J. R. Johansson - Condenado a muerte

Здесь есть возможность читать онлайн «J. R. Johansson - Condenado a muerte» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Condenado a muerte: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Condenado a muerte»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Por primera vez en más de una década Riley tiene esperanza. Nuevas pistas podrían evitar que su padre sea ejecutado por unos
asesinatos de los que se le acusó
injustamente. Sin embargo, tras perder su última apelación, la condena se vuelve inminente y Riley se embarca en una carrera contra reloj para demostrar su
inocencia. Pero ¿merece su padre ser salvado? Una confesión desesperada pondrá a prueba la convicción de la joven, hará que comience a dudar de todo y de todos, e incrementará su empeño para desenterrar la verdad. Riley no descansará hasta que se haga
justicia, incluso si eso significa perder a su padre para siempre.

Condenado a muerte — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Condenado a muerte», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Estoy de pie delante de casa y cuando me doy la vuelta veo el cuerpo de mi madre tirado en el jardín delantero. Exactamente como una de las chicas de las fotos. Primero parece que está durmiendo. La falda, larga y de color oscuro, le llega hasta los pies, y lleva unas medias negras. La blusa, abotonada hasta arriba, y los brazos, cruzados sobre el estómago. Todo se ve normal, salvo por la magulladura púrpura e inflamada que tiene en el cuello y los ojos abiertos, que, ya vacíos, me miran fijamente. Sollozando, le busco histérica el pulso, pero no tiene.

De pronto, estamos en una morgue plateada con una lámpara de techo que oscila sobre la única mesa que no está a la sombra. Mi madre descansa sobre la mesa frente a mí, en ropa interior. Puedo ver todos los moratones, las quemaduras y los cortes que antes le ocultaba la ropa. A nuestro alrededor, las paredes se encienden de repente con radiografías y más radiografías, cada una muestra un hueso roto distinto. Hay muchas, y tengo la sensación de que nos han dejado encerradas. Me veo rodeada de muchas fracturas, de mucha violencia. Quien haya hecho esto la atacó salvajemente, la estranguló y luego la vistió para que pareciese tranquila tras colocarla con cuidado en nuestro jardín delantero.

Me encojo sobre mí misma. No puedo seguir viéndola así. Entonces me convierto en una pelota pequeña en medio de esta carnicería. Me refugio en una esquina, cierro los ojos, y espero, contra toda esperanza, que esto no sea real y que se acabe pronto. Cuando el sueño termina, me despierto empapada en un sudor frío.

Condenado a muerte - изображение 8

Es viernes por la tarde y me estoy preparando para ir a Polunsky a ver a mi padre. Pero de pronto me llama el señor Masters. Sonrío cuando respondo la llamada.

—¿Sí?

—Señorita Riley.

El acento sureño del señor Masters es tan marcado que hace que el bourbon sepa a agua.

—Señor Masters —respondo despacio, burlándome de su acento.

Cuando mi padre nos presentó, mucho tiempo atrás, el señor Masters me pareció muy alto. Recuerdo que pensé que, con esos trajes elegantes y caros, debía de tratarse de alguien importante. Le pregunté a mi padre cómo debía dirigirme a él. El señor Masters se acuclilló frente a mí y me miró muy serio.

—¿Cómo quieres llamarme? —me preguntó.

Yo me escondí detrás del brazo de mi padre y no respondí. Pero el señor Masters me dijo que, como yo era una joven dama, tenía dos opciones.

—Puedes llamarme señor Benjamin o señor Masters .

Pensé al respecto un minuto, pero señor Benjamin no me pareció lo suficientemente elegante para él.

—Elijo señor Masters .

—Excelente—respondió mientras se incorporaba y me extendía una mano—. Yo te llamaré señorita Riley .

Cuando le estreché la mano, noté algo entre los dedos. Y al retirarla, me di cuenta de que me había deslizado un pequeño paquete de Skittles. Siempre han sido mis caramelos preferidos.

El señor Masters me guiñó un ojo.

—Me ha dicho un pajarito que te gustan.

Le sonreí feliz y recuerdo que pensé que era como el presidente, pero mágico.

Hasta el día de hoy, nunca me ha dado un motivo para que piense otra cosa de él.

—¿Cómo te encuentras esta tarde tan calurosa?

—Estoy disfrutando de los placeres del aire acondicionado mientras me preparo para ir a ver a papá. ¿Cómo están las cosas por ahí?

El buen humor desaparece en ambos lados de la línea telefónica en cuanto menciono a mi padre.

—Sigo trabajando. No me he dado por vencido. —Su tono de voz es suave—. ¿Cómo está tu madre? Me tiene preocupado.

—Trabajando, también —suelto una risa amarga—. ¿Qué otra cosa podría estar haciendo?

—¿Qué ha dicho el doctor? —Ahora suena más brusco que antes—. La tozuda de tu madre no atiende mis llamadas.

—Veo que estamos en el mismo bando. A mí tampoco me ha cogido el teléfono cuando la he llamado antes —murmuro—. Nos ha dicho que está bajo mucho estrés y le ha dado medicación para que le baje la tensión.

Al otro lado de la línea responden con un gruñido de afirmación.

—Bueno, mantenme informado, señorita Riley —añade al fin el señor Masters—. Llámame si se te ocurre algo en lo que os pueda ayudar a cualquiera de las dos. Últimamente, tú eres la única responsable de la familia.

Me río, sorprendida. El señor Masters me habla sin tapujos. Siempre lo ha hecho. A diferencia de mis padres, no me trata como a una niña.

—Estaría bien que le dijera eso a mis padres algún día.

—Tal vez —se ríe—. Buenas tardes, señorita Riley.

—Buenas tardes, señor Masters.

Cuando cuelgo, suspiro y me froto las ojeras frente al espejo del baño. Entre lo aturdida que me dejó la audiencia y las pesadillas, apenas he pegado ojo.

Dedico un buen rato a estirar el cuello y los hombros, pero decido que mi aspecto no mejorará. Me planteo ponerme un poco de polvos para tapar los signos de agotamiento, pero soy minimalista con respecto al maquillaje. Además, necesitaría un milagro para disimular los efectos de las últimas veinticuatro horas. En lugar de eso, cojo una Coca-Cola de la nevera y las llaves que están en encimera de la cocina, y me dirijo a la puerta.

7

EL EDIFICIO DE ADMISIONES DE POLUNSKY es bajo y gris. Parece un bloque de niebla muy concentrada, y lo encuentro adecuado porque mi mente tampoco puede deshacerse de la neblina.

Ayer me pasé la noche buscando los medicamentos de mi madre y después me quedé despierta hasta tarde para conseguir que me prometiera que se los iba a tomar. Me preguntó una y otra vez si aún tenía pensado venir a ver a mi padre y si estaba segura de que no quería esperar hasta que encontráramos un momento en que ella pudiera acompañarme. Me sorprendió que me lo preguntara porque ambas sabemos que eso nunca sucederá. Cuando le aseguré por quinta vez que estaría bien viniendo sola, me pareció que se quedaba convencida. Tuve que contenerme con todas mis fuerzas para no cerrar de un portazo cuando me pidió que le dijera a mi padre que se encuentra bien.

No creo que esta vez esa parte de conversación nos lleve mucho tiempo, porque no voy a mentirle.

«No estamos muy bien, papá. No estamos muy bien.»

Cuando saludo a Nancy y paso por el control de seguridad, se me hace evidente que tanto ella como los demás funcionarios del despacho de admisiones saben lo que pasó en la apelación. Me lanzan miradas consoladoras y nadie intenta hacerme reír ni bromea conmigo como suelen hacer.

Cojo mis cosas en cuanto Nancy termina de cachearme, quiero salir de este despacho que, de pronto, parece el escenario de un funeral.

—Nos vemos la semana que viene, Riley —se despide.

Cuando me vuelvo para dirigirme hacia la recepción a retirar la placa de visitante, escucho que añade un lo siento .

Le hago un gesto de agradecimiento. Mi mente viene y va entre el pánico y una resignación paralizante, como me ocurre desde la audiencia de apelación de ayer. Mi cuerpo sigue funcionando y continúa con la rutina habitual mientras yo trato desesperadamente de fingir que nada ha cambiado.

En la pequeña sala de visitas está todo en calma, como siempre, lo único que no quiero hoy es quedarme sola con mis pensamientos. El reloj de pared marca los segundos y trato de no escucharlo. No dejo de pensar en el número de horas que hay en cuatro semanas, en veintiocho días... Veintisiete hoy.

Cuando mi mente me da la respuesta correcta al problema matemático, se me cae el alma a los pies. Veintisiete días son seiscientas cuarenta y ocho horas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Condenado a muerte»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Condenado a muerte» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Condenado a muerte»

Обсуждение, отзывы о книге «Condenado a muerte» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x