SEGUNDA PARTE: Proyecto de casamiento de los tres reyes africanos con las hermanas de Cleomades. 1. Amor de «oídas». 2. Los dones. Artefactos prodigiosos. 3. Viaje a Sevilla. 4. Concesión por parte de Marcaditas de sus tres hijas a los tres reyes. 5. Traición de Cropardo.
TERCERA PARTE: 1 erVIAJE de Cleomades a Toscana: 1. Llegada al Castillo Noble del rey Carmant. 2. Entrada en la habitación de Clarmondina. El Amor toca a Cleomades y Clarmondina con su dardo. 3. Captura de Cleomades por los guardias de Carmant. Narración de la historia de las hadas.
CUARTA PARTE: 2º VIAJE: Regreso de Cleomades a Sevilla y liberación de Cropardo.
QUINTA PARTE: 3 erVIAJE: Segundo viaje de Cleomades a Toscana, herido de amor, en busca de Clarmondina. 4º VIAJE: Regreso con ella a Sevilla.
SEXTA PARTE: 5º VIAJE: Rapto de Clarmondina por Cropardo. Composiciones líricas. Desgracias de Clarmondina y castigo de Cropardo.
SÉPTIMA PARTE: Clarmondina y Meniadus. Búsqueda de Clarmondina en solitario por Cleomades. Búsqueda de Cleomades con Pinconnet. Encuentran a Clarmondina. 6º VIAJE: Regreso de Cleomades y Clarmondina a Sevilla.
OCTAVA PARTE: Epílogo matrimonial.
EPÍLOGO FINAL: Agradecimiento de Adenet a sus benefactores.
21. Así aparece también en el Clamades y Clarmonda castellano: «mandauan hacer los prestes de la ley, y que quedauan assí toda la noche; y después en la mañana hazían su sacrificio y comían dos o tres días de aquellas viandas tanto como durauan» ( Clamades.. ., op. cit ., p. 18)), tal y como lo había explicado Adenet.
22. En principio, el Cleomadés de Adenet fue prosificado por Philippe Camus, bajo encargo de Jean de Croy, señor de Chimay, con el título explicativo, propio de las prosificaciones, de L’Histoire du noble et aventureux roy d’Espaigne Cleomadès et de Clarmondine, la constante fille de Carmant, roy de Toscane (Lyon, 1480 aprox.). M. J. Clersy, Mise en prose du Cleomadés , Bruselas, Université libre de Bruxelles, 1967.
23. La traducción aparece en Burgos en 1521 y se continúa su reimpresión hasta el siglo pasado. Casi con toda probabilidad fue la de 1565 la leída por Cervantes, quien echa mano del caballo volador. Desvinculada de su fuente, adquiere por sí sola el protagonismo de la popularidad, de modo que, a principios del siglo XVIII, vuelve a verterse su contenido al francés con la traducción (o «retraducción») de Madame Le Gendre de Richebourg.
24. A. Henry, «L’ascendance littéraire de Clavileño», Romania , 90, 1969, p. 256.
25. Schevill señala cómo desde muy temprano se detectó que el caballo volador no aparecía en Magalona ( op. cit. , p. 116). Pero es cierto que las historias de Lanzarote, Tristán, Carlomagno, Oliveros, Partinuplés, Melusina, Paris, Magalona, Clamades ..., tenían su circulación intensa y casi conjunta en nuestro país con lo que fácilmente se prevé un traspaso de los distintos elementos.
26. Op. cit. , p. 116.
27. A. Henry, «L’Ascendance...», pp. 249 y ss., hace un estudio comparativo detallado del sistema de clavijas, su manejo y su concomitancia con otras obras.
28. Francisco Rico (ed.), Barcelona, Crítica, 1998, vol. I.
29. Como ha estudiado y mostrado A. Henry, op. cit ., cap. V, pp. 661-74.
30. Entre los antecedentes de Clavileño, A. Henry señala, por supuesto, el caballo de ébano del roman de Adenet le Roy, a través de la prosificación española de la Historia de Clamades , que presentará igualmente reminiscencias del caballo de madera de Orson y Valentín . Vid . n. 27.
31. Vid . Don Quijote , p. 962, n. 28, donde se indica cómo, según el pensamiento vulgar de la época, el espacio entre la tierra y la luna estaba ocupado por cuatro regiones, la del aire, la del frío, la del agua y la del fuego.
32. William T. Avery, «Elementos dantescos del Quijote (segunda parte)», Anales Cervantinos , 1974-75, pp. 3-36.
33. Ibid. , p. 20.
34. En el viaje a ultratumba de la Cueva de Montesinos, al igual que que en las novelas artúricas y posteriormente en la Faula de Torroella, se encontrará en un lugar paradisíaco, con un palacio de cristal en el VI. En definitiva, el viaje literario en ninguno de sus aspectos queda bien parado en el Quijote: ni, por supuesto, toda la acción simbólica que éste podía traslucir, ni los medios con los que se llevará a cabo. El barco encantado debía ser parado con las largas varas de los molineros de las aceñas antes de que, deslizándose por el caudal del río, destrozase sus ruedas, como así ocurrió. El caballo volador saltaría por los aires en pedazos con la explosión de los cohetes, tirando al suelo a sus ocupantes. Y el descenso a la cueva, viaje a ultratumba que se obtenía con el traspaso de determinadas barreras simbólicas, lo llevaría a cabo Don Quijote «colgado de una soga». que aparecerá un anciano canoso (Arturo en la Faula , aquí Montesinos) que le espera para que dé al mundo noticia de lo que allí ocurre.
35. Donatella Pini, «D. Quijote in viaggio», en Raccontare nella Spagna dei Secoli d’Oro , 1996, p. 65.
36. Op. cit. , p. 64.
VIAJEROS EN BUSCA DEL PARAÍSO TERRENAL
Eugenia Popeanga
UCM
El concepto de hombre medieval, entidad abstracta y globalizadora, nos sirve para hablar, también en términos generales y a modo de introducción, del entorno que le acoge y, especialmente, de su relación con el espacio. Este hombre medieval , que vivía en condiciones físicas tan adversas en comparación con las del hombre moderno , es un ser que se desplaza continuamente, un ser itinerante o viajero y su necesidad, deseo, afán o placer de estar en camino nos plantea una serie de preguntas. Se habla del hombre medieval como un homo viator , pero creemos que hay pocas investigaciones, como no sea la más reciente, debida a P. Zumthor (1993), que habla de una realidad espacial vista a través de los textos literarios medievales.
En primer lugar o, quizás, la primera pregunta sería: ¿qué es el espacio?, ¿cómo entiende este hombre medieval el espacio? Sin duda alguna, hay al menos dos respuestas seguras. El hombre medieval vive y se mueve en un espacio que es para él, a la vez, conocido y desconocido. Conocido, porque todo espacio (real o imaginario) está mencionado o descrito de antemano por las «autoridades religiosas o profanas». Desconocido también, porque la aventura personal, individual, de un cruzado, un misionero, un viajero o un mensajero diplomático convierte este espacio conocido en un espacio desconocido, conquistable o al menos nuevo a nivel de la aventura individual. El viaje, al ser, la mayoría de las veces, textualizado, pierde el carácter único, personal e individual, y se llega a interpretar como una aventura de naturaleza simbólica que contempla, aparte de la semantización de los núcleos espaciales fundamentales, la inclusión del eje temporal también significativo, específicamente medieval. El uso de los elementos retóricos, de los cuadros intertextuales que configuran determinados subgéneros relacionados con el «viaje», lleva esta experiencia personal, individual, al mundo de las «figuras»; así pues, se empieza a distinguir el libro de viajes que cuenta e informa (con pretensiones científicas) sobre una experiencia real a través del así llamado discurso mixto , del libro de viaje que cuenta igualmente una experiencia personal, pero esta vez puramente espiritual. Tenemos, pues, viajes reales y viajes imaginarios, estos últimos cristalizando en lo que se ha llamado la literatura de las visiones . Tanto estos viajes «espirituales» como los viajes contados «desde un sillón» suelen ser viajes puramente librescos, cuya fuente es constituida por un conglomerado de textos mezclados en un afán, quizás, de crear una enciclopedia del viaje , obra a medio camino entre las conocidas imágenes del mundo y los correctores de la ilusión espacial , esto es, libros que cuentan viajes reales. Nuestro intento clasificador no evita que el texto medieval referente a viajes sea muchas veces de carácter misceláneo, incluyendo descripciones de tipo zoológico y botánico, lapidarios y una fuerte carga de datos históricos, al uso especialmente de la historia sagrada. Los títulos, cuando existen, suelen ser genéricos, del tipo El libro de las maravillas o El libro del conocimiento de todos los reinos .
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