Abigail Casca
Princesa
con aroma a
Primavera
Princesa con aroma a primavera
Primera edición: Junio 2021
©De esta edición, Luna Nueva Ediciones. S.L
© Del texto 2020, Cyntia Santa Cruz
©Edición: Genessis García
©Ilustración y portada:
©Maquetación: Gabriel Solorzano
©Creación ebook: Gabriela Solorzano (New Ebooks Moon)
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Luna Nueva Ediciones.
Guayas, Durán MZ G2 SL.13
ISBN: 978-9932-8856-5-7
ISBN DIGITAL: 978-9932-8856-4-0
A mis papás, que son mi ejemplo de lucha y fortaleza.
Gracias por estar en cada paso que doy, son mi vida.
A mi madrina, mi Reina, que fue la mayor inspiración para esta
novela. Gracias por guiarme desde donde estés y no dejarme caer.
A todos aquellos que perdieron una parte de su corazón y ahora éste viaja en la eternidad.
Prólogo
Probablemente si fuese otro el que estuvo en mi lugar, ahora estaría diciendo que lo que me atrajo fue su figura y ciertamente no fue así. Aunque convengamos que su cuerpo parece tallado por escultores más delicados y minuciosos… ¡Mierda, Ben! ¡Al grano!
Claro, volviendo a lo que nos interesa. Su carácter, ese carácter indomable que no parece medirse frente a nadie es lo que me llamó la atención. Aunque es obvio que temí por mi vida cuando sus ojos cafés, los cuales parecían calar mi interior, me observaron con una frialdad enorme.
Es que, sinceramente, era imposible no horrorizarse ante semejante imagen, en la cual parecía que estaba a punto de romperse una pierna. Y sí, lo digo literalmente, a mi criterio estaba a nada de hacernos correr al hospital.
En fin, más allá de todo, no puedo negar que tiene un rostro que ni en mis sueños más elaborados pudiera crear. Luce como una verdadera princesa, a la cual te da ganas de protegerla ante todo.
¿En verdad quedé atontado con una alumna de la academia? Perdón, la pregunta es: ¿En verdad quedé atontado con la chica que me amenazó con partirme la cara apenas me conoció?
Y la respuesta es sí, quedé embobado con toda ella.
Soy Ben Dómine, hijo de los dueños de la academia de danzas Art des étoiles1 y tengo un arduo trabajo de llevar a cabo durante este mes. Algo me indica que esto dará buenos y alocados resultados, sumiéndonos así en una extraordinaria aventura.
1 Soy Ben Dómine, hijo de los dueños de la academia de danzas Art des étoiles1 y tengo un arduo trabajo de llevar a cabo durante este mes. Algo me indica que esto dará buenos y alocados resultados, sumiéndonos así en una extraordinaria aventura. 1 . Arte de las estrellas.
. Arte de las estrellas.
Capítulo 1
Con el pie izquierdo
Ben
5 de octubre de 2009
Bloqueo y desbloqueo el móvil esperando que mi padre llame diciéndome que vuelva a casa, que no tengo nada que hacer aquí. Pero eso no ocurre. Suspiro hondo y le hago una seña a mi amigo, Aitor, para que baje conmigo.
Si bien uno a los veintiún años ya tiene más o menos claro lo que tiene en mente en torno al futuro, no es mi caso. Dejar dos carreras al comienzo tras pensar que no eran las indicadas solo me frustró, dejándome así sin ganas de tocar un libro nuevamente. Entonces fue allí donde a mis padres se le ocurrió la grandiosa idea de dejarme a cargo del estudio de danza que poseen.
Querrán que embargue todo, pensé en su momento.
Después fueron aclarándome que necesitan vacaciones, que un descanso no les vendrá mal y aprovecharán el hecho de que yo no tengo nada para hacer. Sí, tienen razón, pero tampoco pueden dejarme semejante responsabilidad durante un mes... ¡Un mes!
—Creo que voy a venir seguido contigo — dice Aitor mirando a las chicas que salen.
Es un instituto gigante, el cual cuenta con más de cinco salas de ensayos —o cómo se diga—, y una diversidad de danzas que impacta.
No es algo nuevo en el lugar, de hecho ya lleva aquí unos treinta y pico de años gracias a los padres de mi madre, quienes lo fundaron porque sus hijas soñaban con poder bailar como Julio Boca o algo por el estilo. De allí en adelante vieron que el proyecto daría frutos y bueno, aquí estamos. Es una de las academias de danzas más prestigiosas de París.
—Amigo... contrólate ¿Sí? —respondo en un tono cansino y avanzo hasta traspasar la puerta de entrada.
Todas las jóvenes, de entre quince y diecinueve años, salen coloradas de tanta actividad física, sin embargo a algunas no les interesa su aspecto y se quedan visualizando las nuevas visitas en el lugar, mejor dicho, mi acompañante y yo.
Seguimos con nuestro camino ignorando lo que ocurre a nuestro alrededor, o por lo menos yo.
Llegamos a la recepción y como siempre está Béatrice, la amargada señora que nunca me cayó bien. Sueno como un joven adolescente caprichoso ¿No? Bueno, pues no se puede reaccionar de otra forma tratándose de esa mujer. Con su mirada odiosa sobre los lentes y los labios fruncidos cuando escrutinia a una persona basta para que te des cuenta que no es lo más agradable del mundo.
—Buenas tardes —digo fuerte para que me dirija la mirada con rapidez, pero, como está en contra del sistema, tarda unos cuantos segundos en mirarme asqueada.
—Buenas tardes, joven Dómine —responde. Su tono se asemeja al de una institutriz—. ¿Qué se le ofrece por estos lados?
Es extraño que me encuentre en el establecimiento, jamás lo piso, a menos que fuera necesario y esas situaciones son nulas.
—Creo que mi padre le informó que estará fuera de la ciudad un mes... ¿Cierto? — asiente levemente—. Bueno, pues me envió para que busque un par de cosas de su oficina y se las lleve. Además, estaré a cargo de todo.
Tose falsamente y levanta sus lentes.
—Ya lo sé. Los rumores transcurren rápido, joven Dómine.
Cierro los ojos para suspirar y no responderle mal. No soporto que me llame así, como si se tratase de una juez de menores o
algo por el estilo.
—Al parecer. Entonces, si me permite, iré hacia la oficina.
—El establecimiento es suyo —añade con rapidez y, antes de que pueda decir algo más, baja la mirada hacia su revista e ignora que aún seguimos allí.
Inclino la cabeza hacia un lado, indicándole a mi amigo por dónde seguir.
—¿No se dio cuenta que yo estaba ahí o qué? —pregunta molesto mientras se pone a mi lado.
—Sí, se habrá dado cuenta, solo que ya es así.
Oí una risa irónica de su parte y seguimos encaminados.
Se escucha un tema de tango muy llamativo sobresaliendo de una de las salas. Lo miro a Aitor y puedo contemplar que a él también le llama la atención, pero, como dije anteriormente, no es tan sorprendente porque en esta institución se enseñan todos los ritmos habidos y por haber.
Tratamos de ignorar ese hecho y seguir nuestro camino hacia la oficina de mi padre, no obstante me fue imposible al escuchar el grito del profesor de danza.
—¡Paren, vamos a elongar primero!
Para qué iba a darme la vuelta y mirar a mi amigo, si él ya está prestándole atención a la puerta entreabierta desde el primer segundo.
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