Los instintos sexuales, al poder moverse independientemente de la realidad exterior, tienden a buscar inmediatamente la satisfacción (el placer), cualquiera sea su forma, el objeto o la parte del cuerpo con la que se satisface.
Se estructuran así dos sistemas contradictorios, a partir de dos tipos de funciones biológicas: de este modo, pasamos de la teoría de los instintos a la configuración del aparato psíquico.
De esta primera época, época de la constitución del psicoanálisis, precipita en el año 1900 una conceptualización que dominará hasta 1920, en la que la estructura del aparato psíquico responderá, más o menos directamente, a las funciones biológicas, que se manifiestan como instintos. En otros términos, la conceptualización tópica (topográfica) o sistemática se corresponde con la conceptualización dinámica (en términos de fuerzas o instintos).
Metapsicología : la vertiente especulativa de la psicología psicoanalítica. Integra tres enfoques: el tópico, el económico y el dinámico. Son tres enfoques, tres perspectivas diferentes desde donde observar el mismo fenómeno, perspectivas que otorgan dimensionalidad a dichos fenómenos que, falto de una de ellas, queda incompletamente comprendido. No son teorías que se puedan considerar en forma independiente.
Punto de vista tópico o topográfico : aquel enfoque que tiende a considerar el aparato psíquico como un aparato espacialmente extenso (espacialidad especulativa que no se corresponde con la distribución anatómica en el cerebro), compuesto por sistemas diferenciados, cada uno de ellos con su modo de organización y funcionamiento particular; organización y funcionamiento que a su vez dependen del lugar que ocupa el sistema en relación con los demás.
Punto de vista dinámico : cada uno de estos sistemas responde a determinadas tendencias, que se manifiestan como fuerzas que pueden o no entrar en conflicto entre sí.
Punto de vista económico o cuantitativo : dichas fuerzas no son categorías ideales sino que están asentadas en nuestra materialidad corporal; responden, aunque no necesariamente en forma directa o inmediata, a nuestras necesidades que, a nivel psicológico, tienen su primera manifestación como incremento de tensión, como magnitudes de cantidad que requieren que se les otorgue cualidad psíquica como deseo (o tendencia: enfoque dinámico), deseos que a su vez deben ser organizados dentro de una estructura constituida por el entrelazamiento de los mismos deseos (enfoque sistemático o tópico).
Como podemos ver, estos tres primeros enfoques se corresponden a su vez con tres niveles de organización de nuestro aparato psíquico, en el que el momento dinámico supera, o sea niega, pero a la vez contiene al momento económico, y el sistemático o tópico supera (niega y contiene a la vez) a los otros dos.
Mirando retrospectivamente lo considerado hasta ahora, podríamos describir tres líneas de desarrollo, que confluyen en La interpretación de los sueños.
1) Desarrollo clínico y psicopatológico:
a) análisis del síntoma psiconeurótico, búsqueda de su sentido a partir de los motivos desencadenantes, pasando por
b) los traumas sexuales infantiles, para llegar a
c) la descripción de la sexualidad infantil y su represión como factor de disposición a la neurosis.
Algunas obras en las que se destaca esa línea de desarrollo:
Para a) Estudios sobre la histeria (1893-1895);
Para b) Las neuropsicosis de defensa (1894), Nuevas aportaciones sobre las neuropsicosis de defensa (1896);
Para c) Los recuerdos encubridores (1899), e Interpretación de los sueños (1900).
2) Desarrollo de la técnica psicoanalítica:
El último capítulo de Estudios sobre la histeria, llamado “Psicoterapia de la histeria”, e Interpretación de los sueños.
3) Desarrollo especulativo :
La metapsicología tiene su punto de partida, como las otras líneas, en los Estudios sobre la histeria, obra que, podríamos decir, inaugura ese período en sus diferentes líneas, y que, como dijimos, culmina con la Interpretación de los sueños y particularmente, en su aspecto especulativo, en el capítulo VII.
Hay sin embargo, en esta época, una obra que merece una particular atención; es el Proyecto de una psicología para neurólogos, escrito en 1895 y publicado en 1950, luego de la muerte de Freud. Es un intento de construir, en función de un desarrollo especulativo, toda una psicología a partir de la neurología. Recién después de esta obra el psicoanálisis surge como ciencia particular, con su propio método, independiente tanto de las ciencias biológicas como de la filosofía, no obstante lo cual podríamos decir que este Proyecto anticipa , si se quiere, en forma bidimensional, todo el desarrollo que, a través de la tri (o tetra)-dimensionalidad de la realidad clínica, irá constituyendo el psicoanálisis.
Aparecen allí con mucha claridad algunos puntos que veremos surgir en el capítulo VII de La interpretación de los sueños, en otras obras metapsicológicas, como Los dos principios del suceder psíquico (1911), los artículos metapsicológicos de 1915-1917, y toca un tema como el dolor, que recién terminará de desarrollar en Más allá del principio del placer (1920) y particularmente en Inhibición, síntoma y angustia (1926). Por otra parte, su tercera sección contiene el análisis más detallado de los procesos de la conciencia que se encuentra a lo largo de la obra de Freud. Sin embargo, si bien constituye un proyecto, esta obra no es aún psicoanálisis, ciencia que recién merece tal nombre a partir del reconocimiento de lo inconsciente, de su separación de lo consciente a partir del proceso de represión y de la consideración de la sexualidad infantil como contenido esencial de lo inconsciente.
Dentro del desarrollo planteado hasta ahora, falta considerar un tema central en el psicoanálisis y particularmente en lo que se refiere a la teoría de los afectos, que es el de la angustia, tema que en la primera época está particularmente considerado en dos obras: La neurastenia y la neurosis de angustia; sobre la justificación de separar de la neurastenia un síndrome particular, como neurosis de angustia (1895) y La crítica de la neurosis de angustia (1895).
La angustia se pone ante todo de manifiesto en un cuadro individualizado y descrito por Freud como Neurosis de angustia, neurosis en la que aquello que se destaca como síntoma es la angustia, estado afectivo caracterizado por ciertos fenómenos de descarga (palpitaciones, respiración acelerada, enrojecimiento de la piel o bien palidez, temblores, etcétera) que son percibidos por el sujeto y acompañados de un sentimiento de displacer.
En este cuadro, al tratar de ir buscando como en los casos de histeria y neurosis obsesiva el sentido de dicha sintomatología, no parece haber habido momentos, en la vida del sujeto, en que dichos actos de descarga, que aparecen hoy como un sinsentido, lo hubiesen tenido en forma más determinada. Sí encontró que dicho cuadro se hallaba inevitablemente acompañado por ciertas circunstancias de la vida sexual del sujeto que eran contemporáneas con la aparición y el curso de la enfermedad, circunstancias cuya desaparición se acompañaban de la desaparición de la enfermedad.
Estas circunstancias eran todas aquellas que condicionaban un incremento de excitación sexual que no podía llegar a su satisfacción por medio del acto sexual normal; por ejemplo, coitos interrumpidos (método utilizado muy frecuentemente, sobre todo en aquella época, para evitar embarazos), caricias que no llegan al coito, incrementos de excitación determinados por el brote puberal o climaterio y que no son satisfechos por el acto sexual, etcétera.
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