1 ...6 7 8 10 11 12 ...32 Estos pueblos «entraron», pues, en la modernidad política a través de la Guerra de Independencia y sin contar con una etapa previa de preparación, tal como lo sugirieron posteriormente los filósofos políticos europeos con la masificación de las ideas ilustradas y mediante la enseñanza universal. Por el contrario, en Hispanoamérica, estos sujetos políticos forzados a la modernidad, tuvieron que incluirse de forma heterodoxa en la contemporaneidad de entonces, dando lugar a una de las experiencias colectivas más originales de la modernidad. Por lo mismo, no resulta casual que en relación con las grandes ideas políticas del momento, como el autogobierno, la libertad, la igualdad y la ciudadanía, la experiencia iberoamericana abunde en ejemplos de proyectos audaces que, aunque en buena medida no se llevaron a cabo, de todas formas anticiparon varios de los debates clásicos del siglo XIX. Así por ejemplo, el autogobierno en estos países vino a resolver de forma radical tanto las moderadas discusiones acerca de la inclusión de los criollos americanos en un ordenamiento reformado del Imperio español realizadas en las Cortes de Cádiz y que la restauración absolutista canceló para siempre, como las propias vacilaciones de los criollos respecto de la separación definitiva de España. A su vez, Bolívar, con su propuesta de la creación de la Gran Colombia, pretendió darle un alcance ambicioso al republicanismo naciente en las antiguas colonias españolas, con lo cual apuntaba en una dirección contraria a la de la tendencia expansiva de los imperios europeos, que justamente se consolidaría durante el siglo XIX.
4. ¿Cuáles son las interpretaciones más relevantes, a su entender, que explican las independencias iberoamericanas?
Desde las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX los procesos de la independencia comenzaron a ser mejor conocidos, como lo evidencian trabajos seminales como los de J. Lynch, F. Chevalier y R. Konetzke, por ejemplo. Aparte de considerar la influencia de los elementos culturales externos, como las ideas ilustradas, la Revolución francesa, la filosofía neoescolástica de Suárez o la independencia norteamericana, estos estudios empezaron a concederle una mayor atención a los factores internos y especialmente a las rivalidades entre criollos americanos (blancos o mestizos) y españoles (peninsulares), así como a sus consecuencias durante el período de la Independencia y a la cuestión del legado colonial en América Latina. Desde esta perspectiva, las tensiones sociales se habrían intensificado en las últimas décadas del siglo XVIII con las reformas borbónicas, en la medida en que buscaron una mejor administración y un poder más centralizado, constituyendo por tanto un notable y contradictorio esfuerzo por racionalizar los contenidos y dispositivos de la dominación, pero que finalmente contribuyeron al resquebrajamiento y colapso final del poder colonial. Sin embargo, aunque este cambio de enfoque de lo externo a lo interno significó un avance historiográfico en la medida en que se ganó en densidad en los análisis, de alguna manera seguía presa de una perspectiva centrada en los procesos institucionales del Imperio, la resistencia de la aristocracia criolla y sus supuestas consecuencias, con lo cual se velaban otros componentes de la situación colonial y se desconocía la presencia de otros sujetos sociales y sus acciones. Por eso Lynch podrá afirmar que el nuevo imperialismo de Carlos III tuvo el objetivo de detener la primera emancipación de Hispanoamérica, que sus políticas reformistas constituyeron una segunda reconquista de América y que la reacción a éstas condujo a la Independencia. La cual es representada como una fuerza poderosa pero limitada, que si bien deshace los vínculos con España y destruye la estructura del Estado colonial, deja intactas las arraigadas bases de la sociedad colonial. Por todo lo anterior concluía que la Independencia es esencialmente una revolución política y que con ella se inició un período de cambio que debía continuar en otras fases del desarrollo histórico. La idea de la Independencia como una primera etapa de cambio se refuerza con el análisis de la figura del caudillo, la cual emerge de las guerras de Independencia con el propósito de llenar el vacío de poder que dejan tanto la destrucción del Estado colonial como la precariedad de las instituciones republicanas. Chevalier, por su parte, analiza la hacienda como el otro gran tipo socioeconómico común a la historia latinoamericana independiente, en la medida en que desde lo rural se asume un protagonismo político y social que en principio estaba destinado para lo urbano y que una modernidad política y cultural incompleta impide hacer efectivo en ese momento. Asimismo, Konetzke sostuvo que si bien era posible emanciparse políticamente de la dominación metropolitana, no lo era el liberarse de las tradiciones acuñadas por ella y que por eso esas estructuras históricas seguían gravitando sobre el presente. Para los efectos partió de una cuidadosa revaloración de la economía, la sociedad y la cultura construidas por los imperios español y luso-brasilero en América, que sin embargo no logra escapar de una perspectiva totalizante de la historia que le impide apreciar en toda su magnitud la singularidad de la inscripción americana en Occidente y preguntarse por los otros legados culturales.
En las décadas siguientes y hasta el presente, bajo la influencia de la escuela de Annales en Francia y la historia social inglesa, la historiografía latinoamericana experimentará un significativo impulso que la conducirá a descubrir esos otros legados culturales de América, de indígenas, afroamericanos y mestizos, los cuales van a ser analizados desde la etnohistoria mesoamericana y andina, los estudios afroamericanos y la historia social y política. En efecto, de la mano de renovadas estrategias de investigación y crítica documental, la historiografía crítica cuestionará la historiografía nacionalista de los siglos XIX y XX, y en ese esfuerzo encontrará, o mejor dicho, construirá nuevas unidades de análisis, como las rebeliones indígenas y populares, la incidencia de la experiencia colonial y de los pactos escritos y no escritos en la formación de una cultura política tradicional escenificada en villas y ciudades pero en contacto cercano con el mundo rural, las diversas modalidades de resistencia a la esclavitud y la coexistencia de la esclavitud y la libertad en la experiencia colectiva, el enorme peso de lo racial y lo mestizo en la vida social, así como una lectura mucho más sutil acerca de las relaciones entre actividades económicas, instituciones coloniales y colectivos humanos, entre otros temas. De tal manera que, al irrumpir la modernidad política con el proceso de la Independencia, ésta no partirá de cero y se propiciará un encuentro súbito y original entre lo existente y el cambio, una suerte de sincronía inédita de todo ese entramado de sujetos étnicos y castas en un sentido estratificados y en otro entremezclados, de imaginarios distintos pero en interacción, de identidades e intereses tanto diferentes como complementarios, que será el fermento de las virtudes y los vicios de los proyectos políticos, la imaginación de futuro y la redefinición de las identidades.
El recorrido historiográfico es sin duda notable, y por lo mismo, estamos en condiciones de comprender mejor la profundidad y complejidad de estos procesos. Así, los más penetrantes análisis intentan avanzar hacia territorios y problemas históricos hasta ahora más o menos inexplorados. A. Annino y F.-X. Guerra han animado una relevante discusión acerca de la invención de la nación moderna en el mundo iberoamericano, observando que las independencias no fueron la causa, sino el producto, de la crisis de las dos monarquías peninsulares, y que su «precocidad casi anormal», en tanto no se partió de un antecedente «nacionalista» en estos territorios, se explicaría por ocurrir durante la etapa de decadencia definitiva de ambas metrópolis y bajo el signo de ser la primera experiencia de caída de imperios en la era moderna. La Independencia se define, entonces, por una época de crisis política que conduce a una revolución política.
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