ÍNDICE
ESTUDIO INTRODUCTORIO
Luis Llorens Marzo
CAMPO DE SANGRE
PRIMERA PARTE
1. Madrugada de tres
2. Julián Templado
3. Julio Jiménez, retrato
4. Teresa Guerrero
5. La cena, I
6. La cena, II
7. Todo es hablar
8. Pilar Núñez de Cuartero
9. De once a doce
10. El bombardeo no admite mediocridad
11. Nacimiento de una comedia
12. Historia de la Lola
13. Las tres de la madrugada
SEGUNDA PARTE
1. Teruel
2. La ferretería del Pozal
3. El gobernador
4. Fajardo y la evacuación
5. Don Leandro y los árabes
6. Don Leandro y don Juan de Austria
7. Don Leandro y los anarquistas
8. Muerte de don Leandro
TERCERA PARTE
1. Visita
2. Juventud de Rosario
3. Rosario y Paulino
4. Un suceso enrevesado
5. Advertencias inútiles
6. Vuelta de Perelada
7. Muerte de Herrera
8. En la frontera
9. Interrogatorios
10. Intermedio trágico
11. Dialogismos
12. Cada uno al desvelo de su madrugada
13. 19 de marzo de 1938.
APARATO CRÍTICO: VARIANTES TEXTUALES
NOTAS DEL ESTUDIO INTRODUCTORIO
NOTAS DE CAMPO DE SANGRE
GALERÍA DE PERSONAJES HISTÓRICOS
GLOSARIO DE VOCES ESCOGIDAS
BIBLIOGRAFÍA
Luis Llorens Marzo (Universitat de València)
Campo de sangre forma parte del extenso y fascinante ciclo narrativo que Aub dedicó a la Guerra Civil, El laberinto mágico . Por la cronología de los hechos narrados constituye la tercera novela de este (recordemos que el ciclo incluye textos de otros géneros), pero se trata de la segunda si atendemos a las fechas de publicación y sobre todo composición, ya que trabaja sobre ideas que comienza a gestar a finales del conflicto. La cercanía en el tiempo de los acontecimientos que refleja, así como la experiencia que el autor vivió en campos de concentración mientras redactaba la mayoría del relato, explican en gran medida su especificidad respecto al resto de novelas. Campo de sangre es la entrega más virulenta y desgarrada del Laberinto , y aunque su título se asocia como emblema a la traición de Judas –otro de los tópicos del ciclo–, adquiere su más plena significación por la violencia que transmite la obra, no tanto desde la perspectiva del contenido como de la forma.
Quizá el número de muertos sea mayor en novelas como Campo de los almendros , pero la atmósfera de la novela que nos ocupa es más angustiosa e irrespirable. En Campo cerrado se percibe todavía una cierta pureza de ideales entre los combatientes; Campo abierto se sitúa a caballo entre la esperanza y el desaliento; en Campo del Moro y Campo de los almendros el furor ante la injusticia está atemperado por años de análisis y escepticismo; y Campo francés , a pesar de su valor testimonial, es la puesta en escena –¿narrativa, teatral, fílmica?– de un problema ético y filosófico de cariz universal.
Frente a ello, Campo de sangre pretende ser un mosaico, una galería de espejos que busca la sordidez y la violencia del conflicto en cada rincón de los personajes, en sus acciones y en sus pensamientos, en su esencia nacional, histórica y a veces humana. La novela se presenta así como un laberinto de pulsiones y circunstancias básicas: el frío, uno de los principales leitmotivs de la obra; el hambre, diezmando a los humildes y transfigurando las conductas de los pudientes; el sexo, a veces bello en tanto refugio ante las muertes ajenas, a veces arma destructiva y autodestructiva (Eros y Thanatos, mano a mano: relaciones extremadas, taimadas, incestuosas, contaminadas in corpore o in mente por la agresividad externa); la traición y la violencia, no solo en el ámbito social sino también en el privado. Y la sangre: en el frente, en los bombardeos, en la camilla de operaciones, en el matrimonio, allí donde el ser humano se haga vulnerable a la voracidad del ambiente.
También el estilo de la novela es reflejo de estas omnipresentes pulsiones, de un afán destructivo casi hedonista que se manifiesta en el cuerpo, pero también en los recodos anímicos. En Campo de sangre conviven y combaten diversos estilos y estéticas, siendo como es un paso intermedio en el largo camino del autor en busca de su realismo, de esa herramienta con la cual objetivar sus entrañas ideológicas y emocionales, des-entrañarse . Aquí conviven su vanguardismo más radical con el realismo más galdosiano, filtrados ambos por un conceptismo y una omnisciencia que oscilan entre Quevedo y Valle. Y esta tensión no solo no atempera la atmósfera de violencia del relato, sino que tiende a intensificarla mediante contrastes y la impregna de tintes siniestros. Lo cotidiano es la muerte, asimilada como un proceso vital más, como parte de un ambiente donde su presencia es ley.
El objetivo de esta introducción es dar cuenta de cómo este complejo entramado estilístico se hace más palpable desde el estudio genético del texto. Pocos textos aubianos están tan teñidos por las circunstancias vitales de su gestación, y las palabras que conforman Campo de sangre son fruto directo –es decir, testimonial– de los sucesos que marcaron al autor entre diciembre de 1937 y su llegada a México en 1942. Los bombardeos que abren y cierran la novela, las delaciones, los gestos de heroísmo y el sinsentido histórico de nuestra civilización son en el texto mucho más que materia novelada, y un vistazo a su proceso de composición así lo confirma.
1. Una estética del testimonio
En todas las novelas y los relatos que componen el ciclo del Laberinto mágico se han rastreado, a veces con la impagable colaboración del autor, experiencias reales vividas por el propio Max Aub. Cuando nuestro escritor decide erigirse en cronista de la Guerra Civil no lo hace tan solo por consignar o explicar unos acontecimientos que hicieron virar el curso de nuestra historia. Su propia historia como hombre está marcada por el conflicto, su destino se pierde en el laberinto y la escritura se le ofrece como imposible pero necesario hilo de Ariadna. Sus personajes, fluctuando entre la autonomía artística y la condición de alter ego , se hacen eco en infinitas ocasiones de los avatares y recuerdos españoles –también franceses– del autor: su juventud en «El Búho» y las tertulias madrileñas o barcelonesas; la Valencia de su adolescencia; los campos de Aragón –vistos a la luz de su rodaje con Malraux de Sierra de Teruel –; los campos –de concentración estos– franceses y africanos… El etcétera es tan largo como apasionante para quien se plantea la edición de las novelas aubianas, y en notas al pie intentaremos dar cuenta del mayor número posible de estas valiosas interferencias entre la vida y la obra de nuestro autor. Pero interesa ahora el caso concreto de Campo de sangre por lo que, junto a Campo francés , tiene de excepcional respecto al resto del ciclo.
Los críticos de la obra narrativa de Aub coinciden en afirmar que el ciclo novelesco sobre la Guerra Civil arranca con la llegada del autor a París en febrero de 1939, momento que –según el propio autor confesaba– coincide con el de la asunción de la derrota. Así lo declara en un «Borrador de prólogo al Laberinto mágico » (octubre, 1970) con el que pensaba encabezar una edición completa de su ciclo narrativo que no llegó a realizarse. Fragmentos de dicho prólogo han sido recogidos por otros estudiosos de la obra aubiana, 1pero dada su condición de autógrafo inédito lo transcribo íntegro en el apéndice a este estudio, tal y como aparece en el cuaderno FMA-4/8 (pp. 2-7). 2Comienza así:
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