—Buenas —saludo alargando la “a”.
—Hola, mi vida —dice mamá con su tono tierno tan característico.
—¿Cómo anda todo, hijo? —interfiere papá.
—Todo bien por suerte, la gran mayoría de chicas que debían la cuota la han pagado y algunas están inscribiéndose en nuevos cursos, los cuales también están pagando.
—¿Hay nuevas alumnas? —inquiere mamá.
—Se han inscrito cinco chicas y un chico. Las chicas se han anotado para contemporánea, al parecer es un grupo de amigas,
y el chico para urbana.
—¿Y el resto cómo anda?
—De diez. Todo va funcionando como lo dejaron. Comienzan a preguntar sobre la muestra anual, creen que deben ir preparándose. Mientras tanto los profesores, cumplen bien su rol y no tengo quejas.
—¿Y qué fue ese inconveniente que tuviste la semana pasada?
Rasco mi frente y me regaño por haber hablado de más en la llamada de la semana pasada. De la molestia que tenía, se me escapó un “Vaya inconvenientes deben soportar en este trabajo”, y, a pesar de que me hayan preguntado un montón de veces a qué me refería en concreto, no lo largué.
—¿Cómo se llevan con el profesor de urbana, Clément Vial? —me limito a preguntar mientras tomo asiento en una de las sillas.
—Bien ¿Por qué? ¿Acaso hizo algo que te molestara? —cuestiona papá con interés.
—No sé qué le sucedió cuando ustedes se fueron, pero la cuestión es que ese día faltó sin justificar ni avisar. Al día siguiente apareció pidiéndome un aumento, así sin más, y como me quejé de que no podía hacerlo por haber faltado, y porque ustedes no estaban, comenzó a decir que yo no estaba capacitado para administrar un estudio así y varias cosas más —ruedo los ojos—. Pero ya pasó, no volví a verlo y lo agradezco. Hasta ahora no faltó más y firma su presencia con Beátrice.
Un silencio sepulcral se arma detrás de la línea, hasta tengo la duda de que se haya cortado la llamada, pero al mirar la pantalla compruebo que continúa. Voy a decir algo para que me den su punto de vista, pero mamá se adelanta.
—Sinceramente me sorprende, hijo. Siempre fue muy educado con nosotros, no tendría por qué contestarte mal.
—Lo sé, es ilógico. No le encuentro el más mínimo sentido a que tenga una rivalidad con mi persona, por eso pensé que tendría algún problema con ustedes, sin embargo me dicen que no es así.
—Bueno, Ben, sea lo que sea debes mantener la calma. Es un trabajador del instituto y no nos queda otra que comportarnos,
es para dar lo mejor para el lugar y los alumnos —es papá quien me dirige esas palabras.
Niego con la cabeza al recordar cómo, dejándome llevar por la irracionalidad, casi le propiné un golpe en el rostro. Estaba verdaderamente cansado ese día de su arrogancia y eso que apenas lo había conocido.
—Sí, ya comprendí. En fin, hablemos de lo que interesa: la muestra ¿Qué pasará? Empiezan a volverme loco con las preguntas.
—No la vamos a hacer —sentencia mi padre.
—¿Cómo no la van a hacer? —inquiero alarmado. Llego a decir eso frente a todos y siento que seré aniquilado—. Todas las chicas están entusiasmadas, no puedo decirles que se cancela. Pensarán que es decisión mía.
—No podemos hacerla porque no llegamos con el tiempo, a nosotros nos queda dos semanas más de vacaciones y eso demanda mucha atención —aporta mamá—. Pero, ante esta situación de emergencia, tenemos una solución.
—¿De qué se trata?
—Una muestra de tango. Como sabemos que Stefano está enseñando tango, desde antes que vengamos, pensamos que es buena idea que demuestren qué aprendieron las chicas que ensayan con él.
—¿Creen que lleguen con los tiempos? Digo, no es como si estuvieran practicando esa danza desde hace mucho.
—Stefano hace que todo sea más fácil, hijo. No sabes el aprecio que le tienen sus alumnas, por ende harán todo lo posible para dejar bien parado a su profesor. Lo que haremos se basa en una muestra pura y únicamente de esto, se hará en marzo.
Comienza a contarme cada detalle, cómo piensan administrar los tiempos y cuanto, aproximadamente, estiman que durará la muestra. Es convincente su idea, es decir, tienen como objetivo principal homenajear a Stefano por su impecable trayectoria en la academia y, para eso, expondrán el trabajo que a él lo tiene más que inspirado. Estoy de acuerdo con ello porque, vamos, no viene mal mimar un poco el ego de las personas que hacen crecer
este lugar.
Finalmente acepto.
—¡Perfecto! Él ha de estar con las chicas del salón cuatro. Puedes ir a decirles ya, se pondrá contentísimo —dice mamá con el entusiasmo a flor de piel.
—Ten cuidado e intenta utilizar las palabras más adecuadas, no vaya a ser cosa que no comprendan lo que vas a decir y terminen odiándote.
—¡Félix! —lo regaña mi madre y río—. Mi hijo no es ningún idiota y sé que podrá estar a la altura.
—Claro, ya mismo iré a contarles. Pásenla lindo en lo que les resta en Suiza, traten de traerme algo.
—Si es por tu madre te llevará todo, pero le digo que no cabe en la maleta.
—Deja de ser tan chismoso. Hijo, no le hagas caso y ve a contar eso, me hace mucha ilusión que ya lo sepan.
Suelta una risita, me causa gracia cuando tratan de ponerse uno contra otro. Les comunico que ya mismo iré a contarles a las alumnas y Stefano lo que será el nuevo proyecto, por lo que se despiden de mí y me pide mamá, nuevamente, que cuide a la gata.
Menos mal que no sabe que se ha escapado hace tres días…
Al cortar la llamada, vuelvo a ponerme de pie y tomo las agallas para poder pararme frente a todos y contarles la buena noticia. Camino hacia el salón cuatro, toco la puerta y recibo el pase por parte del profesor.
—Buenas, buenas —digo con un tono alegre e, instantáneamente, Stefano sonríe con amplitud.
—¡Mi querido Ben! —exclama mientras se acerca a mí. Pronto me tiende un abrazo breve— ¿Qué te trae por aquí?
Escucho su pregunta cuando paso a mirar a todas las jóvenes y, algunas de ellas, demuestran que me están comiendo con la mirada. Vale, me siento un tanto incómodo. Continúo con mi escrutinio rápido porque, está claro, busco a alguien en específico y la encuentro en una esquina, está sentada con las piernas cruzadas y con sus brazos tendidos hacia atrás, lo cual permite
que se marque su pequeña cintura. Aline, claramente, no va a quedarse conforme con que la mire y no responderme, por lo que me observa desafiante y con una ceja en alto.
Maldita sea. Quería ser serio aunque sea esta vez, pero verla fijamente después de una semana en la que, al parecer, me evitó es imposible no sentirme completamente atraído.
Experimento otra vez esas ganas de jugar con su humor, sin embargo Stefano carraspea y me hace volver a la tierra. Avergonzado, lo miro fijamente mientras le dedico una sonrisa.
—Tengo un comunicado para ustedes —digo, causando así que todos me observen con total interés.
—Oh, bueno, entonces tomaré asiento junto a ellas y te dejaré el espacio.
—Muchas gracias.
Le agradezco con una sonrisa y pronto se va a sentar junto a sus alumnas. Observo rápidamente a todas, una vez más, pero en esta ocasión evito a Aline, puesto que sé que si la miro no voy a poder proseguir de la manera segura en la que me proyecto.
—Sé que ustedes están muy entusiasmadas con la muestra anual… pues, lamento decirles que la de este año ha sido cancelada —todas me miran espantadas mientras Stefano parece horrorizado.
»No crean que es un plan mío, nada por el estilo. La situación es esta: acabo de hablar con mis padres y ellos me han comunicado que, lamentablemente, no llegan con los tiempos. Sin embargo, hay una solución a todo esto.
Читать дальше