Escucho el ruido de su cremallera y cómo sus pantalones caen al suelo. Me separa las piernas todo lo que puede, me aparta el tanga y, sin mediar palabra, da una estocada contra mí y se mete hasta el fondo. ¡Oh, sí! ¡Por fin!
—¿Esto es lo que quieres? —Me mira desafiante, sin detener sus acometidas.
—¡Dios! —chillo. Entra y sale de mí a una velocidad increíble—. Sííííí —gimo. Qué gusto.
No cesa en sus ataques brutales. Saborea uno de mis pezones, tira de él con fuerza y grito de puro gozo. La sensación de dolor y placer al mismo tiempo es brutal.
No duramos demasiado, puesto que, después de dos semanas sin nada de sexo, estamos los dos igual de desesperados. Doy un grito de infarto cuando me corro y, seguidamente, Bryan hace lo mismo. Jadeando, lo miro y agarro su cara entre mis manos.
—Ya era hora. —Contemplo sus bonitos ojos.
—Eres una provocadora. No haces nada más que tentarme. —Se ríe.
—De alguna manera tenía que provocar una reacción en ti. —Sonrío con picardía.
Sin borrar la sonrisa, niega con la cabeza, pues no da crédito a lo que escucha. Sale de mí y, cuando lo hace, lo sujeto por la camisa y tiro de él hasta acercármelo de nuevo. Me mira sorprendido.
—Señor Summers… —me hago la remolona y le pongo ojitos—, sé que tiene usted una reunión y sé que llega tarde, pero… —lo miro con ojos lujuriosos— creo que voy a tener que presentarme en su oficina si no curo mi ansiedad.
Me levanto de la mesa y lo empujo hacia el sillón hasta que cae y se queda sentado. Me coloco a horcajadas sobre él y noto que ya está listo para mí.
—Así está mejor. Mmm… —gimo de placer.
—Vas a matarme. —Me besa.
—Espero que no. —Sonrío traviesa.
Comienzo un baile lento encima de él para saborearlo poco a poco. Me deja hacer, y yo me siento como si estuviera tocando las estrellas.
Lo deseaba, lo necesitaba, lo ansiaba…
Es imposible estar cerca de Bryan y no poder tocarlo ni tenerlo. Es una tortura.
Nos movemos sin control y, cuando estamos a punto de llegar al clímax, me susurra, pegado a mis labios:
—Te quiero más que a mi vida.
—Más te quiero yo.
Estallamos entre gemidos y gritos y, juntos, llegamos al paraíso.
Un paraíso donde solo estamos Bryan y yo.
Los días transcurren y todo parece que cada vez va mejor. Me he enamorado de este hombre hasta las trancas; de eso no cabe la menor duda. Estábamos predestinados a querernos, por mucho que ninguno quisiera dar su brazo a torcer.
Esta mañana, cuando Bryan se ha ido a trabajar, he decidido acostarme un rato. Qué dormilona soy algunas veces. Me despierto sobre las cuatro de la tarde. ¡Dios! Y lo hago porque las tripas me rugen. Voy directa a la cocina. ¡Qué hambre! Me suena el teléfono según estoy llegando y me acerco a cogerlo.
—Dime, Nina.
—Nana...
La noto extraña.
—¿Qué ocurre? ¿Estás bien?
—Necesito decirte que…, que…
—¿Qué? ¿Qué ocurre? —le pregunto desesperada.
—Mejor voy para el apartamento de Bryan.
—Estás asustándome.
—Ahora hablamos. —Cuelga.
Me quedo observando el teléfono un rato sin saber qué demonios le ocurre a mi hermana. Espero que no tarde, o los nervios me consumirán.
A los veinte minutos me llama el portero y le digo que la deje subir. Cuando entra, me quedo pasmada. Viene echa un desastre, y está horrible de tanto llorar.
—Pero ¿qué te ha ocurrido? —La abrazo.
—¡Ay, Any…! —Empieza de nuevo a llorar.
La consuelo como puedo y, poco a poco, la llevo hasta el sofá. No deja de sollozar, así que voy a la cocina y le preparo una tila. No puede ni hablar. No sé qué le sucede, pero solo espero que no sea nada grave.
Cuando salgo de la cocina, entra Bryan por la puerta y se queda estupefacto al ver a mi hermana así.
—Nina, ¿estás bien? —le pregunta mientras se acerca a ella con rapidez—. ¿Te ha sucedido algo?
Esto provoca que llore más fuerte aún y que Bryan me mire preocupado. Con la poca paciencia que he tenido toda mi vida, decido sacárselo como sea:
—Nina Moreno, ¡basta! ¿Qué cojones te ocurre? —la presiono malhumorada.
Bryan me contempla con cara de asombro; no me conoce todavía. Nina se tranquiliza un poco después del bufido que le doy y me mira.
—¿Te acuerdas de John? —me pregunta, sorbiéndose la nariz.
—Pues claro, ¿qué ocurre? Estabas saliendo con él, ¿no?
Asiente y vuelve a llorar. Bryan no se ha separado de su lado desde que ha llegado. Yo, al contrario, estoy frente a ella, y mi paciencia ha llegado al punto final. Me agacho para estar a su altura y la zarandeo por los hombros.
—¡¿Qué cojones te ocurre?! —le chillo.
Bryan no da crédito al ver mi reacción.
—¡¿Quieres calmarte?! —Su masculina voz me sorprende—. Así no la dejas explicarse.
—Pues que deje de llorar y hable, si no, no podremos ayudarla —lo encaro de malas maneras.
Nos enfrascamos en una riña los dos hasta que, de repente, la escucho decir:
—Estoy embarazada… —murmura.
Abro los ojos como platos.
—¿Qué has dicho?
—Que estoy embarazada, Any.
Dios mío…
Me quedo sin voz y sin saber qué decir. Me levanto y me tambaleo un poco hacia atrás. Bryan es más rápido que yo y me sujeta del brazo. Me siento en el sofá que tengo justo al lado y miro la nada. Me temo que está así porque no querrá decírselo a John y ya estará dándole vueltas a que otro niño crecerá sin su padre, como Helen.
—¿Vas a decírselo? —le pregunto con tacto.
—Lo sabe.
—¿Qué? —Abro los ojos aún más. Al final, se me saldrán.
Bryan se ha quedado mudo.
—Que lo sabe, Any, joder. No me hagas repetirlo todo.
—Entonces, ¿qué cojones te pasa? —Arqueo una ceja.
—Que me da miedo. No quiero pasarlo mal otra vez… No quiero.
Tras un resoplido, me levanto y la abrazo. Ella me corresponde y, tocándole su mejilla, empiezo a hablar con ella y Bryan me presta suma atención:
—Nina, la vida no es fácil, y eso ya lo sabes. Eres la mujer más fuerte que he conocido nunca. Tú sola has tenido a una preciosa niña, a la cual amo más que a mi propia vida. No has necesitado a nadie. Y ahora que John está contigo, ¿qué temes? Si él está de acuerdo, no tienes por qué sufrir. Vive, Nina, vive. —Le recalco bien estas últimas palabras—. Agota cada segundo de vida que tengas cerca de los que te quieren y dalo todo por ellos. Y si el destino te la juega de nuevo, échate el mundo a la espalda. Sé feliz, te lo mereces. —Suspiro y continúo mientras toco su pelo—: No tienes por qué acobardarte, ya que de todo se sale. Y si sale mal, pues… siempre estaré yo para ayudarte con Helen y con él bebé. A mí siempre me tendrás, tanto para lo bueno como para lo malo; lo sabes. Sé feliz el tiempo que dure, porque puede que no sea eternamente. No te atasques en el pasado; ya no tiene sentido. Hay que avanzar. Y tú, hermana, sabes hacerlo perfectamente.
La miro con ojos cariñosos. A ella han vuelto a llenársele de lágrimas. De reojo, veo que Bryan mira hacia otro lado, imagino que por la tensión del momento.
—Te quiero —susurra mi hermana, abrazándome de nuevo.
—Y yo a ti.
Pasado un rato, John viene a por Nina. Le doy la enhorabuena y se van a su casa tan felices. Me siento en el sofá con Bryan, dispuestos a ver una película. Me hago una fuente de palomitas y me acurruco junto a él.
—Lo que le has dicho a tu hermana es muy bonito —me dice, y me besa el cabello.
—Se merece ser feliz.
—Claro que sí. ¿Puedo preguntarte algo?
—Claro, dime. —Me arrepiento justo después de decirlo. A ver qué va a preguntarme…
Читать дальше