Quedo como alguien sumamente egoísta que no le permite estar a su madre en pareja, que no la deja progresar, no obstante es obvio que ese hombre oculta un montón de cosas y lo digo con conocimiento de causa. Una vez vimos, a través de la ventana del cuarto de Jackie, cómo una mujer llegó y él comenzó a despotricarla en la misma puerta de su casa a plena luz del día,
la sacudió y gritó una sarta de cosas que pretendían dejar mal parada a esa pobre mujer, quien parecía desesperada. Eso pasó cuando apenas se había mudado, es más, le hemos contado a nuestra madre y ella había reconocido que eso era terrible, pero cuando comenzó a relacionarse con él parece que olvidó todo lo que le contamos.
Otra ocasión, ya pasado algunos meses, yo estaba tranquilamente sentada en el patio trasero de mi casa hasta que comencé a escuchar gemidos. Eso, por obvias razones, incomoda a cualquiera, pero creí que no podía decir nada porque era de noche. Sin embargo, al momento que iba a adentrarme a la casa, puedo percibir que esos sonidos provenían de la casa de al lado, es decir, la de Charlie. Le comuniqué a Jaqueline para que ambas intentemos convencer a mamá que ese hombre no es para ella, porque para ese entonces ya nos estaba quedando en claro que no solo era un tonteo lo de ellos. Pero, contra todo pronóstico, mamá no nos creyó y nos pidió que respetemos a los demás.
Lo peor de todo llegó cuando, hace pocas semanas, Jackie logró escuchar cómo él le habló de mala manera a mamá y ella simplemente lo encubrió, dijo que lo hizo enojar por razones que no nos incumben. Desde ese entonces no nos permitió sacar ese tema a relucir, es como algo prohibido y es lo que más nos alerta, porque no sabemos qué hay detrás.
—Aline, abre la puerta —la voz de mamá me sobresalta y trago en seco antes de tomar respiraciones entrecortadas.
—Vete.
—Podemos hablar con calma.
—No soy estúpida, Bettina. Por favor respeta mi privacidad.
Inesperadamente comienzo a oír sus pasos alejándose y sollozo. No puedo creer hasta que la he llamado con su propio nombre, el dolor hace que me salte todas las reglas que me puse a mí misma para mantener siempre el respeto entre nosotras, respeto que se deshizo hace mucho.
La vida en esta casa nunca fue tan caótica como ahora. Mierda, yo solo quiero llegar de la academia o del trabajo y contarles a
ambas mi día luego de escuchar los suyos. Quiero que tengamos charlas amenas hasta tarde, donde recordamos cosas pasadas y reímos hasta que nos duela la barriga.
Quiero que todo vuelva a la normalidad y esto me demuestra que estoy muy lejos de ella.
Tengo que asearme, de seguro estoy asquerosísima con todo el sudor y lo que conlleva tanta actividad física, sin embargo me dejo ganar por la tristeza y vuelvo a llorar luego de desplomarme por completo en el suelo.
Esta no es mi vida.
*
Me abrigo con la toalla al salir de la ducha y envuelvo mi cabello mojado con otra. Me invade la pereza al pensar que tengo que utilizar el secador antes de dormir, de lo contrario por la mañana mi pelo será un asco.
No sé cuánto tiempo ha pasado del momento en el que todo se fue a la mierda, solo sé que tras llorar amargamente, e implorar al universo que me devuelva un poco de tranquilidad, me cansé y estuve tirada por varios minutos en el piso. Miraba el techo, recordaba momentos del pasado y, sobre todo, que es horrible crecer para darse cuenta qué tan dura es la vida.
Me quito la toalla para pasar a ponerme el pijama. Lo único que quiero es acostarme y dormir profundamente. Me coloco mis bragas y, seguido, mi sostén, el cual batallo para abrocharlo por la espalda, pero lo logro. Antes de darme la vuelta, veo cómo se refleja mi tatuaje en el espejo y resoplo abatida. Por debajo de la nuca tengo tatuado un pequeño vegvisir, un antiguo símbolo islandés. Según su significado, representa la fuerza que nos acompaña cuando sentimos que estamos perdidos, por ende, nos ayuda a no errar y encontrar el buen camino.
Estaría necesitando que esa fuerza regrese a mí.
Me lo tatué cuando apenas cumplí los dieciocho, recuerdo que mamá se emocionó hasta las lágrimas al verlo, puesto que le conté su historia y cómo se podría asociar a la fuerza que ella
tuvo para poder sacarnos adelante. Ella solo tenía dieciocho años cuando quedó embarazada de Jackie, esto hizo que la persona que es nuestro padre enloquezca, por así decirlo, llevándola a vivir lejos de mis abuelos y toda la familia. Proviene de una familia rica que siempre le ha dado todos los gustos, por lo que el querer mantener todo bajo su poder lo llevó a un extremo peligroso.
Mamá estuvo privada de su libertad estando con él, porque éste argumentaba que algo podía ocurrirle y le juraba siempre que tanto ella como su hija eran lo más importante de su vida, razón por la cual las sobreprotegía. Bettina creyó siempre ese verso, Jackie nació y ella se acostumbró a vivir bajo la sombra de él. Entonces se enteraron del segundo embarazo, en el cual venía yo, y la abandonó, así sin más. Para ese momento ya era tarde, mamá ya se sentía alguien completamente inútil, pero gracias a la ayuda de su familia logró salir adelante con nosotras y encontró un camino correcto luego de tanto luchar.
Camino del que se desvió al conocer a Charlie.
Me coloco las prendas que me faltan y bostezo antes de sacarme la toalla de la cabeza, procedo a cepillar mi cabello y, una vez lista, salgo del cuarto de baño.
Apago las luces de mi habitación cuando apenas ingreso en ella, dejando que la luz nocturna ingrese de lleno por mi ventana. Siempre me ha gustado mi cuarto, ya que el ambiente siempre está fresco y yo amo eso. Amo sentir la brisa, un toquecito de frío y más cuando los calores intensos del verano aparecen.
Me acerco a mi cama, abro las sábanas y me recuesto lentamente para luego suspirar hondo. De todos los días horribles que he estado teniendo, creo que este fue el peor. Me coloco en posición fetal, abrazando mis piernas, y cierro los ojos para comenzar mi caída en los brazos de Morfeo, sin embargo un pensamiento inoportuno se atraviesa en mi mente e instantáneamente vuelvo a abrir mis ojos.
El recuerdo de las palabras provenientes de Ben se acerca a mí y no puedo evitar detenerme a pensar qué es lo que sucede en torno a ese chico ¿Cómo alguien puede ser tan cambiante en tan poco tiempo?
Estoy envuelta en un dilema, no sé qué pensar. Por un lado compruebo que está interesado en la academia y que todo lo que suceda allí sí le interesa, pero por otro lado se muestra como altanero, irónico y burlón –sin sacar que puede ser violento, teniendo en cuenta la situación de la mañana-. No entiendo su comportamiento, no entiendo cómo una persona que recién ha llegado a la institución parece amenazar con alterar la tranquilidad en ella y mucho menos entiendo cómo es que le doy tanta importancia.
Bueno, sé por qué le doy tanta importancia. Es evidente que ese chico es un verdadero modelo, es decir, jamás estuve en presencia de alguien que parece tan lindo por fuera. Recalco que es por fuera porque no lo compruebo en su interior. Pero, sinceramente, Ben es alguien muy atractivo. Sus ojos pícaros provocan con sacar algunas sonrisas, sus muecas llegan a lucir tiernas a veces y, Dios, no mintamos, la barba le hace verse bien.
Claro que me doy cuenta que se trata de alguien cautivante, no obstante trato de mantenerme al margen porque hace notar que yo sí le parezco linda y me da cierto miedo. No quiero que las cosas se malentiendan con él, más por el respeto que merece el lugar, sus padres y, mayormente, su madre, quien fue mi profesora cuando yo era niña.
Me obligo a olvidar lo sucedido, aunque sea por ahora, y vuelvo a cerrar mis ojos. No quiero que esa persona domine mis pensamientos.
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