La educación peronista en los estudios históricos
Los estudios sobre las políticas y la situación educativa del primer peronismo prontamente se impregnaron de conceptos y visiones generadas en las virulentas y facciosas luchas políticas desarrolladas en el país en tiempos del gobierno de Perón. Es así que no es extraño encontrar argumentaciones generadas en el ámbito de la extrajudicial Comisión Nacional de Investigación conformada por la “revolución libertadora” y en la prensa opositora, principalmente La Nación y La Prensa hasta su expropiación. El concepto “peronización”, virtualmente omnipresente en los trabajos históricos, no procede del campo de la investigación historiográfica; es, pues, la categoría nativa creada por los opositores al peronismo para denunciar el fin subalterno de la educación a la manipulación política.
Alrededor de las cuestiones mencionadas se pretende revisar la visión predominante en el campo historiográfico que presenta un panorama educativo homogéneo en lo jurisdiccional –nación y provincias– y una escasa variabilidad en la dimensión temporal. Los estudios sobre la educación en el peronismo clásico acentúan el aspecto propagandístico de la acción estatal y partidaria, el culto a la personalidad de Juan Perón y Eva Perón y la exaltación de sus obras y pensamientos. Predomina en la construcción de estas versiones el análisis de los libros de lectura escolares aprobados por el Ministerio de Educación de la Nación. Como ya se ha dicho, no es ajena a estos enfoques la supervivencia, en los contextos de producción historiográfica, de caracterizaciones en parte devenidas de la lucha política intensificada en los últimos años de la segunda presidencia de Perón, caracterizados por la alta polarización política. A partir ello, se ha construido una versión Estado-céntrica, que tiene como protagonista principal de la educación durante el peronismo al Estado nacional y, por lo tanto, opaca –cuando no anula– el quehacer de los Estados provinciales y sus organismos educativos. El énfasis puesto en estos aspectos y en esta perspectiva ha llevado a presentar como finalidad principal y exclusiva de la educación la “peronización” de la infancia y la juventud, con igual desarrollo e intensidad en todas las jurisdicciones administrativas de la Argentina. Por otra parte, es de destacar que la facultad y la responsabilidad de impartir la educación común o primaria correspondía y corresponde por prescripción constitucional a las provincias; cabe entonces indagar acerca de la orientación ideológica y pedagógica que estas impulsaron. La finalidad que las reformas constitucionales provinciales de 1949 asignaron a la educación y las leyes con ellas alineadas expresaron esas orientaciones, que lejos estuvieron de ser unívocas.
Así como los trabajos compilados y publicados en 2003 por Darío Macor y César Tcach en La invención del peronismo en el interior del país y los realizados con anterioridad por César Tcach (1991), Moira Mackinnon (1996), Darío Macor y Eduardo Iglesias (1997), Adriana Kindgard (1999), Mercedes Prol (2001) y Oscar Aelo (2002), así como las producciones posteriores de estos últimos, arrojaron evidencias sobre la particularidad de los peronismos provinciales, la diversidad de composición y las distancias ideológicas y doctrinarias con el peronismo “central”, se plantean aquí las que existieron en el ámbito educativo bonaerense.
Peronismo y educación: interpretaciones historiográficas
En las décadas transcurridas entre los tiempos del primer peronismo y nuestros días se ha abordado desde distintas perspectivas el tratamiento de la llamada “cuestión educativa peronista”. No obstante la importancia del tema, la mayoría de las investigaciones fueron publicadas a inicios de la década de 1990.
Predominó, con exclusividad, la caracterización que acentuaba el sesgo propagandístico y partidario que la política educativa nacional implementó a partir de 1952. El todo fue tomado por la parte: la educación brindada durante los diez años del peronismo era solo propaganda política, en tanto las políticas educativas provinciales no formaron parte de las investigaciones. Esta visión era cómoda desde la concepción del peronismo como un movimiento verticalista y carismático y, en consecuencia, homogéneo.
Transcurridos diez años de la caída del peronismo, la revista Primera Plana inició una publicación periodística titulada “Historia del peronismo”, consistente en entregas semanales que se extendieron hasta junio de 1969. En septiembre de 1966, bajo el título “Los únicos privilegiados”, lejos de descalificar la acción educativa, la gestión de Oscar Ivanissevich fue presentada como resultante de una seria y elaborada política diseñada en el Primer Plan Quinquenal y de estudios de experiencias educativas internacionales. 1En los mismos años Alberto Ciria y Horacio Sanguinetti (1968) consideraron la política universitaria peronista como autoritaria y ambivalente. Dos décadas más tarde, Ciria (1983) publicó un ensayo sobre la cultura popular en el peronismo a partir de la autopercepción del peronismo basado en las publicaciones oficiales y los discursos de Perón. Los libros de lectura escolar fueron considerados como expresiones genuinas de la cultura peronista. En Política y cultura popular Ciria relativiza la posición que adoptara en 1968, y recupera aspectos sostenidos por defensores del peronismo, tales como el antilimitacionismo y la gratuidad de la enseñanza universitaria. Respecto de la enseñanza primaria, el análisis se limitó a los debates legislativos sobre la obligatoriedad de la enseñanza religiosa. El libro se alejaba de las versiones militantes de la oposición política antiperonista.
La década de 1990 fue la más prolífera en obras dedicadas al estudio de la educación durante el peronismo clásico. Desde perspectivas diversas y en distintos marcos referenciales la cuestión educativa fue abordada en sus múltiples aspectos, principalmente desde la historia política, la historia de la educación y la pedagogía (Escudé, 1990; Puiggrós y Bernetti, 1993; Plotkin, 2007a; Caimari, 1994; Dussel y Pineau, 1995; Rein y Rein, 1996; Cuccuza, 1997; Pitelli y Somoza Rodríguez, 1997; Gvirtz, 1999a, 1999b; Gambini, 1999a, 1999b).
Carlos Escudé (1990: 145-154), en un ensayo cuya finalidad central era reconstruir las bases ideológicas del nacionalismo escolar, afirma que hacia 1943 surge “una cultura exótica” continuadora de la tradición autoritaria, cuyos rasgos centrales fueron el quiebre de la tradición laica y el fuerte avance de los sectores católicos en el gobierno nacional. Para Escudé, nada inventó Perón.
Hacia 1993 Jorge Luis Bernetti y Adriana Puiggrós publicaron Peronismo: cultura política y educación, 1945-1955 , preocupados como exmilitantes peronistas por dilucidar cuestiones o mitos que se fueron construyendo durante los años de proscripción del peronismo en los cuales este utilizó la historia como instrumento de lucha política. Los autores fundamentan su análisis desde la perspectiva teórica de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, referida a la existencia de cadenas de equivalencias entre distintas demandas. Finalmente, destacan en el discurso oficial la función del Estado en la formación de los sujetos, orientado por los conceptos del fundamentalismo católico y espiritualismo católico (Puiggrós, 1993: 146).
Desde una perspectiva ideológica distinta, Mariano Plotkin publicó en 1993 Mañana es San Perón . El capítulo V del libro está dedicado a la “reorganización del sistema educativo durante el régimen peronista (1943-1955)”. Plotkin incluye en lo que denomina “régimen peronista” a los gobiernos surgidos del golpe de Estado de junio de 1943. Para el autor, “el sistema educativo fue convertido en los inicios de ese período en un instrumento de adoctrinamiento alrededor del nacionalismo católico, que Perón luego profundizó y redefinió” (Plotkin, 2007a: 172).
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