La regla de uso del lenguaje (décimo mandamiento) puede violarse —en todas las etapas— por parte de protagonista o antagonista si se toma una ventaja indebida de la obscuridad (falacia de falta de claridad) o ambigüedad (falacia de ambigüedad, equivocidad o amfibolía). Pueden ocurrir varios tipos de obscuridad, según provenga de de la manera en que está estructurado el texto, del carácter implícito de lo que se dice, de indefinición, falta de familiaridad, vaguedad, etc. Igualmente hay varios tipos de ambigüedad: referencial, sintáctica, semántica, etc. La falacia de ambigüedad está estrechamente relacionada con la de obscuridad, y puede ocurrir tanto sola como combinada con otras falacias (tales como las de composición y división).
Baste este breve panorama para mostrar que el análisis pragma-dialéctico de las falacias tradicionales como violaciones de las reglas de la discusión crítica es más sistemático que el tratamiento estándar criticado por Hamblin. En lugar de dar explicaciones ad hoc, se entienden aquí las falacias como subsumidas bajo una o más reglas de la discusión crítica. Las falacias que nos contentamos con agrupar por nombre en las categorías tradicionales se muestran aquí como teniendo algo en común o como claramenta distintas. Por su lado, se juntan falacias genuinamente relacionadas que en el tratamiento tradicional estaban separadas. Así por ejemplo, cuando distinguimos dos variantes del argumentum ad populum —una que viola la regla 4 de relevancia, la otra que viola la regla 8 de esquemas argumentales—, hacemos claro que estas variantes no son de hecho del mismo tipo. Igualmente, cuando analizamos una variante particular del argumentum ad verecundiam y una del argumentum ad populum como violaciones de la regla de esquemas argumentales, hacemos claro que estas variantes realmente son del mismo tipo una vez que se ven desde la perspectiva de la resolución de diferencias de opinión.
La sinopsis analítica revela también que el acercamiento pragma-dialéctico hace posible identificar obstáculos a la resolución de diferencias de opinión que son “nuevos” en el sentido de que no se habían reconocido ni nombrado como falacias: el declarar sacrosanto un punto de vista (violación de la regla 1 de libertad), el evadir la carga de la prueba mediante inmunización de un punto de vista frente a la crítica (violación de la regla 2 que obliga a defender puntos de vista presentados) o el presentar falsamente una premisa como evidente de suyo (violación de la regla 6 de puntos de partida), el negar una premisa inexpresa (violación de la regla 5 de premisas inexpresas), el negar un punto de vista aceptado o el presentar falsamente como punto de vista compartido (violaciones ambas de la regla 6 de puntos de partida), el absolutizar el éxito o el fracaso de una defensa (violación de la regla 9 de conclusiones), etc.
2.4 Usos del maniobrar estratégico
Por más justificado que esté el ver la pragmática como la versión moderna de la retórica, eso lleva a que se descuiden ciertos logros de la retórica clásica que son vitales para el estudio de la argumentación. De acuerdo con van Eemeren y Houtlosser, el método pragma-dialéctico de analizar y evaluar el discurso argumentativo puede enriquecerse si tomamos las enseñanzas retóricas y las integramos sistemáticamente al marco teórico dialéctico (1998, 1999, 2000a, 2000b, 2002b). Para remediar la separación exstente entre dialéctica y retórica, es necesario hacerse cargo de que las dos perspectivas no son incompatibles e incluso pueden ser complementarias.51 Conducir una discusión de forma razonable no es en general, dentro del discurso argumentativo el fin único de los argumentadores, sino que estos tienen también el de hacer que se acepten sus puntos de vista. Los intentos retóricos de los argumentadores para salirse con la suya son parte integral de sus esfuerzos por realizar la aspiración dialéctica de resolver la diferencia de opinión de acuerdo con los estándares propios a una discusión crítica.
Vistas las cosas pragma-dialécticamente, en el discurso argumentativo las partes en todo proceso resolutorio andan buscando el resultado retórico óptimo en la etapa por la que pasan, pero al mismo tiempo podemos presumir que mantienen el objetivo dialéctico de esa etapa de la discusión. De esa manera, el fin dialéctico de las cuatro etapas del proceso resolutorio tiene presumiblemente un correspondiente retórico. Para reconciliar la búsqueda simultánea de esos dos fines diferentes, los argumentadores hace uso de maniobras estratégicas encaminadas a disminuir la tensión potencial entre ambos (van Eemeren y Houtlosser, 2002b). Los aspectos básicos del maniobrar estratégico que distinguimos en pragma-dialéctica son: (1) hacer una selección oportuna a partir del “potencial tópico”, es decir del conjunto de alternativas disponibles en tal o cual etapa de la discusión; (2) adaptar de manera óptima la propia contribución a las “demandas del auditorio”, es decir a las preferencias y expectativas de los escuchas y lectores; y (3) usar los más efectivos “dispositivos de presentación”, es decir los varios medios estilísticos y en general los varios medios verbales y no verbales de comunicar un mensaje. Si la selección resulta en una sucesión concertada de “jugadas” en la cual lo que se elija respecto de los tres aspectos está coordinado, entonces se está usando una estrategia argumentativa plenamente desarrollada.52
Un análisis pragma-dialéctico puede beneficiarse de varias maneras si usa esta concepción de maniobrar estratégico cuando intenta reconstruir el discurso argumentativo. Si se toma en cuenta el maniobrar estratégico, se obtiene una visión más clara de la dimensión retórica del discurso y con ello se abarca una mayor parte de la realidad argumentativa. Al comprender de forma más completa y sutil cuáles son las razones que subyacen a las diferentes jugadas en el discurso, hacemos más profundo nuestro análisis. Y combinando estas enseñanzas de la retórica con la visión pragma-dialéctica que ya se había logrado en el proceso de reconstrucción, nuestro análisis estará mejor justificado.53
(a) Falacias como descarrilamientos del maniobrar estratégico
El maniobrar estratégico que tiene lugar en el discurso argumentativo para mantener el equilibrio entre objetivos dialécticos y retóricos puede a veces llevar a inconsistencias y “descarrilarse”. Tales descarrilamientos generalmente coinciden con aquellas jugadas no constructivas en el discurso argumentativos a las que la tradición llamó falacias. Uno de los problemas cruciales a la hora de detectar falacias es el de cómo distinguir entre discurso argumentativo correcto y discurso argumentativo falaz. En la pragma-dialéctica las jugadas argumentativas se consideran correctas si están de acuerdo con las reglas que se aplican a la etapa de una discusión crítica en la que se realizan, y se consideran falaces cuando violan alguna de esas reglas.54 Sin embargo, para determinar sistemáticamente y para todas las etapas del proceso resolutorio si las jugadas argumentativas violan o no una regla, se necesitan criterios claros que permitan decidir cuándo exactamente se ha violado una cierta norma encapsulada en una discusión particular. El concepto de maniobrar estratégica puede coadyuvar en la identificación de tales criterios.
En principio, todas las jugadas hechas en el discurso argumentativo están motivadas tanto por el fin de argumentar razonablemente como por el fin de salirse con la suya, pero estas dos aspiraciones no se encuentran siempre en perfecto equilibrio. Por un lado, los hablantes y escritores pueden descuidar sus intereses persuasivos, por ejemplo por miedo a que se les perciba como no razonables; por otro lado, pueden descuidar su compromiso con el ideal crítico debido a su hábito de convencer a la otra parte. Si se descuida la persuasividad el argumentador sale perjudicado pero no su adversario, y por tanto no se puede “condenar” al primero como falaz. En cambio, si una de las partes de la discusión permite que su compromiso de llevar a cabo un intercambio razonable de jugadas argumentativas sea superado por el fin de persuadir a la otra parte, entonces el maniobrar estratégico se descarrilla, ya que la otra parte se vuelve una víctima del proceso. En ese caso el maniobrar estratégico se debe condenar como falaz.55
Читать дальше