El Consejo de las Hadas desfiló por cada calle de Fuerte Longsworth y, si bien la experiencia duró más de lo anticipado, las hadas terminaron disfrutándolo. Los ciudadanos estaban totalmente entusiasmados y su felicidad era contagiosa. Las hadas sonrieron, rieron y, ocasionalmente, se sonrojaron ante las muestras excéntricas de afecto.
–¡Te amo, Hada Madrina!
–¡Quiero ser como tú cuando sea grande!
–¡Te ves fabulosa hoy, Hada Madrina!
–¡Eres mi heroína!
–¡Cásate conmigo, Hada Madrina!
Brystal sonrió y saludó tanto como el resto de las hadas, pero por dentro, no estaba tan alegre como sus amigos. De hecho, estar cerca de los ciudadanos la hacía sentir más incómoda que antes. Estaba desesperada porque el desfile terminara así podría alejarse de todas las sonrisas, pero aun así, no podía explicar por qué sentía eso.
Puede que el desfile haya sido inesperado, pero también fue un acontecimiento muy importante para las hadas. La multitud jovial era prueba de que el Consejo de las Hadas había cambiado al mundo: ¡la comunidad mágica finalmente era aceptada y estaba a salvo de la persecución! No tenía sentido que Brystal se sintiera de otra forma que no fuera triunfante, pero por alguna razón, su corazón no se lo permitía.
Porque nada de esto es real…
La voz apareció de la nada y la desconcertó. Miró alrededor del escenario viajero, pero no encontró a quién había hablado.
Muy en el fondo, sabes que no durará…
Era suave como un susurro, pero a pesar de la conmoción del desfile, la voz sonaba clara como el agua. No importaba hacia dónde giraba o dónde se paraba, era como si alguien le estuviera hablando directo a sus dos oídos a la vez. Y quien quiera que fuera, sonaba muy familiar.
Su afecto…
Su entusiasmo…
Su alegría…
Solo es temporal.
Brystal dejó de intentar encontrar la voz y se concentró en lo que estaba diciendo. ¿Acaso el afecto de la humanidad era tan inestable como sugería la voz? Lo que opinaba la gente sobre la magia había cambiado muy rápido, ¿era posible que volviera a suceder lo mismo? O peor aún, ¿era inevitable ?
Hace no mucho tiempo, la gente que celebra tu desfile habría celebrado con la misma intensidad tu ejecución…
Me pregunto cuántas hadas fueron arrastradas por estas mismas calles antes de ser quemadas en la hoguera…
Me pregunto cuántas otras fueron ahogadas en el lago del que acabas de salvar a la ciudad.
La voz hacía que Brystal se sintiera insegura. Mientras miraba a la multitud, vio a los ciudadanos con otros ojos. Había algo siniestro detrás de sus sonrisas y algo primitivo sobre sus alabanzas interminables. Ya no se sentía una apreciada entre admiradores: era solo un trozo de carne entre depredadores . Pero esta no era una epifanía nueva. Esta era la razón por la que Brystal se había sentido incómoda desde el momento de su llegada, solo que no había podido descifrarlo hasta ahora.
La humanidad puede haberse olvidado de los horrores de la historia, pero Brystal nunca olvidaría lo que ellos le habían hecho a las brujas y hadas como ella en el pasado. Y nunca los perdonaría.
Ellos pueden celebrarte hoy…
Pero eventualmente, se cansarán de hacerlo…
La humanidad te odia a ti y a tus amigos, tanto como antes.
De pronto, Brystal descubrió por qué la voz le sonaba tan familiar. No era nadie que estuviera cerca, sino que provenía de su propia cabeza . Ella no estaba oyendo voces, esos eran sus pensamientos .
La historia siempre se repite…
El péndulo siempre se mueve…
Siempre …
Y será mejor que te prepares.
El pensamiento oscuro se desvaneció como si acabaran de activar un interruptor, pero Brystal no sabía dónde estaba ni qué era ese interruptor. La sensación era distinta a cualquier otra cosa que jamás había experimentado. No era ajena a tener ideas peculiares y emociones inquietantes, pero esto parecía ser algo completamente aleatorio y fuera de su control.
Estos pensamientos tenían mente propia.
Luego de un día largo de multitudes enérgicas, caridad mágica y desastres no tan naturales, Brystal ansiaba tener una noche tranquila a solas. Desafortunadamente, apenas el Consejo de las Hadas regresó a la Academia de Magia, comprendió que la soledad no estaba disponible para ella en ese momento.
–Brystal, ¿podemos hablar de lo que ocurrió? –le preguntó lucy–. No me has dicho nada desde que nos marchamos del Reino del Oeste.
Con total sinceridad, Brystal sí estaba furiosa con ella, pero el comportamiento de Lucy en la Represa del Oeste no era la razón de su silencio. No podía quitarse de la cabeza los pensamientos extraños que la habían consumido durante el desfile. Cuanto más pensaba en la experiencia, más confusos e inquietantes se tornaban. Esperaba que un descanso breve la ayudara a encontrar una explicación, pero Lucy no parecía estar dispuesta a darle privacidad.
–¡Vaaamooos, Brystal! –se quejó Lucy–. ¿Cuántas veces quieres que te pida perdón?
–Hasta que te crea –le contestó.
Brystal avanzó por la escalinata del frente de la academia y subió por la escalera flotante en el vestíbulo de entrada, pero Lucy insistía.
–Una vez más, me disculpo sinceramente por mi comportamiento de hoy –le dijo Lucy, haciendo una reverencia dramática–. Lo que hice fue infantil, imprudente y completamente peligroso… peeeerooo, tienes que admitir que funcionó.
– ¿Funcionó? –le preguntó Brystal, sorprendida por la elección de palabras de Lucy–. ¡No puedes estar hablando en serio!
–¡Claro que sí! ¡La multitud lo amó! –dijo Lucy–. ¡Les dimos un espectáculo que nunca olvidarán y una razón para amar a la magia por siempre!
–¡Casi nos matas y destruyes una ciudad entera!
–¡Sí, pero luego los salvé!
–¡Por una situación que tú causaste! ¡Eso no te convierte en una heroína!
–Ya te lo dije, nunca quise destruir la represa. Honestamente, no sabía qué haría mi magia, solo quería darle un espectáculo al Reino del Oeste. Si solo me hubieras escuchado, ¡nada de esto hubiera ocurrido!
Eso enfureció aún más a Brystal. Se detuvo a mitad de los escalones flotantes y volteó hacia Lucy con una mirada furiosa.
–¡No me eches la culpa a mí! –le dijo Brystal–. ¡Tú pusiste a miles de personas en peligro! ¡Tú casi destruyes una de las ciudades más grandes del mundo! ¡Tú casi arruinas la relación de la comunidad mágica con la humanidad! Y hasta que entiendas eso, lo siento, Lucy, ¡pero quedas fuera del Consejo de las Hadas!
Lucy estaba tan sorprendida que su mandíbula parecía estar a punto de caerse al suelo.
–¡¿Qué?! ¡No puedes echarme del Consejo de las Hadas!
Brystal tampoco estaba segura de poder hacerlo. Hasta ahora, el consejo nunca había necesitado un protocolo para el mal comportamiento.
–Bueno… acabo de hacerlo –contestó Brystal, asintiendo con confianza–. Desde este instante, pierdes todos tus privilegios del consejo hasta que madures lo suficiente para ser responsable por tus acciones. Ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer.
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