118Este fenómeno se mantuvo al menos hasta la década de 1970.
119Jugar con algún país que no fuera miembro acarreaba una suspensión, tal como le sucedió al Association FBC que compitió en Costa Rica y, en consecuencia, la Confederación Sudamericana de Fútbol lo suspendió por un año. En La Prensa, 11 de setiembre de 1926, p. 10; La Prensa, 13 de setiembre de 1926, p. 2.
120El primer partido del club uruguayo Progresista, en 1924, llevó a diez mil personas al estadio, incluido el presidente de la república. Por ello fue necesario que el transporte público incrementara el número de sus unidades para movilizar a los espectadores. En «Se inició la temporada internacional de balompié», La Prensa, 31 de agosto de 1924, p. 5; Günther y Lohmann, 1992, pp. 228-229. Sin embargo, esta cifra se quedó corta cuando en 1927, durante el Campeonato Sudamericano, partidos como Perú-Uruguay llevaron alrededor de treinta mil personas al estadio y para el encuentro entre Argentina-Uruguay asistieron veinticinco mil personas. El evento tuvo tal importancia que asistieron el presidente de la república y los ministros de Estado. En La Prensa, 2 de noviembre de 1927, p. 7; La Prensa, 21 de noviembre de 1927, p. 7.
121El artículo 23 del Reglamento del Comité Técnico de la Federación Atlética y Deportiva del Perú establecía que los deportistas asociados debían ser aficionados y prohibía enfáticamente participar en una competencia por dinero o su equivalente, aceptar un premio en dinero, vender o hipotecar sus premios, hacer o aceptar un «desafío» por dinero o equivalente, aceptar privilegios de algún dirigente, enseñar un juego por dinero y participar en una prueba de profesionales sin obtener el permiso del Comité Técnico. El artículo 36 del Reglamento de la Federación de Fútbol también prohibía recibir remuneración por jugar (excepto los gastos de viaje) (Federación Atlética y Deportiva del Perú,1922b; «Reglamento General de la Federación Peruana de Foot Ball», La Crónica, 7 de agosto de 1924, p. 15).
122Corner, «Debe efectuarse en Lima y no en el extranjero el Campeonato Sudamericano de Foot Ball», La Prensa, 23 de agosto de 1927, p. 12; La Prensa, 24 de agosto de 1927, p. 12. Finalmente, la Federación decidió organizarlo en Lima. En La Prensa, 28 de setiembre de 1927, p. 2. La revista argentina El Gráfico llamó al Perú «país inmoral y comerciante» por negociar con la Asociación Uruguaya la sede del torneo. En «De football. El Campeonato Sudamericano», La Prensa, 18 de setiembre de 1927, p. 16.
123La Asociación Chilena de Fútbol desistió de enviar a su delegación a solicitud de un grupo de diputados quienes señalaban que, dado que Chile y Perú tenían rotas sus relaciones diplomáticas, hacerlo podría exponer a los jugadores chilenos. En «El problema chileno del campeonato», La Prensa, 27 de setiembre de 1927, p. 12. El tema del trato a los deportistas era sensible. Diarios bolivianos señalaban que preferían no enviar a su delegación para evitar que se reprodujeran en Lima los sucesos de Santiago en el torneo sudamericano anterior, cuando el público chileno se burlaba de la poca eficacia de los jugadores bolivianos. En Olimp, «De balompié. El Campeonato Sudamericano», La Prensa, 19 de octubre de 1927, p. 12.
124Se contrató al entrenador uruguayo Pedro Oliveri, quien, tras los exámenes médicos correspondientes, dedicó las semanas de entrenamiento para mejorar las condiciones técnicas (pases con el pie, diferentes tipos de disparos al arco) de los jugadores peruanos. En «De foot ball. Sobre los preparativos del entrenador señor Oliveri», La Prensa, 3 de setiembre de 1927, p. 2; «De foot ball. Sobre el Campeonato Sudamericano de Foot Ball», La Prensa, 9 de setiembre de 1927, p. 12. Asimismo, la preselección inicial de los jugadores y las desconvocatorias posteriores generaron debate. En Olimp, «De football. Sobre el Campeonato Sudamericano», La Prensa, 13 de setiembre de 1927, p. 12.
125«Las mejoras efectuadas en el Estadio nacional», La Prensa, 28 de octubre de 1927, p. 12.
126Cuando el torneo estaba a la mitad, los ingresos que habían dejado los partidos eran los siguientes: 24 000 soles en el Argentina-Bolivia; 52 831 soles en el Perú-Uruguay y 60 000 soles en el Argentina-Uruguay, que suman 241 831 soles de ingresos, frente a 180 000 soles de gastos, con un saldo de 61 831 soles de utilidades. En La Prensa, 5 de noviembre de 1927.
127La Prensa, 28 de octubre de 1927, p. 13.
128La Caja de Depósitos y Consignaciones, encargada por la FPF del manejo económico del Campeonato Sudamericano, obtuvo autorización del gobierno para contratar a la Compañía Cinematográfica Nacional Inca Films para la filmación de la competición: «contribuye al mejor conocimiento del certamen, y su más completa difusión, que, dentro del territorio de la República, será motivo de verdadera satisfacción patriótica y en el extranjero reportará al Perú indiscutible prestigio». En La Prensa, 25 de octubre de 1927, p. 12. La compañía filmó la temporada internacional de 1928 cuando llegó el club Santiago F.B.C. A.G.N. Prefectura de Lima, Particulares, 29 de setiembre de 1928. En diciembre de 1927 se proyectó el documental Campeonato Sudamericano de Fútbol (Wood, 2005, p. 178).
129El crecimiento de la competencia derivó en la formación de una industria que se ocupaba de preparar los materiales deportivos y la logística general (balones, guantes de arquero y zapatos deportivos) que requería la práctica de este deporte. A finales del siglo XIX, el equipo deportivo era traído desde Inglaterra por quienes venían desde allá; también se le compraba a los marineros de paso por el puerto o se importaba directamente, aunque ello resultaba bastante oneroso. Los costos del envío quedaban fuera del alcance de los sectores medios y populares. Dado que la masificación del balompié en el Perú se produjo entre niños y adolescentes, dependientes de los padres, les resultaba imposible costearlos. Por ello, elaboraban pelotas con trapos viejos o rotos a las cuales se les daba una forma redonda, y utilizaban los zapatos del diario para jugar (o lo hacían descalzos). Cuando la Primera Guerra Mundial estalló, la importación de todo tipo de productos de Europa se encareció y se dificultó enormemente. En esta época surgieron las primeras industrias locales que elaboraban indumentaria y vestimenta deportiva en sus líneas productivas y las primeras tiendas para la venta de estos productos. Dada la disminución del precio, aumentó el número de consumidores, lo que facilitó la creación de un mercado local, que tuvo en la venta de uniformes y balones su principal ingreso. Por ejemplo, en 1917, encontramos los primeros avisos publicitarios en la prensa que incluyen precios: «Venta de pelotas de football en Judíos 202; pelotas con interiores de jebe Nº 2, 3, 4, 5 a S/. 4.60, 5.20, 6.60 y 8.50, y con interiores de jebe burro Nº 2, 3, 4, 5 a S/. 1.80, 2.80. 2.70 y 3.00. También en venta infladores fuertes S/. 1.80 y 2.50». En El Comercio, 27 de mayo de 1917, p. 3.
130El Comercio, 28 de noviembre de 1920, p. 10.
131Con la industria nacional, los balones de cuero empezaron a ser adquiridos por los jugadores locales, aunque no por los sectores infantiles, quienes podían jugar con uno en sus escuelas. Los jóvenes en edad laboral podían comprar uno con sus sueldos o en sus clubes, aportando a través de sus cuentas. Así, los niños y jóvenes alternaban la pelota de trapo con la de cuero e incluso llegaron a reemplazarla por completo en algunos casos (en los clubes escolares o en los centros laborales). Ello permitió mejorar la capacidad del jugador en el control del balón y sus habilidades como futbolista desde su niñez. Habituado a jugar en terrenos disparejos, en terrales, en callejones y casi nunca en campos con pasto, el joven futbolista tuvo que desarrollar habilidades en pos de aumentar su control sobre el balón. Ello pronto mostró diferencias con el estilo de fútbol practicado entre los ingleses y las élites del Lima Cricket y Unión Cricket, el cual era un juego de pase largo, de carreras largas, saltos y encontronazos. De este modo, perfeccionó habilidades y sustituyó el pase largo por el corto y la carrera por la gambeta. Evitaba la lucha cuerpo a cuerpo esquivando el contacto físico y apelando a la habilidad. Otro factor que facilitó la mejora de la calidad de juego apareció en la década de 1920 cuando se construyeron los primeros estadios. Los campos de fútbol de grama rala y amplias extensiones de tierra fueron reemplazados por un pasto más uniforme, de mejores condiciones para el juego y más acorde con lo que esperaban los clubes visitantes durante las temporadas internacionales y las selecciones nacionales durante un campeonato sudamericano. Con una grama de mejor calidad resultaba más sencillo transportar el balón al ras del suelo, de modo que el juego aéreo pasaba a un segundo plano o quedaba como otra alternativa en la búsqueda de una anotación.
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