―¡Evité que lo hiciera, por supuesto! No le pedí ninguna explicación, sólo nos abrazamos por mucho tiempo, la llevé a su cama, después ella se tranquilizó y se fue quedando dormida lentamente, y yo me mantuve ahí con ella, en su recámara, hasta que también me dormí, pero después de mucho tiempo, y la verdad estaba al pendiente por si se movía o por si algo se ofrecía. Venían a mi mente muchas preguntas, siempre había visto a mi mamá normal, con cambios de carácter, como todos y sí, de pronto triste y retraída, pero creía que era normal. Ahora veo que no es así… ¡Ay, amiga! ―exclamó Gloria con un suspiro―. Me angustia esta situación y deseo de todo corazón saber qué fue lo que orilló a mi mamá a hacer esto; debe ser algo muy grave. Estuve pensando, pero la verdad no me imagino, o tal vez puede ser lo del divorcio, pero siempre vi que tomó todo con mucha calma… No entiendo.
Gloria ya estaba más tranquila, pues se desahogó con su amiga y eso la dejo pensar claramente.
―Hoy me desperté muy temprano y hablé por teléfono con mi jefe, para avisarle que llegaría un poco tarde a la oficina. Después organicé todo para que mi hermana Estefanía se quedara cuidando a mi mamá.
Estefanía era una chica de 22 años, de tez blanca, cabello liso, largo, rojizo, de estatura media, delgada, de carácter noble y alegre, siempre muy risueña, amable y de trato muy cálido con las personas y con su familia en general. Fue la segunda hija de Elia.
Gloria hizo una pausa, como mirando al horizonte sin ver. Aún sentía la incredulidad de lo sucedido, como que estaba en una pesadilla y no veía la manera de despertar.
―Eran las 11:00 a.m. y mi mamá aún no se levantaba de la cama. Aunque ya había despertado y se veía tranquila, no quiso levantarse y nos dijo a mi hermana y a mí que no nos preocupáramos, que sólo había sido una “crisis existencial”, y esbozó una ligera sonrisa. Obvio que ya le había contado todo a mi hermana, antes de que mamá despertara. Mi hermana estaba también incrédula y muy preocupada, pero se ofreció para estar con ella y no despegarse. Afortunadamente en estos momentos está disponible cien por ciento para estar con mamá, debido a que no está trabajando.
―Sí, eso es muy bueno, que alguien esté con ella y, de ser posible, de tiempo completo, pero, ¿qué has pensado hacer?, ¡debemos actuar rápido, amiga! ―comentó Ana.
―No estoy segura, he pensado en buscar ayuda profesional, algo o alguien que realmente pueda apoyarla y que tenga resultados pronto. Conozco a una persona que fue con un psicólogo, pero ya sabes lo que pensamos la mayoría, que si vas a un psicólogo es porque estás “loca”; hay muchos paradigmas al respecto… No sé, nunca he ido con un psicólogo, pero me da miedo; además, mi mamá no lo aceptaría. No me queda mucho tiempo, temo que ella lo vuelva a intentar, y un día encontrarla muerta en su recámara, ¡no quiero ni imaginarlo! Esta situación se está saliendo de control muy rápido, siento que la vida me ha cambiado de un día para otro. Estoy dispuesta a probar lo que sea con ella, algo diferente, debe haber algo que nos indique lo que le pasa, para poder sacar de sus pensamientos esa idea del suicidio. ¡Busca opciones, amiga, las que sean, pero algo inmediato, por favor!
―También estaba pensando en que la lleváramos a un psicólogo, pero si tu mamá no quiere, pues hay otras opciones.
"Sabes algo, Gloria? Me acaban de contar de un lugar, creo que es un centro holístico, según me dijeron dan diferentes tipos de terapias alternativas, del lado espiritual, de los ángeles y cosas así, pero no sé si le gustarán a tu mamá, sé que apoyan a personas con problemas emocionales. No sé si creas en eso, pero es otra opción, ¿cómo ves?
Gloria la miró, dudosa y resignada. Dijo:
―Estoy dispuesta a hacer lo que sea, con tal de apoyar a mi mamá; hoy mismo, si es posible conseguir algo, sería genial.
Hizo una pausa, pensando por segundos, y agregó:
―Ana, no se diga más, vamos a comenzar con esa opción que comentas. ¿Tienes los datos del lugar?, ¿has escuchado buenas referencias de ellos?, ¿o quién más los conoce o los recomienda? No quisiera equivocarme y llevarla con cualquier persona; es mi madre, tú sabes que ella ha sido muy linda con nosotros, es una madre muy comprometida con nosotros, amorosa, y también la amo demasiado.
―Gloria, yo lo sé, ella es muy linda de verdad y sabes que yo también le tengo mucho cariño, y pues con la compañera que platiqué me dio buenas referencias de ahí, creo que es su hermana quien ha recibido los servicios de ese lugar, debido a que también estaba atravesando por un proceso complicado de una pérdida, y la apoyaron muy bien. Por cierto, ella sigue asistiendo periódicamente a seguimiento.
―¿Y podrías conseguirme ese dato, amiga, por favor, para agendarle una cita a mi mamá?
―¡Claro que sí! ―aseguró Ana―. Déjame te paso el número de contacto por mensaje en el celular.
En cuanto Gloria recibió el mensaje en su celular con el contacto, lo registró y realizó una llamada para agendar una cita, a nombre de su mamá. Al terminar la llamada, Gloria tomó de la mano a su amiga y le aseguró:
―Confío plenamente en que Dios no nos va a abandonar.
―Como bien lo dices, Gloria, vamos a confiar en Dios y pensar que pronto pasará este trago amargo para Elia y para ustedes. Sabes que cuentas con mi apoyo y también con el de mi familia, para lo que se les ofrezca.
Las amigas se despidieron con un fuerte abrazo.
Capítulo 2
Encuentro de almas
El Centro Holístico estaba en un local ubicado en el centro histórico de la ciudad. Era una casa antigua y muy amplia, tenía salas de capacitación, consultorios y áreas de meditación, la decoración era de relajación, muy angelical y con algunos elementos del budismo. Al entrar al establecimiento, de inmediato se percibía armonía, paz, tranquilidad y un poco de misticismo.
Era martes, un día normal como cualquier otro, el clima era templado, se puede decir que era un clima ideal; sin embargo, para Elia sería un día muy especial, ya que marcaría el inicio de un camino hacia una transformación profunda. Ella no iba muy convencida, ésta era una situación que le costaba mucho trabajo abordar; se llenaba de vergüenza.
Se sintió obligada a asistir a la cita y sólo lo hacía por complacer a sus hijas que, por obvias razones, estaban muy asustadas, pero en realidad no tenía la intención de acudir a más de una consulta.
―¡Buenos días, bienvenidas! ¿En qué podemos servirles? ―dijo la persona que recibió en el Centro Holístico a Gloria y a Elia.
―Tenemos una cita programada para hoy ―dijo Gloria.
―Muy bien, con gusto las atendemos. ¿A nombre de quién está la cita?
―Elia Montenegro ―comentó Gloria.
―Mmm… sí, aquí está, tiene cita con nuestra angeloterapeuta ―les dijo la persona de recepción.
―Tomen asiento, en un momento la pasamos al consultorio.
Transcurrieron unos 10 minutos y…
―¡Listo! Ya puedes pasar, Elia ―comentó la persona que se encargaba del centro.
Elia, aún con el sufrimiento reflejado en su rostro, caminó al consultorio, con la mirada pérdida, siguiendo los pasos de la recepcionista. Subieron las escaleras a un segundo piso donde ya se encontraba Sara, la angeloterapeuta, pero Elia iba con su mente muy confusa y sentía que no estaba lista para abrir su corazón, y menos frente a una persona extraña.
―¡Hola y bienvenida, Elia! Pasa por favor.
Una vez dentro del consultorio, las dos tomaron asiento, sólo las dividía el pequeño escritorio de vidrio con base y estructura de metal ligero.
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