1 ...7 8 9 11 12 13 ...26 El afán por poner en prácticas estas ideas se materializó cuando se introdujeron ejercicios físicos en el sistema educativo. En el Congreso Higiénico Escolar de 1899 se estableció la obligatoriedad de los ejercicios físicos en las escuelas de la república y se consideró que «la educación física nacional, se caracterizará, en general, por el predominio del sport inglés», de acuerdo con las diferencias de edad y sexo (Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción, 1900, p. 692). En el caso de los niños más pequeños se buscó «la libertad y la recreación de los niños» que «constaban de juegos, marchas, cantos escolares y ejercicios libres»29, mientras se precisa que los ejercicios de «sport» deben brindarse en especial durante la adolescencia y se recomendaban «carreras de velocidad y de fondo, la lucha, el lanzamiento de pesas, los saltos, la natación, el remo, el trepar, el foot-ball, el cricket, la pelota a lo largo, el ciclismo, la esgrima y la equitación» (Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción, 1900, p. 693). Finalmente, en la Escuela Normal de Varones se llevaban ejercicios físicos en los dos años de estudios30.
Además, se incentivó la formación de clubes en las escuelas con el objetivo no solo de difundir la práctica del fútbol sino también de fomentar una cultura asociativa. En ese sentido, sobre la base de los equipos de fútbol de cada colegio se establecieron clubes formados en la escuela con apoyo de autoridades educativas. Otros fueron fundados por estudiantes de un mismo colegio pero sin respaldo institucional (Álvarez, 2001, pp. 74-77). La mayoría de ellos tuvieron vidas efímeras o se reactivaban periódicamente31, pero hubo excepciones como Atlético Chalaco del Callao que sobrevivió a la etapa infantil y juvenil de sus primeros años para convertirse en uno de los clubes más prestigiosos de la competencia.
De esta forma, la difusión del fútbol se realizó gracias a un rápido tránsito de una actividad de inmigrantes a un juego de niños y jóvenes, en la cual la escuela tuvo un papel muy importante. Esta difusión, además, tuvo el amparo justificativo de diversos discursos (modernizadores, higiénicos, raciales y pedagógicos) que encontraron en el fútbol y en los deportes en general un medio muy efectivo para llevar a la práctica sus postulados.
Inicio de la competencia y primeras rivalidades
La proliferación de clubes favoreció el desarrollo de la cultura asociativa y creó formas nuevas de sociabilidad. La esfera pública capitalina era aún pequeña, los partidos políticos eran coto exclusivo de las élites, las asociaciones de profesionales eran reducidas y conservaban criterios sociales de exclusión, dado que en las universidades donde se formaban estos profesionales aún no había apertura hacia los sectores medios y populares. En este contexto, los clubes se convertían en espacios de encuentro para los niños y jóvenes de todos los grupos sociales. Paradójicamente, los socios de los clubes de fútbol aprovecharon el carácter exclusivo de estas instituciones para crear y fortalecer relaciones de empatía y lealtad fundadas en la amistad, nociones de territorialidad, solidaridades mutuas y códigos masculinos; así como para compartir o difundir ideas sobre temas deportivos, como también sociales, culturales e incluso políticos. Para esta forma de socializar en el ámbito deportivo, Pierre Arnaud acuñó el concepto de «sociabilidad deportiva» y lo define como «el resultado de un conjunto de determinaciones múltiples, dirigidas a establecer lazos o redes de afinidad, y cuyas bases son territoriales, sexuales, socio-profesionales (corporativas), ideológicas, profesionales» (citado en Pujadas & Santacana, 1992, p. 31)32. En nuestro estudio apelamos a esta categoría para englobar los diversos roles que cumplen quienes participan en el espectáculo del fútbol, al interior de los clubes, en el juego y como público.
En este punto debemos hacer una precisión. Cuando hablamos de clubes de fútbol debemos diferenciar entre aquellos cuyos socios participaban practicando deporte y contaban con una vida asociativa rica y activa, y aquellos que simplemente funcionaban como equipos de fútbol. Evidentemente, en el primer caso la sociabilidad era más activa y diversa, pero ello no significa que los clubes que se ajustan al segundo grupo carecieran de prácticas de sociabilidad y vida asociativa. Además, los lazos de sociabilidad se fortalecieron cuando empezaron a pactar partidos con otros clubes, lo que dio origen a la competencia deportiva. Inicialmente, la competencia deportiva se caracterizaba por practicar una suerte de endogamia; esto es, los clubes jugaban partidos solo con otros clubes de su entorno. Por ejemplo, al ser la escuela el espacio que definía la constitución de un club deportivo, se buscaba jugar contra clubes de otras escuelas de la misma procedencia social o del mismo grupo de edad. Los colegios privados rara vez jugaban contra escuelas fiscales, y equipos y clubes de los institutos superiores y universidades no jugaban contra equipos escolares. De forma análoga, los clubes capitalinos no salían fuera de la ciudad a buscar rivales; y en el puerto, en los pueblos y los balnearios, los clubes futbolísticos solo pactaban encuentros con equipos de esos mismos lugares. Por ello, podemos afirmar que en esta etapa la competencia estaba suscrita a espacios territoriales y sociogeneracionales.
No obstante, durante la primera década del siglo XX, dado el creciente número de clubes y pese a la efímera vida institucional que tenían muchos de ellos, estas instituciones poco a poco cruzaron las fronteras de sus espacios primarios para aventurarse a pactar encuentros con otras escuelas, otros barrios e incluso otros centros laborales. Esto último sucedió también porque, con el transcurrir de los años, aquellos niños y adolescentes que fundaron clubes en el cambio de siglo crecieron y se convirtieron en jóvenes pocos años después. El ingreso al mundo de la educación superior o del trabajo —y en muchos casos, a ambas— hizo más diversos los espacios de socialización en que participaban. Muchas de estas personas se convertían así en socios de más de una institución y, dado que los clubes no tenían una vida demasiado activa ni demandante, era posible que participaran en varias instituciones a la vez e incluso formaran nuevos clubes en sus centros laborales o en sus barrios33.
Con el tiempo, en la búsqueda de competencia, algunos clubes encontraron sus primeras rivalidades. Por ejemplo, Atlético Chalaco del Callao realizó sus primeras visitas a Lima en 1908 y 1909 para jugar contra Association y Unión Cricket en partidos que concluyeron con discusiones acaloradas y peleas a puños34. Con estos sucesos, la rivalidad extradeportiva entre limeños y chalacos encontró en el fútbol un medio de expresión. Sin embargo, lo habitual resultaba que cuando los clubes pactaban partidos fuera de su ciudad, es decir, cuando los clubes de Lima o Callao se movilizaban hacia Chorrillos, Barranco, Magdalena, Miraflores y Vitarte, y viceversa, los encuentros se realizaban con normalidad y se incluían invitaciones a consumir alimentos o a participar en algún tipo de festividad, lo cual fortalecía los vínculos personales e institucionales. Por ejemplo, en 1911, el Sport Vitarte de la fábrica textil del pueblo de Vitarte invitó al José Gálvez de Lima a realizar un partido de fútbol. La velada concluyó con un almuerzo, discursos de los presidentes de ambos clubes y aplausos de los asistentes35. La acción de movilizarse, en respuesta a las invitaciones que se intercambiaban bajo la denominación de desafíos para pactar partidos de fútbol, dio a los miembros de los clubes de fútbol la posibilidad de conocer mejor la ciudad y los pueblos cercanos, pero lo más importante es que permitió la circulación y el conocimiento de intereses mutuos.
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