J. R. Johansson - Condenado a muerte

Здесь есть возможность читать онлайн «J. R. Johansson - Condenado a muerte» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Condenado a muerte: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Condenado a muerte»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Por primera vez en más de una década Riley tiene esperanza. Nuevas pistas podrían evitar que su padre sea ejecutado por unos
asesinatos de los que se le acusó
injustamente. Sin embargo, tras perder su última apelación, la condena se vuelve inminente y Riley se embarca en una carrera contra reloj para demostrar su
inocencia. Pero ¿merece su padre ser salvado? Una confesión desesperada pondrá a prueba la convicción de la joven, hará que comience a dudar de todo y de todos, e incrementará su empeño para desenterrar la verdad. Riley no descansará hasta que se haga
justicia, incluso si eso significa perder a su padre para siempre.

Condenado a muerte — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Condenado a muerte», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Escucho la voz de Matthew detrás de mí, y cuando me vuelvo me lo encuentro en mi coche sentado en el sitio del pasajero. La puerta se abre y ahogo un grito cuando veo que lleva en la mano la foto de mi padre.

Corro hacia él, le arranco la foto y la guardo en la guantera antes de que Jordan pueda verla. Cuando me incorporo, ambos me están mirando sorprendidos.

—Perdón, yo...

—No —me interrumpe Jordan antes de que pueda añadir nada más—. Te pido disculpas porque Matthew estaba fisgoneando en tu coche.

—¡Yo no estaba fisgoneando! —grita Matthew.

Cuando bajo la vista para mirarlo, veo que se restriega los ojos, parece muy cansado.

—Lo sé. —Me pongo en cuclillas frente a él—. No te preocupes. Gracias a los dos por vuestra ayuda.

Levanto la mirada hacia Jordan y espero que no piense que soy una friki total después de semejante numerito.

—Me lo he pasado muy bien hoy —añado.

Matthew asiente, serio, y se vuelve hacia Jordan.

—¿Ya hemos terminado de ser caballeros? —pregunta a punto de ponerse a llorar.

—Me parece que sí. —Jordan señala su coche—. Súbete y ponte el cinturón.

Jordan y yo nos quedamos de pie, solos. Me siento incómoda y avergonzada, pero él parece haberse recuperado.

—Perdón, es que...

—En serio, Riley, no tienes que explicarme nada.

Se acerca a mí y me apoya una mano en el hombro solo un instante, pero el tiempo suficiente para que ese gesto me haga sentir mariposas por todo el cuerpo. Luego saca la cartera y me enseña la foto de una mujer latina muy hermosa que tiene los hoyuelos de Matthew y el pelo de Jordan.

—De todas las personas del mundo que pueden entender por qué llevas una foto de tu padre escondida en el coche, ¿no crees que yo puedo ser una de ellas?

No puedo contarle que mis motivos son distintos a los suyos, pero tampoco quiero mentirle. No después de que haya compartido conmigo algo tan especial para él. O puede que sí se trate de lo mismo. De que ambos amamos y extrañamos a unos padres con los que no podemos estar. ¿Por qué no podría ser así de simple?

Me limito a suspirar.

—Gracias —contesto por fin.

—Que tenga una buena semana, señorita.

Jordan baja el ala de un sombrero imaginario mientras se dirige a su coche, y mi sonrisa, tímida al principio, se transforma en una radiante.

Matthew me saluda desde el asiento trasero a medida que se alejan. Yo lo saludo de vuelta, sorprendida porque pasar una tarde con un chico al que apenas conozco haya podido dejarme tan impresionada.

5

LA SALA DE AUDIENCIAS HUELE A SUDOR Y A MIEDO. Los asistentes se mueven, incómodos, en los asientos. No se miran mucho unos a otros, sino que nos miran más que nada a nosotras: nos observan sin ningún disimulo. Me aferro a la mano de mi madre y evito las miradas, pero no puedo dejar de pensar que ojalá pudiéramos lidiar con el día de hoy nosotras solas, sin la compañía de cien desconocidos hostiles.

Por más que odie su actitud, la entiendo perfectamente. Se sienten fascinados y asustados a la vez por mi padre y su familia. En esta pantomima, somos el monstruo del circo. Quizá debería haberme preparado mejor para entretenerlos, pero no es así. En todas las audiencias trato de aparentar máxima normalidad con la esperanza de aburrirlos tanto que acaben olvidándome. Me pongo unas gafas de sol grandes incluso para estar dentro, no llevo pendientes ni accesorios, y el pelo, oscuro y lacio, me lo ato en una coleta baja. Si tuviera ropa que me mimetizara con el banco de madera en el que estoy sentada, probablemente la usaría.

No puedo ni siquiera mirar a las personas al otro lado del pasillo. Los desconocidos nos miran de un modo muy desagradable; los familiares de las víctimas, con un odio total. Me dan pena. De verdad que me encantaría que pudieran encontrar la justicia que creen haber conseguido, pero no aquí. Aquí nunca he visto justicia.

De algún modo, somos parecidos. Nos une un desconocido que cometió unos actos de violencia sin sentido. Pensé que las familias de las víctimas desaparecerían cuando mi padre fue declarado culpable, pero menuda ingenuidad por mi parte... Vienen a todas las audiencias y apelaciones, como nosotras. Nadie, en ninguno de los dos bandos, ha podido seguir adelante.

Nos han dicho que tenemos que permanecer sentadas en silencio, pase lo que pase. Y hemos cumplido con nuestro deber en cada ocasión. Es casi como si nos tuvieran atadas y amordazadas en esta sala. No podemos hacer nada, como siempre. Y el hecho de que nosotras sepamos que es inocente no importa, y nunca importará. Mi padre se presenta para jugar a su juego y adivinar la respuesta a sus preguntas. Todo con la vana esperanza de que la respuesta correcta los convenza de la inocencia que lleva defendiendo los últimos doce años. De que algún día podrá volver a ser libre.

Empiezo a pensar que esa libertad no existe, por lo menos no para nosotros. Tal vez vivamos siempre en este compás de espera.

El señor Masters y Stacia se detienen junto a nosotras de camino al frente de la sala. Stacia era la asistente legal de mi padre. Lo más probable es que no necesite la misma ayuda legal que los demás presos de Polunsky porque él ya es un abogado excelente. Pero Masters y Stacia son los únicos, aparte de nosotras, que creen en su inocencia, y necesitamos toda la ayuda y la positividad que podamos conseguir.

Mi padre dice que, todos estos años, el señor Masters nos ha cuidado cuando él no ha podido. Lo principal para mí es saber que puedo confiar en él, porque yo solo confío en mis padres. Él es la excepción, la única persona con la que puedo contar en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier cuestión, sabiendo que no me juzgará ni dudará jamás de mí. Por eso, para mí, es como de la familia, y sabe Dios que no tengo demasiada.

—¿Cómo estáis?

El señor Masters se pone en cuclillas en el pasillo, al final del banco, y nos observa con preocupación. Stacia permanece de pie junto a él, mientras, con las manos nerviosas, alisa el borde del montón de papeles que sostiene.

Mi madre asiente con una expresión de seguridad que no deja lugar a dudas.

—Estamos bien. Gracias, Ben —responde.

Masters me examina y parece que intenta comprobar cuánta verdad hay en lo que ha dicho mi madre. Me encojo ligeramente de hombros porque, en realidad, no tengo ni idea de cómo estamos. Quizá nos lo debería preguntar de nuevo en cuanto termine la audiencia de apelación.

—¿Qué posibilidades tenemos? —le pregunto en voz baja.

Pone la misma expresión de seguridad que mi madre y asiente.

—Creo que tenemos una, que es lo que más importa en este momento.

Stacia extiende una mano y me da un apretón en el hombro.

—Estamos luchando con todas nuestras fuerzas por él. No nos daremos por vencidos —dice.

—Os estamos muy agradecidas por eso —dice mi madre tragando con dificultad.

En ese momento, todos miramos al frente, se ha abierto la puerta por la que traerán a mi padre.

El señor Masters se inclina y le da una palmadita a mi madre, y luego me guiña un ojo. Stacia me ofrece una media sonrisa nerviosa. Ambos se dirigen a la parte delantera de la sala. Sé que están aquí para apoyarnos a mi madre y a mí tanto como a mi padre, y les estoy agradecida. Son las únicas caras amables que nuestra familia ha visto en los tribunales.

Mi padre entra escoltado y se une a su equipo de abogados. Estamos a menos de tres metros, pero no puedo llegar a él, no puedo tocarlo. Suelto la mano de mi madre y, con fuerza, cierro en un puño las mías sobre la falda. No sé por qué me sigue afectando tanto verlo en una sala de audiencias. Debería estar acostumbrada. Es un ejemplo perfecto de cómo hemos vivido durante casi toda mi vida. Mi padre está aquí, frente a mí, pero completamente fuera de mi alcance.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Condenado a muerte»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Condenado a muerte» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Condenado a muerte»

Обсуждение, отзывы о книге «Condenado a muerte» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x