5. ¿Qué temas quedan aún por investigar?
Todos los temas aquí esbozados, y los demás, pues están correlacionados. Todo importante avance crítico en el estudio de alguno de ellos obligará a repensarlos todos. Pero parece posible recomendar tres temas, sin embargo de que algo influye, en esta selección, la necesidad de contrarrestar la desorientación del sentido histórico producida por el pseudohistoricismo revolucionario contemporáneo. Estimo que mal podría avanzarse en la comprensión crítica de La disputa de la Independencia sin haber dado, de manera sistemática, al menos estos pasos:
1. Una nueva lectura crítica de la historiografía colonial, incluida su porción correlativa con la ruptura del nexo colonial, es decir, incluida la que se prolongó como explicación de lo sucedido, desde el punto de vista metropolitano. Esto exige ubicar esa historiografía en un contexto de desarrollo histórico global, americano y extra-americano; pero sobre todo un acercamiento crítico al que podría denominarse el pensamiento realista de la Independencia.
2. Un estudio crítico, histórico, jurídico e ideológico de la fisiología y la dinámica del concepto de poder colonial, en el juego de sus dos vertientes, la del poder político-metropolitano y la del poder social criollo. Enmarcado ese juego en el ámbito universal de las conciencias monárquica y cristiana católica, pero particularmente en los fundamentos de la conciencia criolla, entendida como la expresión de una relación de dominación respecto de las sociedades aborígenes y de la población esclava, pero afincada en la propiedad excluyente de la tierra económicamente rentable y en la celosa práctica de la discriminación racial.
3. Un estudio crítico de la monarquía colonial americana, desde los iniciales lineamientos metropolitanos del todavía parcialmente inconcluso proceso de implantación de las nuevas sociedades, hasta el presente, demoliendo la engañosa noción de la monarquía española; acuñada para negarla como nuestra, y esto en beneficio de la formulación e instauración del Proyecto nacional.
6. Cuestiones que desee formular y no hayan quedado registradas anteriormente.
Hay unas cuestiones que pueden sonar un poco provocadoras porque enfocan conceptos que hacen de comodines en el discurso político-historicista contemporáneo.
Es hora de desechar la anacrónica visión antiimperialista de La disputa de la Independencia, que ha producido excesos como la muy traída y llevada tergiversación del sentido de un pasaje de la carta dirigida por Simón Bolívar al coronel Patricio Campbell, encargado de negocios de Su Majestad Británica, fechada en Guayaquil el 3 de agosto de 1829, que reza: «los Estados Unidos que parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad». Siempre citado este pasaje de tal manera trunca y fuera de contexto, permite hacer de Simón Bolívar un antiimperialista de la actualidad, cuando, en realidad, lo dicho por él se correspondía con sus temores respecto a los efectos perturbadores que podían resultar de la imitación, en los nacientes Estados hispanoamericanos, y particularmente en la República de Colombia, del liberalismo democrático representado por la ya modélica República de los Estados Unidos de América.
Es hora de superar críticamente la esterilizante controversia hispanismo frente a antihispanismo, a la que en alguna remota ocasión le pagué tributo. Tal superación requiere una amplia visión de la historia universal, en lo concerniente a la dinámica de las confrontaciones intersociedades; a la par que una visión depurada críticamente del pasado-presente indígena. Guardando relación con esto, cabe subrayar la necesidad de reenfocar la historia de las sociedades criollas latinoamericanas, liberándolas de la hipoteca ideológica representada por su origen monárquico colonial, negado en función de los requerimientos ideológicos de la ruptura del nexo colonial; pero teniendo en cuenta que no resulta menos gravosa la carga consistente en la subordinación de la perspectiva histórica de la sociedad a los requisitos de la formulación en implementación de proyectos nacionales sintetizados en la república moderna liberal.
El nivel de conformación histórica diferencial alcanzado por la mayoría de las sociedades hispanoamericanas hace necesario el abandono de la visión globalizadora de la América Latina. Esta visión ha quedado desvirtuada, particularmente, por la recuperación de algunas sociedades aborígenes, la moderna inmigración europea y el desigual desarrollo capitalista moderno de las respectivas sociedades. Situada en una perspectiva de no muy largo plazo, la creciente diversidad de América Latina tiende a conducir a la reformulación de las historias nacionales, en correspondencia con la conformación de estados plurinacionales, en cuyo marco algunas sociedades aborígenes podrían reanudar, de manera creciente, su curso histórico.
En suma, parece aconsejable ocuparse de achicar la sentina de la historiografía latinoamericana y latinoamericanista, como vía para una más ajustada comprensión de la disputa de la Independencia. Sugiero, que se tenga en cuenta, para estos efectos, el menú que elaboré y propuse, respecto de la historiografía venezolana, en la inauguración del ciclo «Conferencia anual: José de Oviedo y Baños», que dicté en la Universidad Central de Venezuela, en noviembre del 2005. Propuse a los futuros historiadores, con el fin de que procurasen una comprensión superada de la historia de Venezuela, en el sentido apuntado en las advertencias iniciales de este texto, que trabajasen, crítica y creativamente, las siguientes cuestiones, con el propósito de desechar vicios y abrir nuevas vías al entendimiento: El culto heroico decimonónico; el materialismo histórico fosilizado; la historia amena; la historiografía como parte de las bellas letras; la conciencia criolla y el dominador cautivo; la valoración de la raíz hispánica y su ubicación entre los componentes de la sociedad criolla; el autoritarismo monárquico-caudillista; la creencia de que el pueblo es el actor de la historia; el militarismo rudimentario; la democracia como escuela de libertad, no como panacea para curar los males sociales; el discurso revolucionario y la «refundación» del saber histórico; el peso de conceptos superados por la evolución histórica de la sociedad venezolana; deterioro y debilitamiento de la interacción con las ciencias auxiliares; la limitada visión de la historia de Venezuela; la preservación de la conciencia crítica y el cumplimiento del deber social del historiador.
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