Guillermo Fadanelli - Malacara

Здесь есть возможность читать онлайн «Guillermo Fadanelli - Malacara» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Malacara: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Malacara»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Lo primero que podría decir acerca de Orlando Malacara – el personaje que da orden y caos a esta novela— es que su pasatiempo favorito es ocultarse. Ni siquiera podría afirmar que es un pasatiempo, sino algo más importante o trascendente: una necesidad. En el hecho de esconderse y espiar encuentra placer, y cuando aparece a la luz pública lo hace con el único fin de simular ser una persona normal y no despertar sospechas. Lleva su pudor a grados enfermizos y su afición principal es merodear desde la ventana de su casa, ubicada en los linderos del barrio de Tacubaya: curiosa forma de observar el movimiento del mundo."Cuando escribí
Malacara temí que el personaje central fuera solo un espejo de mis obsesiones y de mi caótica historia individual. Si bien mis novelas han sido el reflejo deformado y simbólico de mis sentimientos, pasiones o experiencias, ello no significa que estas obras me sean totalmente ajenas y que, en ocasiones, parezcan haber sido escritas por una mano impulsiva que desconozco y que no me corresponde. Entre un escritor y su obra no hay unidad; más bien reina el caos, el azar y una multitud de voces desconocidas y sorprendentes que nos empujan a adentrarnos en un espacio de locura y delirio compartidos.
Malacara es muestra o ejemplo vivo de esta aventura literaria." Guillermo Fadanelli"Durante muchos años, la abyección ha sido su tema más socorrido, la provocación su principal motor y el underground su ambiente privilegiado. No me refiero únicamente a sus relatos y novelas, sino también a esa personalidad que lo ha convertido en una figura emblemática de la Ciudad de México contemporánea." Guadalupe Nettel «Una endiablada habilidad para cincelar un universo corrosivo y lacerante.» Ricardo Baixeras

Malacara — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Malacara», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La necedad ardiente del sol rebotando contra el cemento me coloca en un estado de nerviosismo bastante inconveniente para mi salud. Y no voy a soltarme a dar opiniones sobre el astro mayor, pero el sol calcinante es uno de los factores que más afecta mi salud, además de que me pone de un pésimo humor. Qué podía esperarse, pensaría Jünger, de un astro que no conoce la noche ni ha presenciado jamás un anochecer. Por otra parte, tengo la sensación de que el tiempo asignado a mi calendario se consume con extraña avidez, como si el magnánimo encargado de ajustar las manecillas de mi reloj íntimo se hubiera compadecido de mí acelerando el paso. El soldado ha embrazado el arma y corre a paso veloz. Lo tengo claro, muy claro... una vez que la muerte se aproxima el tiempo comienza su socarrona tortura aumentando su ritmo, dando pasitos de correcaminos, de avestruz histérico. ¿Quién ha visto a un emú bailando con el fin de impresionar a la hembra? Se retuerce en el aire, estira sus patas alargadas, su cuello latiguea y su vientre se llena de retortijones.

Huérfano de un destino, mal hijo, pero sobre todo hombre que tira su tiempo a manos llenas, Malacara corre como un agobiado maratonista en dirección a la muerte.

LAS NIÑERAS DEL MUNDO

En lo relativo a esas misteriosas mujeres que deseo entrometer a mi camastro no se trata de personas desconocidas para mí o amoríos utópicos nacidos de una mente nebulosa e impráctica, pero sí de dos seres que he llegado a conocer con bastante holgura y profundidad, allí, hasta donde un hombre simplón como yo, o de razonamientos escuetos, es capaz de comprender cuando se halla atrapado dentro de un sistema complejo. Una de estas mujeres tiene poco más de treinta años y usa botas que ascienden ajustadas hasta la mitad de sus tobillos (botines finos que seguramente valdrán más de tres mil pesos, cifra para mí exorbitante), mientras que la otra mujer gira como nerviosa luciérnaga en torno a los veinte años. Y me pesa considerar la edad como una marca crucial a la hora de definir o describir a una persona, pero es una costumbre que, en esencia, perdura en casi todas las conversaciones humanas. La edad, ¿a quién puede importarle esa enumeración idiota? A las niñeras, por supuesto. Saber si el niño puede caminar sin auxilio de un adulto o si existe cierta clase de alimentos que no debe consumir es vital para la niñera que comienza su trabajo. Todas las niñeras del mundo saben a lo que me refiero, pongan atención o no en mis palabras. Yo estuve al cuidado de una niñera, nana la llamaba mi madre, de nombre Benita, que no me amamantó con sus pechos ondulados y rebosantes en leche, pero a cambio me mostró su trasero, moreno, accidentado, encerado y, según recuerdo, bello, bellísimo. Tenía yo apenas seis años, diecisiete Benita. Benita no conocía a Montaigne ni a ningún otro escéptico, como tampoco nadie de mi familia, pero sabía como ellos que un recién nacido tiene ya edad suficiente para morirse. Y si tiene edad suficiente para morirse entonces tiene los años necesarios para poder verle las nalgas a Benita. Esta frase, la que atribuyo a Montaigne, aunque no estoy seguro, sí que ha puesto en alerta a las niñeras, quienes han extremado sus precauciones para que nada suceda a los bebés. Por otro lado, la cama es uno de los territorios de naturaleza más ambigua que existen en la tierra, pues el lecho puede tomar las dimensiones de un campo nudista o las estrechas medidas de un ataúd; se puede trotar de un lado a otro como en la explanada de un parque nacional, como en Los Dinamos o en Las Fuentes Brotantes, pero también, si no se tiene mesura y discreción, es probable caer en un precipicio o enfrentarse a una insalvable y férrea pared. La pared o los bosques, no hay justo medio.

Las dos mujeres que perturban mis pensamientos, sobre todo cuando tomo sorbos de café, parecen ser muy distintas entre sí, aunque tampoco me detendré a hacer comparaciones minuciosas: ¡no soy taxidermista! Además, vistas desde un avión, estas mujeres no deben presentar diferencias importantes. No sé si mis palabras serán bien entendidas, o aquilatadas como se debe, pero recomiendo que en ciertos casos, y sobre todo en asuntos de mujeres, se mire todo el panorama desde un avión. Y al carajo. Sé bien que mis anhelos son de naturaleza ordinaria e inspirarán cierta distraída conmiseración en los espíritus más sensibles o delicados; como sucede cuando se escucha a una señora entrada en años decir que necesita cambiar sus zapatos porque uno de ellos se ha desgastado a un ritmo más acelerado que el otro. No estoy seguro si la urgencia de cambiar zapatos despierte interés en alguien más que en la propia dama afectada, pero es estrictamente necesario que ella misma resuelva esta obsesión para que el mundo continúe girando a un ritmo normal. Si esta mujer no cambia su calzado raído entonces nada de lo que suceda a la humanidad posee algún sentido ya que la suma de todos esos zapatos gastados hará de este mundo un lugar miserable.

La suma de los zapatos raídos causaría tan serias perturbaciones en cualquier sensibilidad moral que solo los cínicos podrían continuar encontrando sentido a un mundo así. Estos cínicos tan impermeables a los zapatos rotos no son propiamente hombres melancólicos, ni tampoco consideran que la vida es una tragedia: por el contrario, no consumen su tiempo en lágrimas metafísicas y son tan dueños de su vida que ellos deciden cuándo la terminarán. Habrá que verlo. Sus discípulos cuentan que Diógenes murió a los noventa años conteniendo la respiración. Si restamos las exageraciones propias de todos los discípulos nos quedaremos con la imagen de un hombre que, si bien no contuvo la respiración para suicidarse, al menos dio la impresión de que podía hacerlo. Yo aplaudo a esos viejos cínicos, pero me pregunto cómo habría actuado Diógenes si de pronto todos aquellos de los que se mofaba se hubieran convertido también en Diógenes: un día como cualquier otro, Diógenes se despierta y se en cuentra con que no puede zaherir a nadie porque todos han concluido que, efectivamente, él tenía razón y lo más conveniente era imitarlo hasta en sus gestos más repugnantes. ¿Qué reacción habría tenido Diógenes de haber sucedido algo así? ¿No se habría él transformado a su vez en un hombre responsable? Si todos hubieran sido Diógenes no dudo que Diógenes habría considerado seriamente ser Platón.

Yo no me considero un buen cínico, Dios me libre, pero me es complicado encontrar sentido a las cosas que tienen sentido. Heidegger, a quien para mi fortuna no conocí personalmente, tampoco pudo resistirse a la contemplación de los zapatos viejos que Van Gogh había tomado como modelo para pintar un cuadro: zapatos de una pobre campesina que labraba hasta el atardecer. Como se verá, este asunto de los zapatos es un asunto tan serio que ni siquiera los filósofos alemanes han podido sustraerse a su trascendencia; y si uno quiere obtener una imagen clara del mundo en que vivimos no tiene más que concentrarse varios minutos mirando los maltratados zapatos de una mujer de cuna modesta.

LOS DESEOS HOMICIDAS

Si soy honesto, no puedo considerarme responsable de cultivar deseos homicidas tan poco ambiciosos, ni mucho menos de anhelar que dos mujeres, una más joven que otra, se acomoden a mis costados en la misma cama: no sería honrado acusar a nadie a causa de estos deseos. Bueno, desde niño acostumbraba culpar a los otros de mis acciones, mi madre me lo hacía notar, me sentaba en la mesa de la cocina y me decía: “Orlando, tú y yo sabemos la verdad, no me importa si eres culpable o no, solo quiero que reconozcas los hechos”, lo decía en un tono santo, adornado de unas palabras tan dulces que ni el más perverso de los hombres podría haberse resistido a su influjo, pero yo seguía terco. Los hechos, siempre los hechos, ¿por qué carajos tienen tanta importancia los hechos? Hasta las madres de tuétano latino como la mía se hallaban preocupadas por los hechos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Malacara»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Malacara» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Guillermo Orsi - Sueños de perro
Guillermo Orsi
Guillermo Martinez - The Oxford Murders
Guillermo Martinez
Guillermo Martínez - Crímenes imperceptibles
Guillermo Martínez
Guillermo Sandino - Sé un ángel
Guillermo Sandino
Guillermo Fadanelli - Fandelli
Guillermo Fadanelli
Guillermo Baldomero Castro - 56
Guillermo Baldomero Castro
Guillermo Brunt - Humano. El origen
Guillermo Brunt
Guillermo Samperio - Despadrada
Guillermo Samperio
Guillermo Fadanelli - El hombre nacido en Danzig
Guillermo Fadanelli
Guillermo Fadanelli - Educar a los topos
Guillermo Fadanelli
Отзывы о книге «Malacara»

Обсуждение, отзывы о книге «Malacara» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x