6. No hacemos referencia aquí al contenido de los libros, pues más adelante los trataremos profundamente. Este apartado solo tiene la intención de dar cuenta de algunos aspectos biográficos.
7. Recordemos que Frondizi llega al poder con un acuerdo con el peronismo, al que luego traiciona.
8. Ricardo Rojas expone la idea: “La historia no se enseña solamente en la lección de las aulas: el sentido histórico, sin el cual es estéril aquella, se forma en el espectáculo de la vida diaria, en la nomenclatura tradicional de los lugares, en los sitios que se asocian a recuerdos heroicos, en los restos de los museos y hasta en los monumentos conmemorativos, cuya influencia sobre la imaginación he denominado pedagogía de las estatuas”. Rojas, Ricardo. (1971). La restauración nacionalista. Buenos Aires: Peña Lillo.
9. Jauretche trata este tema fundamentalmente en El medio pelo en la sociedad argentina, y en Los tres fracasos de la burguesía nacional (editado últimamente como parte de “Textos selectos”) El “medio pelo” es justamente esta burguesía nacional que quiere ser oligarquía y no puede. Es ausentista, parasitaria, etc.
10. En este sentido, la alianza entre los sectores del movimiento obrero y las clases medias aparece como un tema central. A esa alianza Jorge Enea Spilimbergo la llamó “alianza plebeya”, y la definió categóricamente de esta forma “la alianza del proletariado con la pequeña burguesía constituye el fundamento estratégico de la revolución argentina ( ) Esta afirmación no excluye que, en el curso de la lucha, puedan producirse acuerdos de más amplia naturaleza, con sectores específicamente burgueses. Pero interesa a los trabajadores la relación de fuerzas concreta que presidirá esos acuerdos y, en consecuencia, no sólo la necesidad de fortalecer su propia estructura ideológica y política de clase, sino su sistema de aliados inmediatos”. Spilimbergo, Jorge Enea. (2010). Clase obrera y poder. Buenos Aires: Ediciones del Sur: 50-51.
11. Acá resaltamos que no se refiere a la corriente de izquierda nacional (analizada por el autor como un ala del movimiento nacional), a la cual considera acertada en sus planteos, al tiempo que evade los “vicios” de la izquierda antinacional.
12. Tengamos en cuenta que la izquierda tradicional argentina —sobre todo en sus inicios, el Partido Socialista de Juan B. Justo— se encuentra estrechamente ligada a la inmigración del último cuarto del siglo XIX, y a esos inmigrantes, en gran medida, les conformó la conciencia la oligarquía a través de los aparatos culturales.
13. Más adelante, en el inicio del apartado sobre historia, hacemos un análisis profundo de la necesidad de un revisionismo histórico.
El papel de la cultura nacional en los procesos de liberación nacional en el pensamiento de Juan José Hernández Arregui
“América Latina/Tiene que ir de la mano/
Por un sendero distinto/Por un camino más claro/
Sus hijos ya no podremos/Olvidar nuestro pasado/
Tenemos muchas heridas/Los latinoamericanos”.
Venas Abiertas. Por M. Schajris y L. Sujatovich
--
Pasada la primera década del siglo XXI, años que resultan auspiciosos para el conjunto de países que conforman la gran nación latinoamericana inconclusa, creemos que la figura de uno de los más importantes pensadores nacionales del siglo XX, Juan José Hernández Arregui, se encuentra en lenta pero constante revalorización, en consonancia con los cambios que se dieron en la última década en nuestro continente. La reedición de sus obras por más de una editorial puede considerarse parte de este proceso. Resaltamos que las obras habían sido reeditadas también en los primeros años de la década del setenta, época de convulsiones, de esperanzas de cambios, y de sueños de la Patria Grande. Arregui parece volver con los procesos transformadores de la realidad nacional. No sesgamos aquí la valorización de las obras que realizaran (y algunos continúan realizando) pensadores como Jorge Abelardo Ramos, Carlos Piñeiro Iñíguez, Norberto Galasso, entre otros, pero ellas no dejaban de ser, lamentablemente, voces marginales dentro de la superestructura cultural de colonización pedagógica. Estas, hoy, vuelven a escucharse y a iluminar la figura de don Juan José con más fuerza.
La dificultad de explicar nuestros procesos emancipadores latinoamericanos con teorías importadas, ajenas a nuestra realidad nacional, puede ser una de las razones que podemos encontrar en esta “vuelta” al pensamiento nacional y a la figura de Hernández Arregui. El pueblo en lucha hoy se pregunta por el pasado; busca entonces, en las producciones que le permitan dar cuenta de este pasado, entender el presente para proyectarse hacia el futuro. En esta búsqueda, indefectiblemente se cruza con la cultura nacional. En esa línea, procuramos aquí indagar acerca de las conceptualizaciones de Hernández Arregui de la cultura nacional, y el lugar preeminente que le otorga a su rescate para los procesos de liberación nacional.
Comencemos nuestro recorrido analizando cómo considera el autor de Peronismo y socialismo a la cultura; podemos observar así que este la define como “el conjunto de bienes materiales y simbólicos que conforman la identidad de un grupo social. Dichos bienes materiales y simbólicos se organizan como valores colectivos que son transmitidos por intermedio del lenguaje y se expresan como conciencia a partir del cual el hombre actúa e interpela el medio”. (Recalde, 2011: 19) La cultura entonces, siguiendo al autor, es para él una categoría eminentemente política.
En la concepción de Hernández Arregui hay una revalorización de la cultura nacional, que es la cultura popular. Lo nacional y lo popular en nuestro autor no son escindibles si se pretende avanzar en la liberación nacional, por eso establece que la cultura encuentra su base en el pueblo y en el espacio nacional. La intelligentizia por su parte invierte el proceso y falsea al país, ya que “de tal adulteración sólo puede derivar una expresión cultural harapienta. La unidad del hombre y su medio es lo característico de toda cultura que, por eso mismo, cuando adquiere conciencia de sí misma es universal en la medida en que lo colectivo desborda y nacionaliza lo universal”. (Hernández Arregui, 2004: 44) La cuestión nacional y la cuestión social encuentran entonces una unidad, no hay una sin la otra. Hay entonces una crítica a la “cultura dominante”, a la superestructura cultural que se impone mediante el aparato de colonización pedagógica.
La cultura nacional aparece en Hernández Arregui como:
…base espiritual del país, es sin que se anulen en su seno las oposiciones de clase, participación común en la misma lengua, en los usos y costumbres, organización económica, territorio, clima, composición étnica, vestidos, utensilios, sistemas artísticos, tradiciones arraigadas en el tiempo y repetidas por las generaciones; bailes, representaciones folklóricas primordiales, etc. (…) una cultura nacional es aceptación común de esas creaciones populares. (Ibídem: 43)
Son creaciones colectivas, germinadas en un paisaje y en la asociación de símbolos históricos que dan forma a características espirituales de la comunidad entera. La cultura es creación, resistencia y asimilación. La cultura nacional y popular, al consolidarse en una perspectiva histórica, se convierte en conciencia nacional que sirve al pueblo para oponerse al vasallaje y la expoliación.
Así opone en toda su obra dos tendencias: la identidad nacional, como identidad del pueblo argentino y latinoamericano, contra la identidad de las clases dominantes: la oligarquía, ligada a las potencias imperiales. Hay una puja constante entre estas dos, pues las clases dominantes tiene una posición privilegiada, en tanto poseen los medios para esparcir por todo el tejido social su visión de nuestro pasado nacional, de nuestras luchas, del lugar de nuestro país en el mundo, etcétera. El imperialismo cumple aquí el papel de disolvente de las culturas autóctonas. La oligarquía entonces no es parte de lo nacional, su conciencia se liga a las potencias extranjeras. De esto se desprende también la necesidad del fortalecimiento de la cultura nacional, y por eso afirma que “parte de esa búsqueda de nuestra expresión cultural es consecuencia también de la repulsa al extranjerismo cultural de una oligarquía apátrida”. (Ibídem: 44)
Читать дальше