde el momento en el que dejaban su departamento para dirigirse hacia el aeropuerto o hacia cualquier otro destino en el que decidieran pasar sus vacaciones.
Cruzaron Playa del Carmen y sin detenerse, siguieron rumbo hacia el sur, más allá de Akumal.
–Lindos los días que pasamos con los chicos en Cariló –dijo Aquiles, refiriéndose a Marcos, a Félix y a sus respectivas familias.
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