1 ...6 7 8 10 11 12 ...15 El lienzo es una tela de cinco metros de alto por dos metros de ancho y fue mandada a pintar hacia 1550 por los gobernantes de la ciudad de Tlaxcala para ser entregada al rey de España. Su intención era demandarle a la Corona el reconocimiento de las hazañas realizadas por Tlaxcala en la conquista de la Nueva España y demandar los privilegios correspondientes: que se reconociera a Tlaxcala como ciudad con un gobierno propio en manos nativas (un cabildo indígena), el respeto de su territorio, la exención del tributo que debían pagar todos los indígenas, la confirmación del carácter aristocrático de su nobleza y un largo etcétera (véase la figura 2).
En el Lienzo de Tlaxcala , los tlaxcaltecas enfatizan el carácter de su ciudad como la primera ciudad cristiana de esta tierra, aliada fiel de los conquistadores encabezados por Hernán Cortés, conquistadora ella misma de México-Tenochtitlan y de toda la Nueva España, protegida directa de las principales deidades españolas: la Virgen María y Santiago Matamoros. Como toda entidad política mesoamericana, Tlaxcala se representa como un cerro sagrado, un altepetl ahora doblemente bendito porque es el hogar de una imagen viva de la madre de dios, razón por la que la figura de la Virgen aparece prominentemente en la montaña que representa el altepetl de Tlaxcala. Además, se coloca en el centro del nuevo cosmos cristiano de una manera tan sutil como clara, tan subversiva como conciliadora. Para un lector mesoamericano que viera la imagen capitular, llamada alegoría, en forma de quincunce no cabría duda de que la ciudad indígena localizada en el centro ocupaba el lugar más importante del mundo: el central. En cambio, un lector español leería la posición superior del escudo de la Corona como una confirmación de la supremacía española (véase la figura 3). Lienzo de Tlaxcala (fragmento)]
Figura 1. Conquistas de la alianza tlaxcalteca-española. Elaborado por Margarita Cossich Vielman y Antono Jaramillo Arango. Proyecto Lienzo de Tlaxcala.
Más allá de esta organización visual, que es claramente mesoamericana, y de su apego estricto a las convenciones de la narrativa pictográfica de tradición indígena, el Lienzo de Tlaxcala nos presenta también una historia lineal perfectamente familiar de lo que llamamos Conquista de México. Inspirada con toda probabilidad por las mismas Cartas de relación de Hernán Cortés, fue pintada de acuerdo con la estética de los gobelinos históricos y del grabado europeo, por lo que nos resulta hoy tan fácil de comprender. Sin embargo, vista con detenimiento, esta historia, tan reconocible a primera vista, subvierte radicalmente las premisas de la visión colonialista presentando como protagonistas del relato, de la guerra y del triunfo, a una mujer, Malinche, y a los propios tlaxcaltecas, en vez del varón Hernán Cortés y los conquistadores españoles.
Las primeras diez láminas del Lienzo de Tlaxcala nos muestran escenas de encuentros y negociaciones, alianzas e intercambios de presentes entre los tlaxcaltecas y los españoles. Su propósito es demostrar que las relaciones entre estos dos pueblos fueron siempre amistosas. Esto no es enteramente cierto pues sabemos que los tlaxcaltecas se enfrentaron bélicamente a los españoles en agosto y septiembre de 1519 y sólo se aliaron con ellos cuando les quedó claro que la capacidad destructiva de estos invasores era tan grande e incontrolable que lo mejor era tenerlos de su lado y no como sus enemigos. La supresión de este acontecimiento resulta comprensible en un documento presentado ante la propia Corona española y no es mayor que las omisiones realizadas por Hernán Cortés en su relato de la Conquista.
Por otro lado, llama la atención que el personaje principal de estas láminas es la mujer indígena Marina o Malintzin, que sirvió como intérprete de Hernán Cortés y como intermediaria entre los recién llegados españoles y los indígenas. En todas las imágenes ocupa una posición central entre un grupo y otro, y en general su figura es mayor y más prominente que la del capitán español. Las únicas láminas de esta sección en que la mujer indígena es desplazada de la posición central son las que representan la cruz cristiana levantada al unísono por los españoles y los gobernantes tlaxcaltecas. De todas maneras, aparece Malinche detrás de Hernán Cortés, en la escena izquierda, y la imagen del bautismo de los cuatro señores de Tlaxcala. En este último caso, la imagen de la Virgen María parece sustituir a la de Malinche en su sitio privilegiado. Si recordamos que la figura de la Virgen también es representada en el cosmograma de la ciudad de Tlaxcala que ya discutimos, encontramos una identificación entre la figura de la intérprete indígena y la de la madre de dios. También con la montaña sagrada de Tlaxcala, que hoy se llama cerro Malinche, y con el altepetl tlaxcalteca mismo.
Figura 2. Lienzo de Tlaxcala , 1773 (fragmento) (Instituto Nacional de Antropología e Historia).
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.
Figura 3. Lienzo de Tlaxcala, 1773 (fragmento) (Wikimedia Commons)
La relación entre estos cuatro entes es confirmada en dos alegorías dibujadas en la Historia de Tlaxcala , de Diego Muñoz Camargo, unos 30 años después de la elaboración del Lienzo de Tlaxcala . En ellas aparece la Nueva España presentada con una mujer indígena muy parecida a la Malinche y claramente asimilable con Tlaxcala. En una, la vemos detrás del caballo de Hernán Cortés en la misma posición en que aparecen los tlaxcaltecas siempre en las batallas que libran a lo largo de la guerra. En la otra, Hernán Cortés abraza la figura femenina e indígenas de la Nueva España mientras levanta la cruz cristiana (véase la figura 4).
No es exagerado afirmar que en la versión tlaxcalteca de la Conquista, la principal protagonista de los primeros encuentros, la forjadora de la alianza entre Tlaxcala y los españoles es una mujer nativa, la famosa Marina. Recientemente historiadoras y estudiosas de todo el mundo han examinado el papel de esta mujer en la Conquista y han demostrado su importancia clave en los acontecimientos como traductora, pero también como mediadora intercultural, como introductora de los españoles al mundo mesoamericano, a su ceremoniosa diplomacia, a sus intrincadas negociaciones, a sus pertinaces desconfianzas y sus violentas rivalidades.
¿Quién era Malinche?
Cabe entonces plantear una pregunta que puede parecer obvia pero que nos abre respuestas sorprendentes: ¿Quién era Malinche? En primer lugar, hay que mencionar que Hernán Cortés apenas la menciona en sus Cartas de relación , más que para intentar echarle la culpa de las atrocidades cometidas por él y sus hombres en Cholula. Bernal Díaz del Castillo, por su parte, le dedica líneas llenas de admiración, coloreadas por una imaginación caballeresca que la presenta como una princesa caída. Según su relato, esta mujer, cuyo nombre original desconocemos, nació a principios del siglo xvi en la región de lo que hoy es Tabasco o sus alrededores. Es muy posible que fuera hija de un gobernante local, probablemente hablaba como lengua materna el olulteco, un idioma de la familia mixe-xoque, además del maya chontal y tal vez yucateco; también aprendió el náhuatl por su vida en la corte. En algún momento de su infancia perdió su condición de privilegio, supuestamente por la muerte de su padre y la voluntad de su madre de hacerla a un lado para favorecer a los hijos de un nuevo matrimonio. Convertida en esclava, cambió de manos varias veces hasta que el gobernante indígena de Centla la regaló a los españoles con otras mujeres esclavizadas. Ellos la bautizaron como “Marina” y pronto reconocieron tanto su belleza como sus dotes lingüísticas y su personalidad carismática e inteligente.
Читать дальше