Tendremos que reflexionar también si es en este contexto cuando los generales y líderes insurgentes llegaron a ser consecuentes con la estrategia absolutista europea y emplearon su misma táctica, es decir, la coalición militar para derrotar al ejército del rey español. Pues la guerra en Sudamérica se volvió interregional.
Por último, la cuarta fase la constituye el triunfo final de las independencias desde 1820 en adelante. No fue fácil en los antiguos territorios americanos de la monarquía española luchar contra el rey. Entendemos el recurso, con «máscara» o sin ella, de los primeros años. Pero los años veinte registraban ya otra coyuntura. La independencia se volvió una lucha armada y, si bien hubo resistencias, el recurso a la confrontación contra el rey devino en la justificación que encontró la insurgencia para la proclamación de la república. Se están estudiando detenidamente las diversas posiciones de los realistas, su identificación y sus planteamientos. Los años veinte vienen marcados indefectiblemente por las independencias de los dos grandes y antiguos virreinatos. Nueva España y el Perú. Los dos en 1821. Y aquí tendremos que considerar también la vuelta, por segunda vez, a un período constitucional de España. Esta vez con el rey presente y con una coyuntura internacional pacífica pero amenazante, constantemente, de invasión. 1821 representa para el caso novohispano las contradicciones de ganar la guerra contra la insurgencia y engendrar en el propio ejército real las condiciones antagónicas de un ejército de Antiguo Régimen, y el agotamiento de la segunda experiencia del liberalismo gaditano. Ivana Frasquet y Jaime E. Rodríguez han explicado convincentemente el paso de Nueva España a la Monarquía mexicana y a la República Federal. Son conocidos sus estudios. Quizá tendríamos que poner en relación esta presión internacional con el recurso de México y Brasil de proclamar sus estados como un «Imperio» y contextualizarlo con la amenaza de intervencionismo armado de la Santa Alianza contra los estados liberales. Lo cual supondría empezar a abandonar la idea de interpretarlos como exóticos. Porque, qué menos sospechoso de «liberal» que un Imperio.
Por último, como conclusión, tendremos que insistir en la relación que ya han advertido algunos autores entre la indisoluble explicación de la historia de España y la de América y viceversa. La relación de causa-efecto, la interrelación dialéctica en las explicaciones tanto generales como a niveles más particulares, sigue siendo indispensable. Así como la ausencia de una explicación general de las independencias de los territorios americanos para poder explicar las particularidades de cada estado-nación queda obsoleta.
Para el caso español, la revolución en suelo peninsular no pudo triunfar sin su verificación en los territorios americanos. Es decir, la revolución liberal española tuvo como condicionante y especificidad que fue a la vez antiseñorial y anticolonial, en la península y en las colonias, respectivamente. La derrota del liberalismo que había propuesto la abolición de ambos, del feudalismo y del colonialismo, pasó por una estrategia condicionada por arrebatar el privilegio de mantenerse como clase dirigente y propietaria en la península a la nobleza, en el caso de la primera, y al rey en el caso de la segunda. Su derrota, que no fracaso, fue debida en gran parte a la unión de planteamientos revolucionarios antiseñoriales y anticoloniales. Una vez desprendida de la cuestión nacional americana y también de los problemas generados por ella a la debilitada hacienda del rey, el liberalismo español dejó de ser doceañista, hispano, para ser sólo español. ¡Paradojas de la revolución española!
[1]Manuel Chust y José Antonio Serrano: Debates sobre las independencias, Madrid-Frankfurt, Vervuert-Iberoamericana, 2007.
[2]R. R. Palmer: The age of the democratic revolution. A political history of Europe and America, 1760-1800, Princeton, 1959, también «The world revolution of the West» en Political Science Quarterly, 1954.
[3]J. Godechot y R. R. Palmer: “Le problème del Atlantique du XVIIIe au XXe siècle”, Congresso internationale di Scienze storiche, Relazioni, Florencia, 1955. J. Godechot: La Grande Nation. L’éxpasion révolutionnaire de la France dans le monde, 1789-1799, París, 1956. J. Godechot: Les révolutions, 1770-1799, París, 1963.
[4]I Congreso Hispanoamericano de Historia, celebrado en Madrid del 1 al 12 de octubre de 1949.
[5]Causas y caracteres de la independencia hispanoamericana, Madrid, Cultura Hispánica, 1953.
[6]John Lynch: Las revoluciones hispanoamericanas 1808-1826, Barcelona, Ariel, 1976.
[7]Cf. la reciente antología de Kossok traducida al español sobre esta cuestión en Lluís Roura y Manuel Chust (eds.): La Ilusión heroica. Colonialismo, revoluciones, independencias en la obra de Manfred Kossok, Castellón, Universitat Jaume I, 2010.
[8]Pierre Vilar y Fidel Castro: Independencia y revolución en América Latina, Barcelona, Anagrama, 1976.
[9]Manfred Kossok: El virreinato del Río de la Plata, Buenos Aires, La Pléyade, 1972.
[10]Al respecto los interesantes estudios de Middell, Roura y Zeuske en LLuís Roura y Manuel Chust (eds.): La ilusión heroica. Colonialismo, revoluciones, independencias en la obra de Manfred Kossok, Castellón, Universitat Jaume I, 2010.
[11]Manuel Chust: «Insurgencia y revolución en Hispanoamérica. Sin castillas hubo bastillas», Historia Social 20, Valencia, uned, 1994, pp. 67-96.
[12]Erika Pani y Alicia Salmerón: Conceptualizar lo que se ve. François-Xavier Guerra historiador: homenaje, México, Instituto Mora, 2004. Jaime Peire: Actores, representaciones e imaginarios: homenaje a François-Xavier Guerra, Universidad Nacional de Tres de Febrero, 2007.
[13]«Ciudadanía y nación en Hispanoamérica. Homenaje a François-Xavier Guerra», Tiempos de América, 10, Castellón, Universitat Jaume I, 2003, pp. 87-120.
[14]François-Xavier Guerra (dir.): Revoluciones Hispánicas. Independencias americanas y liberalismo español, Madrid, Editorial Complutense, 1995.
[15]François Furet: Penser la révolution française, París, Gallimare, 1978. En su avertissement antes del comienzo del estudio, el director de L´École des Hautes Études de Sciencies Sociales, fue muy explícito: “Elle comported ábord une polémique avec les historiens communistes de la Révolution française, destinée à mettre en relief les incohérences de ce qui constitue aujourd´hui l´interprétation dominante du phenomène”.
[16]Jaime E. Rodríguez O.: La independencia de la América española, México, Fondo de Cultura Económica-El Colegio de México, 1996.
ÓSCAR ALMARIO
Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín
1. ¿Cuál es su tesis sobre las independencias?
En términos sustantivos, lo que propongo es comprender el proceso de las independencias iberoamericanas desde una perspectiva que permita completar los enfoques críticos adoptados por la historiografía nacional e internacional en las últimas décadas, que por lo general lo analizan como una consecuencia de la crisis política en el mundo hispánico que se trasformó en revolución política en las antiguas colonias, o como una guerra de independencia que condujo a la aparición de las naciones modernas y a la república como nueva forma de gobierno adoptada por los Estados nacionales emergentes. Desde tales perspectivas analíticas, revolución política, guerra de independencia y formación del Estado nacional son conceptos con los cuales se han pretendido explicar los acontecimientos y que suponen la existencia de unos proyectos orgánicos liderados por las elites criollas como agentes por excelencia de la modernidad, pero que sin embargo debieron contar con el concurso de los sectores populares considerados en principio como agentes de la tradición. Más allá de su utilidad analítica, que nadie pone en duda, estos y otros conceptos revelan su opacidad, cuando no sus contradicciones, al ser sometidos a la carga de la prueba histórica y de la evidencia documental, desde las cuales sale a flote la extraordinaria complejidad de la realidad americana, que deshace cualquier pretensión reduccionista, o modelo simplificador o generalizador. Todo esto simplemente invita a considerar otras dimensiones del proceso que hasta ahora han sido invisibilizadas y a persistir en la construcción de su cabal y completa complejidad.
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