Como es de suponer, el hecho de que un escritor conocido decidiera súbitamente participar en la política municipal fue discutido e interpretado de muchas maneras. Verne se creyó en la obligación de enviar una aclaración a la prensa local:
Yo soy del partido conservador y he sido admitido en la lista del señor alcalde de Amiens a pesar de que soy conservador, con la finalidad de realizar una tarea puramente administrativa.
En efecto, Verne fue siempre de ideas conservadoras, como ya he indicado a propósito de la comuna de París. Otro ejemplo de ello es su actitud ante el denominado caso Dreyfus, que a finales del siglo XIX dividió a la sociedad francesa. Basado en pruebas falsas, el capitán Dreyfus fue acusado de espionaje en favor de Alemania, y fue condenado al presidio de Guyana. Cuando se hizo evidente la falsedad de las acusaciones, Zola escribió su famoso artículo «J’accuse», pidiendo la revisión del proceso, a la que se adhirieron los sectores liberales, republicanos y de izquierdas. Se oponían los sectores derechistas y reaccionarios, porque entendían que la revisión representaría un ataque al honor militar. Estos últimos sectores formaron en 1889 la Ligue de la Patrie Française, de la que Verne fue uno de los primeros miembros del comité patrocinador.
Verne decidió participar en una lista municipal republicana, porque, en su opinión, la política se situaba en otras esferas, tal como le explicaba a un amigo por carta:
Mi única intención es ser útil, y llevar a cabo algunas reformas urbanas. ¿Por qué mezclar siempre la política y el cristianismo con las cuestiones administrativas?
Fue reelegido tres veces más y estuvo ocupado durante dieciséis años de asuntos municipales relacionados con educación, arte, museos, teatro y fiestas. Promovió la construcción de una instalación permanente para el circo de la ciudad.
Jules Verne murió el 24 de marzo de 1905 en Amiens, y allí fue enterrado y se le erigió un monumento. La redacción de Le Magasin d’Education et de Recréation, la revista en la que apareció la mayoría de sus novelas, recibió pésames de más de 350 periódicos de todo el mundo. La revista le dedicó la editorial del 15 de abril:
Se dice que Diógenes pasó su vida buscando a un hombre sin encontrarlo. P. J. Hetzel tuvo más suerte y encontró precisamente al hombre que buscaba. Probablemente, una fuerza misteriosa los atraía uno al otro. En todo caso, se encontraron y se unieron, en una alianza indisoluble. El editor, que fue un moralista de primer orden, y un escritor impecable.
Los archivos de la casa Hetzel contienen dos volúmenes con los centenares de artículos de prensa aparecidos durante las semanas posteriores, con comentarios como: «Uno de los hombres más ilustres de nuestro tiempo», «narrador maravilloso que ha encantado e instruido a varias generaciones», «novelista profeta», «divulgador de novedades maravillosas, que ha enseñado geografía a las masas», «el precursor», «si no ha sido uno de nuestros más grandes escritores [...] ha sido sin duda uno de los más célebres y más populares», «ha puesto al servicio de las novelas de aventuras, no los recuerdos, sino la curiosidad indefinida del espíritu». En conjunto, opiniones bastante más matizadas de lo que solía y suele ser habitual.
1Uno de sus hermanos era el conocido físico François Arago (1876-1853), que hizo contribuciones importantes en óptica, electromagnetismo y astronomía, y que también formó parte del grupo que en 1808 vino a España para medir el arco de meridiano de la Tierra, tal como recuerda Verne en algunas novelas.
2A. Plessis: «De la fête impériale au mur des fédérés. 1852-1871», Éditions du Seuil, París, 1979, p. 134.
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