Es claro que las agencias internacionales de noticias surgieron para afianzar el poder colonial de las potencias europeas, sobre todo en África y Asia, y también es claro que cada vez que surge un conflicto, la prensa del sistema es la encargada de silenciar cualquier opinión independiente, eliminar el debate y el disentimiento, para orquestar las respuestas emocionales en masa a sus intereses.
Al inicio de la décadas de 1960 el terrorismo mediático cayó con todos sus misiles (y sigue cayendo) contra la Revolución Cubana, mucho antes de los atentados contra las torres gemelas de Nueva York –11/09/2001–, lo que dio lugar a que Washington montara una típica acción de terrorismo de Estado a escala global.
Diez años antes, en ocasión de la primera Guerra del Golfo, ya el Pentágono había logrado convertir el conflicto en espectáculo para las grandes masas de televidentes a nivel global, difundiendo mentiras, medias verdades y tergiversaciones, que años después de consumarse los hechos, vinimos a corroborar que eran falsedades convertidas en verdad única, mensaje único, imagen única.
En 1982, los británicos habían aplicado la férrea censura de prensa y la verdad oficial durante el conflicto con Argentina en el Atlántico Sur, experiencia que sirvió para su aplicación posterior en Granada, Somalia, Irak, Afganistán, y muchas otras regiones. En las páginas de este texto iremos desgranando cada una de estas acciones que, en nuestra región acechan a los gobiernos progresistas, con actos desestabilizadores y golpes de Estado, mediáticos para unos, suaves para otros. Duros para nuestros pueblos.
Hoy, el frente de la derecha latinoamericana y mundial –incluyendo el gobierno de Estados Unidos, algunos de sus incondicionales como Canadá y el gobierno de Martinelli en Panamá, y otros de la Unión Europea– tomó protagonismo activo desde febrero de 2014 en sus ataques mediáticos contra la Revolución Bolivariana.
Las tres redes privadas más importantes de diarios de Latinoamérica se unieron para “difundir informaciones (léase manipulaciones, distorsiones, mentiras, difamaciones) sobre la situación en Venezuela”. Internamente, las campañas de prensa quieren provocar cansancio en los ciudadanos, en el exterior sembrar un imaginario colectivo de represión, autoritarismo, una sensación de caos e ingobernabilidad.
Pero esta historia vuelve a repetirse, por ejemplo en el Sur del sur, señala la Red de Observatorios Universitarios de Medios de la Argentina, donde el conglomerado periodístico que encabezan el grupo Clarín y La Nación, seguidos de un ejército de expresiones informativas dependientes de ellos y que apuntan a la desestabilización en tono al tópico económico y social, tratan de crear escenarios de temor e incertidumbre.
La Red alerta sobre la meditada estrategia desplegada por los grupos mediático concentrados y cartelizados para desacreditar al gobierno y crear las condiciones de manipulación social necesarias e imprescindibles para llevar adelante un golpe económico o de mercado, contra las instituciones y la Constitución y señala que “la sociedad debe estar alerta ante hechos que podrían traducirse en una ofensiva desesperada y aventurera de los sector es más conservadores del privilegio, históricos violadores del Estado de derecho”.
Argentina afrontó en 2014 una extorsión financiera sin precedentes. Los especuladores que compraron bonos de la deuda por 48 millones de dólares lograron en Nueva York una sentencia de cobro por mil 500 millones. Este fraude retrata cómo funciona el capitalismo actual, sistema que empuja a nuestros países a más y más padecimiento. Los buitres se disponen a repetir el mismo despojo que ya realizaron en otros lugares como Perú, y amenazan a toda la región.
Aunque el escenario afectara a Argentina, deja bajo la garra de estos rapaces cualquier deuda soberana. En 2014 la deuda representaba el 104% del Producto Interno Bruto en EEUU, 93% en España, 132% en Italia, 129% en Portugal, 78% en Alemania, 175% en Grecia, 123% en Irlanda y 90% en Reino Unido.
El precedente de este fallo judicial va mucho más allá del perjuicio contra Argentina, y pone en riesgo cualquier futura reestructuración de deuda… con la mirada puesta en la periferia europea.
Paralelamente, en Brasil se desató una furiosa ofensiva mediática contra la estatal petrolera Petrobras, apoyando las demandas del fondo buitre Aurelius. Existe, sin dudas, un intento de provocar un descalabro financiero en la región, con apoyo de sectores internos que colaboran con esos intereses sin cuestionar sus “prácticas mafiosas” Hay una estrategia más generalizada que está utilizando la cuestión financiera como campo de batalla contra determinados procesos políticos. En el año que terminó trataron de llevar a la Argentina al default, y atacan a Brasil. Es una guerra sin armas, desde el terreno judicial y con objetivos políticos.
A nadie ha extrañado que los medios hegemónicos argentinos hayan manejado la información y opinión para cooptarse con la posición de los acreedores, denigrando y tratando de ridiculizar la posición de su país e indo visibilizando o minimizando la información referida a los apoyos solidarios recibidos de todos los países latinoamericanos y caribeños, del Grupo de los 77 (más de 120 países en desarrollo más China), y de los BRICS, entre otros.
La apuesta de las trasnacionales y de los fondos buitres, refrendada cartelizadamente por los grupos mediáticos hegemónicos a nivel regional, internacional e interno, ha sido la de crear zozobra en la población ante una “inminente” corrida bancaria y cambiaria, ante el embargo de activos petroleros nacionalizados. Y el libreto se repite en Venezuela, Argentina, Brasil.
En nuestros tiempos, marcados por el neoliberalismo, los vicios, como la codicia y el individualismo, se han convertido en virtudes, exaltadas desde Hollywood por la homogenización de los medios de comunicación.
Y hay más. A principios de abril de 2014, la agencia estadounidense Associated Press reveló que Estados Unidos gastó ilegalmente más de un millón y medio de dólares en una red social llamada ZunZuneo para el “cambio de régimen” en Cuba, financiada por la Agencia de Estados Unidos para la Ayuda al Desarrollo (USAID) y dirigida en especial a los jóvenes de la isla, que dejó de operar en 2011.
El reportaje señala además la obtención ilícita de más medio millón de números de teléfonos móviles en Cuba y el desvío de fondos: “Los 1,6 millones de dólares que se calcula que invirtieron en ZunZuneo estaban asignados públicamente a un proyecto no especificado en Pakistán, según la información pública del gobierno, pero esos documentos no revelan dónde realmente se gastó el dinero”, señaló AP.
El concepto de terrorismo mediático –acorde con Carlos Fazio–, está relacionado con un entramado de estrategias políticas, económicas, sociales y psicológicas que buscan crear realidades ficticias, miedos colectivos y convertir mentiras en verdades que permitan manipular a la sociedad de acuerdo al conflicto y al enemigo en cuestión.
Si partimos de la idea de que para el poder todo sujeto que considere una amenaza a sus intereses, se concibe como enemigo de guerra, entonces el terrorismo mediático parte de que la guerra psicológica utiliza una caracterización simplista y maniquea (bueno/malo, negro/blanco) para describir al enemigo. “El propagandista debe utilizar las palabras claves capaces de estigmatizar al contrario y de activar reacciones populares. En realidad, de lo que se trata, al utilizar el mito de la guerra, es de satanizar al adversario, arrancarle todo viso de humanidad y cosificarlo, de tal modo que eliminarlo no equivalga a cometer un asesinato”, señala.
La llamada propaganda negra no es otra cosa que la construcción de unos nombres, de unos relatos, de unas categorías, de unas imágenes que ordenan los acontecimientos a partir de un eje de destrucción del otro. Ese proceso se hace ocultando la verdad y sobre todo mintiendo acerca de ella, señala Florencia Saintout, decana de Comunicación de la Universidad argentina de La Plata.
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