Bonachón. - es la parte más amorosa. Es un amor incondicional y una aceptación total hacia todo lo que te rodea. Lo expandes y evoluciona cuando te amas y te aceptas tal y como eres, sin críticas, ni prejuicios, ni castigos, ni dudas hacia tu propia valía personal.
Mocoso. - reflejaría la influencia que tiene el estado emocional en tu sistema inmunológico, es decir, si tus emociones son positivas generan un estado emocional y de salud positivo, por lo que tu salud adquiere la tendencia a ser “perfecta”. En caso de generar emociones negativas, tu salud se transforma en “enferma”, desequilibrándose.
Mudito. - representa la tendencia hacia el silencio interior, a escuchar-te y a escuchar a los demás, dando siempre lo mejor de ti. Si escuchas a tu interior disminuye tu diálogo externo, aumenta tu autopercepción, así como tu diálogo interior, incrementándose la capacidad de escuchar a los demás y a ti mismo. No por ser más silencioso se es menos expresivo.
Tímido. - es tu prudencia que a veces se mezcla con matices de baja autoestima y miedos mostrando un comportamiento dubitativo, carente de iniciativa, de riesgo aunque templado.
Cada uno de estas emociones-enanos va a pelear por mantener su propia personalidad e imponerse a las demás, manifestándose de forma explosiva o exagerada. Para evitarlo debes darle a cada una la importancia y el lugar que le corresponde aceptando sus rasgos. Sintiéndose aceptadas ocupando cada una el lugar que le corresponde y en perfecto equilibrio. Para conseguirlo compréndelas e invítalas a formar parte de tu vida y nunca las rechaces. ¡En el capítulo “Lista para ligar!” vamos a practicar juntos la meditación “Las siete emociones vuelven a casa” No lo olvides, si las rechazas se hacen grandes y fuertes como el Dragón!
¿Me recuerdas?, soy tu Alma.
En este capítulo hemos hablado de la importancia de lo que pensamos, de lo que sentimos y como hablamos. Quiero compartir contigo un tema que en mi opinión es muy importante para comprender y entender al ser Humano: el alma. ¿Por qué te hablo de este tema, si el libro habla de cómo superar una ruptura del corazón? Porque como apuntaron los sabios griegos, somos cuerpo-mente y alma. Tenemos algún conocimiento de cómo funciona el cuerpo y nos preocupamos para mantenerlo en forma. Tenemos curiosidad por saber cómo funciona la mente y leemos e incluso practicamos técnicas para relajarla, pero no nos preocupamos mucho por comprender la función del alma dentro del conjunto que forma el ser humano. Si no entendemos que ese dolor que atraviesa el corazón es un reflejo del dolor que siente el alma, y si no sabemos cómo se comporta, no podremos aliviarlo, ni prepararnos para superar cualquier pérdida.
En el siglo XVII, René Descartes, reconoció que el Ser Humano estaba formado por cuerpo, principio material que se manifestaba a través de los atributos físicos; y alma, principio espiritual que se manifestaba por el pensamiento y la voluntad. También sostenía que el pensamiento estaba relacionado con su Yo espiritual. Con su frase “pienso luego existo”, quiso evidenciar la existencia del alma teniendo como base su vida y evolución en la materia. Allan Kardec, hace 150 años, afirma que “el pensamiento es un atributo del alma”, es el Ser espiritual quién da vida a la materia humana, siendo el pensamiento, la inteligencia, las cualidades morales, y la consciencia, los atributos del alma. El alma es un importante componente del ser humano, el centro de todas sus potencialidades, de donde emanan sus pensamientos, su inteligencia, sus tendencias artísticas, su percepción científica, su carácter, su intuición y su propia consciencia. El pensamiento es un atributo del alma, la cual preexiste a la formación del cuerpo y se mantiene, con toda su individualidad, después de la desintegración de este. La masa encefálica no puede ser responsable de la elaboración de los pensamientos, aunque sea indispensable para la transmisión de estos. Por tanto, debe ser mantenida en perfectas condiciones anatómicas y fisiológicas, para que pueda desempeñar plenamente sus funciones durante la vida humana.
Durante algún tiempo la educación ha ignorado las necesidades de nuestra alma. No hemos sido vistos y valorados en nuestro pleno y espontáneo desarrollo, sino que se nos han impuesto una serie de ideas y comportamientos que nos han obligado a reprimir la espontaneidad y a ignorar nuestra alma al concentrar todos nuestros esfuerzos en aprender esos “modelos externos”. Debido a esto nuestro Yo se ha ido alejando del alma centrando su reflexión en los modos aprendidos del exterior, con los que ha terminado identificándose. Esta aceptación impuesta conforma las máscaras que adoptamos en nuestra vida y que terminan oprimiéndonos. De forma inconsciente al no ser apreciados tal como somos, optamos por ser y comportarnos del modo que querían nuestros padres y nuestro entorno, bien para ganarnos su cariño, bien para obedecer o bien para poder sobrevivir dentro de un ambiente familiar y colectivo incapaz de ver y valorarnos tal y como somos lo cual repetiremos en nuestras relaciones personales tanto de amor como de amistad. Atrapados por este proceso, hemos perdido o se nos ha olvidado utilizar la capacidad de ser nosotros mismos, de expresarnos, de manifestarnos en todas las situaciones de forma espontánea. El conjunto de ideas y normas exteriores definen lo que somos, actuando de filtro a la hora de ver y valorar la vida. Para recuperarnos y redescubrirnos yo propongo trabajar con la maestra interna o Yo interior , en la técnica incluida en el capítulo “Bye, bye Soledad”.
¿Por qué enferma?
La información de los acontecimientos que nos suceden en la vida son llevados por las neuronas sensitivas hacia el córtex cerebral donde son registrados e igualmente transmitidos al peri-espíritu, sumándose a las impresiones que ya existen en la memoria celular. El estudio de las enfermedades que pueden estar vinculadas al alma constituye una contribución necesaria para la Medicina ya que ha mostrado la necesidad de ampliar la visión en el campo de la patología humana, dando a entender que el ser humano está formado por cuerpo y alma, siendo el alma un componente muy importante que participa activamente en todos los actos de la vida. Así como existen desequilibrios en el cuerpo, existen los relativos al alma. Las enfermedades o patologías del alma están relacionadas fundamentalmente con los pensamientos teñidos de emociones negativas que determinan diferentes tipos de dolencias, desde las que nos autogeneramos causándonos directamente sufrimientos, nerviosismo, insatisfacción, descontento, depresión, perdida de sueño y que provocan comportamientos antisociales como: prácticas delictivas, agresividad, obsesiones, vicios, perversiones y desviaciones sexuales que van poco a poco transformándose en desórdenes mentales más serios, que necesitan tratamientos prolongados con resultados poco satisfactorios en la mayoría de los casos. Según el estudio de la etiopatología de las enfermedades del alma (DR. Roberto Brolio) nosotros somos los responsables de nuestro sufrimiento, cuyo origen es la falta de control de la calidad de nuestros pensamientos. Por ello hemos de aprender a elaborar pensamientos y conductas positivas, ya que más tarde o temprano, tendremos que recoger las consecuencias de lo que hemos sembrado.
Varios autores están de acuerdo en afirmar la importancia que el pensamiento y las acciones de odio, envidia, celos, violencia, mentiras, deshonestidad, crueldad, causan mal y generan sufrimiento, pues forman una carga traicionera y tóxica que debe deshacerse y constituye una causa perjudicial para la salud y el progreso espiritual. Los pensamientos obedecen a la ley Causa y Efecto y con la misma intensidad con que son emitidos regresan hacia la fuente de origen. ¿Conoces a alguna persona que sea egocéntrica o esté llena de odio? Cuando hablas con ella parece que sólo ve el lado negativo de la vida y casi podrías afirmar que es incapaz de ver la belleza. También aquellas que sufrimos males físicos y morales, torturadas por las dificultades, por el dolor o el desánimo, vivimos sin la esperanza de encontrar una solución a cualquiera de nuestros problemas con miedo a los cambios que hacen que permanezcamos inmóviles en lugar de prevenir las situaciones de posible riesgo. Podemos parecer sanas pero vivimos torturadas por síntomas psicosomáticos esperando obtener una prescripción médica que nos libre de la angustia y el sufrimiento. Se manifiestan síntomas de baja resistencia, no tan solo para los esfuerzos físicos habituales, sino también para las infecciones comunes.
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