Now by the path I climbed, I journey back.
The oaks have grown; I have been long away.
Talking with me your memory and your lack
I now descend into a milder day;
Stripped of your love, unburdened of my hope,
Descend the path I mounted from the plain;
Yet steeper than I fancied seems the slope
And stonier, now that I go down again.
Warm falls the dusk; the clanking of a bell
Faintly ascends upon this heavier air;
I do recall those grassy pastures well:
In early spring they drove the cattle there.
And close at hand should be a shelter, too,
From which the mountain peaks are not in view.
Desde el inicio, la ausencia del tú aparece reconocida por el yo poético y de hecho habla a partir de ella, dándola por sentada: “Talking with me your memory and your lack / […] Stripped of your love, unburdened of my hope”. Unida a la mención de la ausencia aparece también explícita la memoria –“I journey back”, “with me your memory”, “I do recall those..”.–, una facultad que en los poemas a menudo se convierte en sustituto o paliativo de una ausencia no deseada; en el verso quedan totalmente vinculadas. El recorrido del que habla el poema es un movimiento sobre el que se insiste: el ascenso cuando el amor estaba vivo y el descenso ahora que está ausente –“Now by the path I climbed, I journey back”/ “I now descend into a milder day” / “Descend the path I mounted from the plain” / “now that I go down again”; la continua repetición del ahora –“now”– va construyendo una impresión de vida dividida entre el pasado y el presente, entre lo que poseía y lo que ha perdido, entre lo exultante o esperanzador y algo bastante más leve –“a milder day”. Lo interesante radica en captar cómo el camino de descenso desde lo alto de la montaña –sin duda, correlato o espejo de un proceso interno– va cobrando gradualmente importancia y acaparando espacio en el poema hasta dejar atrás al tú, tanto que ya ni siquiera se le menciona; el propio avance discursivo del poema lo va descartando. Se presenta a un tú sin personalidad definida, que no tiene más características que la de ser generador de una ausencia para el otro, y el sujeto que haya podido encarnar ha quedado de alguna manera reducido meramente a memoria y a objeto de nostalgia. No es casualidad que se haya visto completamente diluido hacia la mitad del poema. Vemos en acción el desvanecimiento de una ausencia, la construcción de una ausencia de la ausencia, una metaausencia que abre paso a un discurso en solitario sobre el ser, sobre el yo, con los rasgos típicos de un soliloquio interesado únicamente en elaborar una explicación o una cosmovisión sobre su propio mundo: las descripciones sobre la dureza del descenso –“steeper than I fancied seems the slope / and stonier”, “this heavier air”–, la intención de regresar a lo que ya se conoce –“I do recall those grassy pastures well: / In early spring they drove the cattle there”–, y la conciencia de que el lugar al que vuelve impide la visión de la cumbre de las montañas – “From which the mountain peaks are not in view”–, rasgos todos que configuran un escenario y un paisaje personal e intransferible –símbolos de lo que ya no tiene– que enmarca lo que puede identificarse como un discurso introspectivo sobre el ser.
Esta comparación entre el particular modo que tiene la nostalgia de dirigirse y considerar a sus referentes en relación, por ejemplo, al amor –un trasunto también muy poderoso en las poéticas de todos los tiempos–, no es baladí. Fundamentalmente porque lleva a pensar que los afectos que impulsan o constituyen el trasfondo de los poemas detentan una implicación directa, no solo en el plano más visible –respecto al significado general del poema–, sino en el modo en que el pensamiento concibe y gestiona la expresión poética de los hechos afectivos a los que se enfrenta.
Quedaría por comprobar si esas consecuencias de los afectos en el lenguaje poético y en la perspectiva sobre sus objetos son equivalentes o dan lugar al mismo tipo de manifestaciones en la poesía de corte más ideológico –como la de arenga o la de diatriba política y la de vindicación o denuncia de valores– e incluso en la esencialmente reflexiva ¿Deja el mismo rastro en el lenguaje un grito que la expresión de su recuerdo, de su reflexión o de su retórica? A esa diferencia entre lo vivido y lo pensado apuntan los versos de Adrienne Rich que introducen este capítulo: “the wreck and not the story of the wreck / the thing itself and not the myth” ¿Es posible el temblor que contienen los versos de “Sylvia’s death”, de Anne Sexton, en los del poema patriótico “America”, de Robert Creeley? Y en todo caso ¿cómo se reproduce la conmoción nostálgica que se vive sin haber sido gestionada ni asumida y cómo la que ya ha sido interpretada?
Para ir un poco más allá respecto a esto último, expongamos a modo de ejemplo los dos poemas que siguen. El primero, “The Gift Outright”, de Robert Frost – escrito en 1936 y publicado en 1941–, es un magnífico poema que remite a un tema histórico de nostalgia: el territorio y colonización. Es de carácter eminentemente reflexivo porque, si bien no podría decirse que trate de un asunto ajeno a la sensibilidad o a la preocupación ética o intelectual, sí puede afirmarse que los hechos a los que remite no han sido vividos en primera persona y por lo tanto solo han podido ser pensados. El segundo, “At Sunrise”, de Bliss W. Carman – publicado en 1921 en su obra Later Poems – tiene un desarrollo que arranca y se sostiene mucho más en el terreno de lo sentido y lo experimentado. Como se verá, ambos puntos de partida dejan huellas significativamente distintas en la expresión y en la naturaleza de los escenarios poéticos que suscitan. La comparación es interesante y pertinente para detectar y entender el grado de implicación de la poesía de nostalgia dentro lo sentido y lo pensado. Estos poemas son solo una muestra de los resultados que se pueden constatar mediante la comparación de un amplio conjunto de poemas de uno y otro tipo en numerosos y muy diversos poetas.
The Gift Outright
The land was ours before we were the land’s.
She was our land more than a hundred years
Before we were her people. She was ours
In Massachusetts, in Virginia,
But we were England’s, still colonials,
Possessing what we still were unpossessed by,
Possessed by what we now no more possessed.
Something we were withholding made us weak
Until we found out that it was ourselves
We were withholding from our land of living,
And forthwith found salvation in surrender.
Such as we were we gave ourselves outright
(The deed of gift was many deeds of war)
To the land vaguely realizing westward,
But still unstoried, artless, unenhanced,
Such as she was, such as she would become.
Se trata de un poema de nostalgia, puesto que la intensidad del vínculo espiritual con la tierra natal cuando se está lejos de ella –“We were withholding from our land of living”– es ciertamente el tópico por excelencia de la nostalgia, y de hecho –como se explica ampliamente en el capítulo que sigue– el término surgió a raíz de observar los graves efectos que producía el exilio a gran distancia de la tierra natal. A lo largo del poema se despliega un elaborado refinamiento en la comprensión del fenómeno; empieza directamente exponiendo la doble complejidad que entrañan los procesos de pertenencia y posesión: más de cien años estuvimos haciendo nuestra la tierra, hasta que fuimos suyos –algo que solo ocurre cuando uno mismo ya no se percibe como extranjero– y entonces la lucha dejó de tener sentido: “The land was ours before we were the land’s. / She was our land more than a hundred years / Before we were her people”. Los primeros siete versos interpretan el afán por el dominio del territorio y el proceso –“Possessing what we still were unpossessed by”– mediante el cual se va poseyendo lo que todavía no se tiene.
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